Almedinilla: Tierras Altas del Caicena-Salto del Caballo-Museo Fuente Ribera-Tajo de las Llanás

Bonita ruta otoñal por Almedinilla y su entorno natural, a la que sólo le ha faltado algo más de caudal de agua del río Caicena, para resaltar la belleza de sus cascadas y saltos de agua.

Almedinilla es una pequeña y bonita localidad de casas blancas, enclavada a los pies de la Sierra de Albayate y en el cauce del Caicena, que a lo largo del tiempo ha labrado un cañón entre el Cerro de la Cruz y el Tajo de las Llanás.
Desde la calle Ronda de Andalucía bajo por la del Calvario para llegar a la Torre del Reloj, principal monumento del pueblo, por su altura que la hace visible desde cualquier lugar del mismo; es de principios del siglo XX, erigida durante la II República, y presidía la antigua Plaza de Abastos (donde hoy se encuentra el Ayuntamiento). Siguiendo calle abajo y luego a la izquierda por la calle de la Iglesia, se encuentra la parroquia de San Juan Bautista (contemporánea, del siglo XX). Volvemos a la calle del Río, que lleva al parque “El Huerto de San Juan”, en cuya parte más baja se puede disfrutar de la cascada del Zurreón y de las pozas (para el baño), además de buenas vistas presididas por la peña del Pingorote. Subo de nuevo a la calle del Río, que conecta con la Ronda de Andalucía para seguir a la izquierda por la calle de los Molinos, por la que salgo del núcleo urbano para tomar el sendero de las Tierras Altas del Caicena; este sendero sube hasta la carretera CO-8203 (Almedinilla-Brácana) y la cruza, para continuar al otro lado junto a una cantera; a partir de aquí lo perdí momentáneamente, pero finalmente llego al mirador del Búho, donde gozar de una buena vista sobre Almedinilla. La senda se dirige hacia la modesta ermita del Cerro de la Cruz, donde hay vestigios de trincheras de la Guerra Civil, y luego se continúa por una pista cementada, que desciende hacia el poblado íbero, declarado BIC, siendo uno de los pocos excavados en Andalucía de la Baja Época Íbera (siglos II-III a.C.). Fue arrasado con la conquista por Roma, probablemente durante las guerras con Viriato, habiéndose reconstruido y pudiendo hacerse una visita guiada (al igual que a la villa romana de El Ruedo).
Al poco dejo la pista por un camino a la derecha, por el olivar; se continúa entre olivos, hacia unos postes eléctricos, siguiendo luego hacia la derecha (hay varios cruces antes de llegar a la CO-8203, por lo que hay que ir consultando el track) -un pequeño tramo coincide con el GR-7. Ya en la carretera, la seguimos hacia la cooperativa de aceite de Nuestra Señora del Carmen y, justo al pasarla, hay que coger un camino a la derecha, en su inicio junto al Caicena, de cuyo curso se va separando hasta que se bifurca y hace una curva pronunciada a la izquierda, rodeando el olivar. Por este camino, llegamos junto al afamado Salto del Caballo, que por desgracia lleva hoy poca agua (es más recomendable visitarlo tras una época de lluvias). Por encima de la cascada se encontraron cinco tumbas de incineración, que nos recuerdan el carácter sagrado del lugar en el pasado.

Continúo por el olivar ascendiendo hasta alcanzar una senda, vereda pecuaria sobre un antiguo camino romano, que se dirige hacia Almedinilla, paralela al río Caicena y que nos depara bellas vistas de la arboleda de su ribera, especialmente en otoño. También se pueden ver las ruinas del Molino del Cura, uno de los muchos molinos harineros del siglo XIX (hasta diez) que existían a lo largo del cauce del río para aprovechar la fuerza de sus aguas (en uso hasta mediados del siglo pasado).
El sendero del Salto del Caballo llega a la carretera junto al Puente de la Veguilla, y, subiendo por ella a la derecha, a los pocos metros me desvío momentáneamente para ver la cascada de la Veguilla, y luego, a la izquierda de la carretera, por el Paseo de la Fuente Ribera (por donde va también el GR-7), junto al Museo Histórico Arqueológico de Almedinilla, que bien merece una reposada visita.

El museo fue inaugurado en 1999 y ocupa el antiguo molino harinero (convertido luego en almazara) de Fuente Ribera, con 1200 metros cuadrados divididos en cinco salas: la del Aceite y el Olivo, la de la Cultura Ibérica y la de la Cultura Romana (en el edificio principal), el Aula de la Harina y el Ecomuseo del Caicena. En la sala de la Cultura Íbera hay una amplia colección de materiales del poblado del Cerro de la Cruz (cerámica de uso cotidiano, pesas de telar, útiles agrícolas, armas y ajuares funerarios) y en la de la Cultura Romana podemos ver, entre otras esculturas, al dios del Sueño, Hypnos, una de las joyas del museo.

Tras la visita, sigo junto a la ribera del Caicena y luego, tras pasar bajo el Arco Fuente Ribera, llego nuevamente a la calle de los Molinos, que ahora sigo a la izquierda para llegar de nuevo a la CO-8203, que se deja por una empinada senda a la derecha, en ascenso por el Tajo de las Llanás, último objetivo de la ruta: es una plataforma de travertino (roca sedimentaria con restos biológicos, de animales y plantas, formada por los depósitos de carbonato cálcico de una antigua cascada), con abundantes oquedades y cuevas, como la de los Barriguches (ocupada desde la Prehistoria, luego cantera romana y por último, redil para el ganado) o la de la Miel; tras ver ésta, vuelvo a la carretera bajando una corta pero pronunciada ladera. Unos metros más adelante se vuelve a dejar el asfalto por el camino que lleva a Venta Valero (por donde va el Sendero del arroyo Granada), que luego dejo cambiando de dirección por la senda que sube al Tajo, poco marcada en varios tramos, y que después desciende hacia el edificio de depósito de agua; aquí ya se sigue un carril que lleva a otras edificaciones, bajando por la derecha de las mismas hasta llegar junto al muro que delimita la calle Ronda de Andalucía (que se puede franquear por una cancela metálica).