Almiruete

Volvemos a realizar de nuevo una ruta por la bella y solitaria comarca de los pueblos negros de Guadalajara, en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara.

Para ello, hemos tomado prestadas unas rutas de antotemo y de Ana fer_ro. Muchas gracias a ambos por las mismas.

Comenzamos la andadura en el pequeño (tan solo 24 habitantes) y hermoso pueblo de Almiruete. El pronóstico daba lluvia y parece que va a ser así, ya que nada más salir del coche empieza a llover. Iniciamos el camino yendo por la calle en dirección norte y, enseguida, tomando dirección oeste. Antes de darnos cuenta, ya hemos salido del pueblo y nos encontramos con el cementerio y las ruinas de la Ermita de la Soledad, en la que se encuentra una placa con una inscripción casi ilegible: “Reedificada a la memoria de Claudia Manada Vera por su esposo don Juan de Dios Blas y Martín, naturales de Almiruete, vecinos de Madrid”. La ermita, como indica la inscripción, fue reconstruida en 1899 y en la actualidad se encuentra en un lamentable estado ruinoso.

Seguimos por el camino, siempre cuesta arriba disfrutando de las vistas a los inmensos pinares que se divisan. Al cabo de unos minutos, la lluvia cesa y, aunque sigue muy nublado, nos permite andar con más alegría. Más adelante, el camino gira casi trescientos sesenta grados y poco a poco nos dirigimos al norte. Bordeamos Cabeza de Almiruete y seguimos dirección norte. A medida que ascendemos podemos ver al sur el Embalse del Vado, que se encuentra con un nivel de agua bajísimo. Al oeste podríamos distinguir, si el día lo permitiera el Pico Centenera. Desafortunadamente, las cumbres están totalmente cubiertas de nubes y no podemos disfrutar de las vistas. Ni siquiera, vamos a poder ver el Pico del Ocejón a pesar de que, a lo largo de la ruta, lo vamos a tener muy cerca.

En un momento dado, giramos a la derecha para iniciar el ataque final que nos va a llevar hasta la Peña del Reloj o Almiruete. Desde aquí, podemos ver la hermosura de los valles que tenemos a nuestros pies, en donde rivalizan el verde de los pinos con los ocres colores otoñales de las hojas caducas. Llevamos casi siete kilómetros, en hacer los cuales hemos invertido una hora y cincuenta minutos. Nos quedamos solamente unos pocos minutos en la cumbre, ya que hace bastante aire y frío.

Seguimos dirección norte, extremando la precaución ya que se trata de un minúsculo sendero de lascas de pizarra las cuales, mojadas como están, predisponen a tener un resbalón indeseado. Terminamos de bajar y nos adentramos en un pinar. Seguimos el sendero y, en un momento, no tomamos el desvío correcto, lo que nos hace retroceder sobre nuestros pasos para seguir por el sendero. Éste, va y viene, perdiéndose entre la vegetación. Por ello, es importante llevar un dispositivo con GPS que nos permita tener claro por dónde ir en todo momento. Pasamos por un pequeño alto con unas bonitas rocas. Por delante vemos las crestas rocosas de esta parte de la Sierra de Ocejón por las que vamos a pasar. Se trata de un divertido recorrido entre las rocas. El sendero se pierde más de una vez, pero sabemos que tenemos que ir siempre al norte y cresteando. Pasamos por el Cerro del Porrejón, al cual no subimos ya que lo bordeamos por su parte oeste. Desde el cerro, distinguimos abajo un cruce de caminos, y hacia él nos dirigimos.

Enseguida, llegamos al cruce de caminos y seguimos por la derecha. El camino nos adentra en un pinar. Se trata de una bonita pista. Al llegar a las faldas de Cerro Poyato, el camino se bifurca. A la izquierda, lleva a Valverde de los Arroyos y de frente nos lleva de vuelta a Almiruete. Hace un brusco giro, y nos dirigimos ahora al sur. Cuando salimos del pinar, podemos ver a la derecha toda la cresta por la que hemos pasado. El pinar deja paso a una zona de rocas con curiosas formas. Una de ellas tiene una especie de ventana en medio. Abajo vemos un hermoso valle y de frente la carretera. El sendero se empina, aún estamos bastante más altos que la carretera. Llegamos a la misma. Apenas andamos unas decenas de metros por ella, ya que enseguida tomamos un camino a la derecha de la misma. El camino es totalmente negro, debido a que las paredes de pizarra que lo circundan se deshacen al tocarlas. Justo ahí, está la Peña de la Celadilla, en la cual se encuentra el depósito de agua. El camino desciende y justo enfrente vemos el pueblo de Almiruete. Muy bonita bajada que nos lleva hasta un manantial. Cruzamos el pequeño arroyo por un  puente/pasarela de madera. A partir de aquí, ya empezamos a ver espaciadas las casas. Llegamos enseguida al pueblo, justo a la calle de la Fuente Nueva. Al lado está la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Se trata de una joya románica de los siglos XII y XIII y que se encuentra en un estado tan lamentable que corre peligro de derrumbe. Se encuentra apuntalada y acordonada para evitar desgracias. ¡Qué pena de país, que no sabe cuidar de su historia!

A pesar de que el final, con la iglesia, nos ha dejado un mal sabor de boca, la ruta ha sido muy bonita, incluso aunque no hayamos podido disfrutar de la vistas. Como siempre, la zona nunca defrauda. Muy recomendable.

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Época recomendada: primavera, otoño e invierno.