Almorox: puente romano y caminos de los Enebrales y del Cerro Altillo

Agradecemos a “tecolete” (id=2458985) y a “jcarlos_martin” (id=1606936) las excursiones publicadas en las que nos hemos basado para esta nuestra. La diferencia con ellos es que nosotros hemos renunciado a llegar a Piedra Escrita pero hemos añadido, en cambio, el “descubrimiento” del puente romano de las Barguillas, del que todos en Almorox presumen pero nadie dice con precisión dónde está. Aquí lo hemos marcado como punto-de-paso (waypoint) 1.
Para ello hemos variado la primera parte del recorrido. Salimos de Almorox bajando por la calle con el sugestivo nombre de “Los Molinos” hasta el cauce del Tordillas, lo cruzamos saltando sobre unas piedras paseras y ascendemos hacia la carretera por un camino antiguo bien trazado pero ya bastante perdido, del que nos separamos algunos metros de vez en cuando. Al llegar a la carretera de Cenicientos encontramos a un amable viñador que nos confirma la localización del puente que suponíamos (los ingenieros de calzadas romanos hacían trazados racionales, sin interferencias de la especulación urbanística). Cruzamos la entrada de una finca privada (sin carteles con advertencias siniestras) con sólo desatar una cuerda y descendemos unos pocos metros por un cómodo camino hasta el cauce del arroyo Tabalón, justo en el lugar donde se encuentra el puente. Luego de saborearlo, continuamos campo a través en dirección oeste (hay marcas azules y rojas que no sabemos qué indican) por donde iría el camino romano hasta dar con el Camino de los Enebrales y juntarnos a las rutas mencionadas antes. Ya no abandonaremos los caminos de “tecolete” y “jcarlos_martin” en todo el día.
Cuando topamos de nuevo con la carretera de Cenicientos iniciamos el largo regreso por el Camino del Cerro Altillo y en él nos encontramos con una montería. Nuestras experiencias anteriores de estos encuentros han sido terriblemente negativas. Esta vez, en cambio, charlamos amigablemente con los participantes, que no sólo no nos amenazaron arrogantemente para que nos largáramos sino que al final de su infructuosa actividad hasta nos invitaron a comer de sus olorosas chuletillas. ¡Lástima que ya lo habíamos hecho (e incluso echado la siesta para darles tiempo a terminar su batida)!
Los alicientes de esta marcha han sido muchos: (1) el camino de subida desde el Tordillas; (2) el puente romano; (3) el terreno y sus paisajes (comentados en las fotografías); y (4) el encuentro con la montería. Fue el día de la amabilidad: del viñador, del dueño de la finca que atravesamos, del terreno y del paisaje, de los cazadores, y hasta del tiempo meteorológico, que se preveía aciago y fue muy agradable.