ALTO DE COROSUNA DESDE QUINTANILLA SOPEÑA

Ha sido una de las rutas más panorámicas que hemos realizado. Desde las Riscas de Corosuna se contempla una amplia llanura que contiene a la merindad de Montija, limitada al norte por las lomas del Zalama y al sur por las riscas de Corosuna.
Dejamos los coches en la iglesia de Quintanilla Sopeña. Salimos por una carretera cementada con dirección nordeste. Pronto la carretera se convierte en pista y se encamina hacia el sureste, ganado altura entre el arbolado. Poco a poco nos aproximamos a los paredones de las riscas. Alcanzamos una zona dominada por la pedrera, donde la cuesta se empina algo más, pero un trazado en zigzag facilita el transito sin problemas.
Así llegamos al ojo de Corosuna, un ojo en la pared que invita a la fotografía y ofrece una curiosa ventana al valle. El día arrancó con nieblas bajas lo que nos permitió, una vez superada la cota más alta de la niebla, contemplar en mar de nubes que cubria el valle. Poco después el sol se encargó de disipar la niebla apareciendo la llanura en todo su esplendor.
Dejamos atrás el ojo y alcanzamos un paso donde tuvimos que usar la manos para trepar un poco, pero sin dificultades. En seguida estábamos en la parte alta de la muralla (1020 m) y delante nuestro se extendía el inmenso páramo. Continuamos hacia el norte, siguiendo, más o menos, el corte del precipicio hasta llegar al Alto de Corosuna (1074 m). Un hito grande marca el punto que se considera la cima, además en una de las piedras del hito se registra el nombre y la altitud.
Descendimos hacia el sur para llegar al magnífico pinar, donde conectamos con una pista que nos bajó hacia el suroeste. Al de unos metros nos desviamos a la derecha para acercarnos al precipicio de nuevo y buscar las trincheras de los italianos. Se trata de un resto de la guerra civil. En el lugar, un destacamento italiano esculpió en la roca una especie de cavidad con una ventana que mira al valle, siendo un punto de observación inmejorable.
Después de liarnos un poco por la vegetación espesa, volvimos a la pista en un punto donde hay una valla metálica y que coincide con el camino que viene de Colina. Seguimos con la misma orientación hasta alcanzar una bifurcación, entonces giramos a la derecha, oeste, y comenzamos un marcado descenso, por un terreno un tanto descompuesto, que sale a la cantera del Rivero. Pasada la cantera, la ruta gira a la derecha de nuevo y toma la pista que se encamina hacia el noreste. La pista sube y baja durante tres kilómetros, atravesando un bosque. Pasa por encima de Villasante y, por fin, desemboca en la pista por la ascendimos a las Riscas. Una vez en esta última pista solo queda bajar 1km hacia el noroeste para llegar a Quintanilla