Amarita - Legutio - Albina - Otxandio

Pruden ("poni postaria") y yo partimos de Ozaeta con el propósito de llegar a Lekeitio a través de la "Ruta del Vino y del Pescado". Llevábamos cartas escritas por el alumnado de la escuela de Barrundia a sus homólogos de las escuelas vizcaínas de Munitibar y Aulesti.
Además la "Red de Semillas de Euskal Herria" nos encargó que dejásemos semillas "propias" de nuestro entorno en aquellas escuelas, para que las sembrasen en sus huertos escolares: habas, guisantes y ajos, que se plantan en esta época (mediados de otoño) en la que hemos hecho el viaje.

En esta segunda etapa partimos de Amárita: Amaia, Eñaut y su madre, nos han cuidado de maravilla. Siguiendo los consejos de Eñaut nos dirigimos directamente al encuentro de la "Vía verde del ferrocarril Vasco-Navarro". Así, pues, en este tramo no seguimos las marcas de la GR, que retomaremos pasado Urbina, sino que acortamos dirigiéndonos directamente a Luko. Luego, a través de la citada vía verde, dejamos Urbina a nuestra izquierda y ya con señales de "la 38" llegamos a la antigua estación de Villarreal (Legutio). Atravesamos la carretera que va de Vitoria a Bergara y nos llegamos hasta Larrabea, primero por un tramo de carretera y, enseguida, por un sendero que bordea el campo de golf.

Continuamos siguiendo las señales pare llegar cómodamente hasta Legutio. Desde Legutio continuamos, un tramo de la carretera que lleva a Aramiao y luego tomamos a la derecha para encontrar un sendero que nos conducirá hasta el embalse de Albina. En este tramo hemos tenido dificultades para encontrar las señales, especialmente en las zonas en las que se ve que se han hecho entresacas. Hay que ir atentos y tratar de no perderlas. Una ves en el embalse, no hay dificultad para seguirlas, está bien marcado.

Dejado el embalse, cruzamos la carretera Legutio-Aramaio y tomamos pista que va ascendiendo. No hay problemas para realizar la caminata, los cruces están bien marcados. Siguiendo las marcas terminamos por descender hacia el llamado Limitado, entre Oleta y Otxandio. Atravesamos un impresionante bosque de hayas trasmochas y llegamos a Otxandio.

Hemos tenido que hacer un esfuerzo extra, Pruden, el poni, ha llegado muy cansado, pero anuncian lluvia para la noche y la alternativa de pasarla en el monte no me resulta alentadora. Beñat y unos pastores de la localidad nos dan cobijo. Así pasamos la noche y todo el siguiente día que no para de llover y nos inmoviliza.