AQUILANOS Y VALLE DEL SILENCIO AVENTURASLYA.

En esta ocasión, andamos por tierras del Bierzo. Desde Ponferrada, nos vamos al pueblo de Peñalba de Santiago. Carretera que nos lleva a pasar antes por un bonito pueblo; San Cristóbal de Valdueza. Iba a ser este un anticipo de lo que íbamos a poder contemplar en nuestro punto de partida; Peñalba de Santiago. Desde un alto, en el que un indicador, además del nombre del pueblo, ponía “Camino Rural, comenzamos a descender por una sinuosa carretera. Antes de llegar, estacionamos en uno de los cuatro aparcamientos que tienen. La entrada al pueblo está prohibida para vehículos. Este núcleo rural, tiene una arquitectura uniforme en todas sus casas. Mezclan la piedra y la madera dándole a todo el conjunto una armonía muy bonita. Las calles están perfectamente empedradas. Tiene una iglesia en el centro, de estilo mozárabe. Forma parte de la red de Pueblos bonitos de España
Aquí comenzamos esta ruta de montaña. Recorreremos los montes Aquilanos, descendiendo por el Valle del Silencio.
En moderado descenso, comenzamos a caminar. Pasamos junto a una fuente-lavadero. Cruzamos el arroyo de Peñalba. Luego vemos un pequeño cementerio. A continuación, una zona con grandes castaños. También tienen cerezos y nogales. Un rebaño de cabras y ovejas, nos saluda en esta mañana berciana, en el cruce con la ruta de regreso. A partir de esta zona, gran parte del recorrido está señalizado con estacas y marcas de pintura roja. No está marcada la zona de la bajada por el valle del Silencio. Pero toda la ruta en general, discurre por senderos muy bien definidos. Un cartel de madera en el que pone; “Aquilanos”, sirve de referencia para meterse en faena. Llevamos caminado un kilómetro. Abandonamos la calzada, para internarnos en continuado ascenso, por una zona de arbustos. Posteriormente sale al claro. Y desde aquí, vemos gran parte del recorrido que nos ha de llevar hasta el cordal cimero. En dos kilómetros de distancia, hemos de superar 566 metros de desnivel. Es una subida sin descanso. Llegamos al Cueto. Un alto de roca desde el que tenemos una panorámica sobre la zona del pueblo y que llega hasta Ponferrada. Detrás, los Ancares.
Tras este descanso, continuamos en ascenso; ahora un poco más cómodo. Vamos con el valle de Aro hacia el oeste. Y la subida por carretera al puerto de Morredero al este
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Seguimos subiendo hasta llegar a la zona de Rabanero. Aquí enlazamos con el trazado que viene desde el puerto de Portillinos. Es este punto una salida habitual para recorrer estas cumbres. Nosotros lo descartamos por dos motivos. El primero de ellos es que nos parecía demasiado fácil, con poco desnivel y recorrido por pista. El segundo es que la ruta era lineal, con ida y vuelta por el mismo terreno. Escogimos la opción de Peñalba de Santiago por la dureza y la opción de hacerla circular. Y la recomendamos.
Desde Rabanero, poco tramo nos queda para llegar al punto más alto de la jornada, Cabeza de la Yegua, techo de los montes Aquilanos. Estamos en zona limítrofe entre el bajo Bierzo y la Cabrera leonesa. Desde la cima, vemos en un 360º, cimas en todas direcciones. Sabemos que al norte esta Ancares y La Cordillera. Y siguiendo en el sentido de las agujas del reloj, sierras como la de Gistredo, el Teleno, La Cabrera, hasta Sanabria. Son zonas que conocemos, pero a ciencia cierta, no identificamos claramente ningún pico. Por eso no los nombramos en el reportaje fotográfico.
Seguimos hacia el este, por terreno muy marcado.
La siguiente cota a la que nos subimos, es las Berdianas, con “B”. Con “V” hay uno en Picos de Europa. Campo a través, por terreno “limpiabotas”, enlazamos de nuevo con la Senda de los Aquilanos.
Pasamos la Mayada y tras algunos collados, llegamos a la última cima de la jornada, el Tuerto. Tiene un bonito 360º. Aquí, identificamos claramente las cimas recorridas hasta ahora en esta buena jornada de montaña.
Con rumbo norte, descendemos hasta los 1960 metros. Ahí, emprendemos una bajada que nos hará pasar a la cara norte de estas montañas. Monte bajo y arandaneras nos acompañan hasta llegar a la zona de La Mayada. En una pradera cubierta de hierba alta, vemos un cartel que hace referencia a los orígenes de este lugar. Es un circo glaciar del Cuaternario. Estamos en el valle del Silencio. Tiene la categoría de Conjunto Etnológico y “Bien de interés cultural”. Seguimos en descenso hacia el norte. En el punto kilométrico 13, cruzamos el Arroyo del Silencio junto a una bonita cascada. Por bosque continuamos descendiendo. En algo menos de un kilómetro, llegamos de nuevo a un cruce. A la izquierda, nos vamos a visitar la cueva de San Genadio
Aquí se cuenta, vivió este ermitaño visigodo que mantuvo su fe cristiana en medio de la ocupación musulmana. Este santo, dio origen a una leyenda sobre el nombre de “Valle del Silencio”. Para poder concentrarse en sus rezos, mandó callar al río. Tras este paréntesis aventurero-cultural, seguimos de ruta.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el desvío, para continuar en nuestro recorrido de regreso. Tres kilómetros más, nos llevan de nuevo hasta el pueblo berciano desde donde partimos esta mañana.
Un bonito recorrido con distancia y desnivel, pero que merece mucho la pena conocer.
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