Aquilué-Pico Presín

-Duración: entre 5:30h y 6h, sin contar paradas.
-Desnivel, 950 metros de subidas y bajadas.

En Aquilué se toma la pista señalizada con rumbo a San Vicente, aparecen balizas y pinturas de color azul y blanco correspondientes a esta ruta por el entorno de Caldearenas. El carril es ancho, avanza entre campos, y alcanza una intersección donde abandonar el recorrido balizado en favor de un ramal que se desprende por la derecha en bajada. Se va a cruzar el cauce del río Matriz a fin de proseguir entre restos de tapiales y bordas.

Llegará un momento en el que se incorpora una manguera que canaliza las aguas del vecino barranco de Cagüerco. Estar pendiente de hallar una senda que deja el carril y baja al lecho del barranco. En la otra margen se descubre un tenue sendero que remonta la ladera y mas arriba aparecen unas cintas de plástico como guías de este camino. A mano derecha se puede visitar una paridera cercana, pero nos interesa tomar la dirección opuesta, en un faldeo que empalma con un carril perpendicular.

A este carril también se podría acceder desde San Vicente y a partir de ahora vamos a seguirlo en fuerte subida. Rampas empinadas y sostenidas que mantienen un rumbo norte sin apenas aliviarse con lazadas. Se alcanza una plancha de roca lisa, muy adecuada para tomar un refrigerio, y donde hay un poste colocado sin indicación alguna. Parece que este trayecto vaya a ser señalizado en breve o quizás se haya pospuesto sine die, porque en adelante vuelven a asomar estas balizas carentes de rotulación.

La trocha se hace camino mas estrecho y gira 90º al este para continuar el ascenso. Luego las estacas de madera animan a seguir en una media ladera donde este día perdí la traza. El camino llega a un barranco en el que se difumina entre la vegeación reinante. Quizás en un futuro acaben de limpiarlo y se haga transitable, pero aquí regresé con idea de continuar la subida por una trocha cubierta de erizones. El pantalón largo es muy recomendable ante lo espeso del matorral. El avance es lento pero a fuerza de insistir se va haciendo camino.

Breve incursión por una mancha de pinar y salida a las inmediaciones de una borda ruinosa. La diagonal alcanza una barranquera por donde es necesario colarse, entre mas arbolado y maleza pinchuda. Al final la trocha se viste demasiado y conviene torcer en sentido contrario, ya casi en ausencia de traza visible. Al punto que servidor tiró hacia arriba a la brava, en pos de la pista que rodea las Campas de Bonés. Este será el tramo mas azaroso de la ruta.

Un cordel a modo de alambrada sigue al lado de la pista que nos llevaría a la ermita de la Malena, y de la que sale un ramal a la derecha en ascenso hacia el cordal de Bonés. Aquí se escogió un trayecto mas directo por la cuerda de la sierra, en la que se dibuja un carril aledaño a una cinta ganadera que tal vez esté electrificada. El carril muere y se debe perder cota por fina senda entre el erizón. Queda un repecho fuerte para alcanzar un campo de hierbas altas y de paisaje amplio al Pirineo.

No hará falta llegar al colladete bajo las torretas de piedras de Bonés, pues al oeste se desprende un camino evidente y desbrozado de matorral. Iremos ahora por un cordal que ofrece vistas despejadas, perdiendo cota con ánimo de alcanzar el collado en la base del cerro Presín. Allí se levantan varios indicadores, como el que seguiremos de vuelta a Aquilué por la Virgen de los Ríos, no sin haber coronado antes la modesta cumbre del Vértice de Presín. Apenas diez minutos de claro ascenso.

Vuelta atrás desde el vértice al collado e inicio de la bajada en un tramo adornado con la presencia de hayas. El camino está bien marcado al formar parte de la carrera de montaña de la Traschinepro, y recorre todo el curso del barranco del Presín. Pasa por el manantial del Fajal, por el desvío al pozo nevero, y por el acceso a la Cueva de los Moros; todos ellos visitables pues están a la vera del sendero. También saldrá un corto desvío, con señal de cruz de no ser el camino, para ir al borde superior de una cascada de travertino de la que tendremos vistas durante el tramo venidero del descenso.

En la parte última la bajada se hace pedregosa y menos sombreada. Empalme con la pista asfaltada que conduce a la ermita de la Virgen de los Ríos, cuya visita parece obligada, tanto para reponer agua de su fuente como para almorzar bajo el tejadillo de su merendero.

El regreso a Aquilué discurre por la pista asfaltada de la que sale un atajo señalizado que parte junto a un crucero. Luego se retoma la pista aunque pronto la abandonamos por un carril que nace a mano derecha. Ingono si el camino correcto es el aquí seguido, pues el carril termina en un campo y no queda otra que andar por su lindero. Mas adelante aparece otra pista que nos concuce a un vado sobre el río Matriz, en las postrimerías de esta excursión y en las afueras de Aquilué.