Arduina, la mujer oso

Itinerario

Salimos desde el área recreativa del “Embrujo", a orillas del río Carrión, en una zona en que acaban las naves industriales del polígono de Guardo, a unos 300 m del puente que une el polígono con la CL-615.

Durante un kilómetro caminamos por un camino asfaltado hasta entrar al monte Corcos cruzando un puente sobre el canal del río Carrión, procedente del embalse de la central térmica de Velilla.
Comienza entonces por una pista forestal una empinada cuesta que nos adentra en una zona de pinares de repoblación, ganando altitud por la llamada “Loma de Vallesquince”, siempre con perspectiva sobre el embalse de la central térmica de Velilla, dejando al Sur el Valle de San Quirce, hasta llegar a la llamada cuesta de las perdices, con vistas a Veldelabárcena y la Montaña Palentina.

Es a partir del km 4, que la senda se adentra en el magnifico robledal del Monte Corcos, con ejemplares de roble albar y roble melojo de gran porte, bosque frondoso y bien conservado donde es fácil observar gran cantidad de fauna cantábrica, incluso lobo ibérico y oso pardo.

Subiendo por la zona de la mina de las vacas.

En el km 4,7 encontramos ejemplares emblemáticos y monumentales de Roble albar, de singular interés y enorme tamaño, de varios siglos de edad y bien conservados, en un entorno idílico.

Cruza en torno al km 6 un pastizal de montaña conocido como “Pradollano”, un lugar lleno de belleza por ser un enclavado de hierba en el robledal, una llanura verde y fértil donde es fácil observar fauna, flora y abundantes producciones de setas. En la zona quedan vestigios de una plataforma de antiguo tren minero, muy interesante desde el punto de vista de la arquitectura industrial.
La senda emprende a través del robledal y entre restos de la actividad minera un ascenso a través de una antigua dehesa de robles trasmochados, conocida como Sillar Alto, hasta ganar altura y llegar a la cima del alto del Sestil de Torales, lugar así llamado por ser donde sesteaba el ganado.
Los robles trasmochos informan de un modo de gestión antiguo para obtención de ramón (ramas tiernas que come el ganado), fruto (bellota), leña y pasto, en un modelo silvopastoral de monte hueco parecido a la dehesa de encinas pero enclavado en el bosque cantábrico. Actualmente el bosque se ha cerrado con ejemplares jóvenes de roble albar y roble melojo, y otras especies de árboles y arbustos, quedando estos grandes y vetustos ejemplares dispersos en la masa, en un paisaje increíble de troncos tortuosos y de aspecto mágico.
Sigue nuestro camino desde el alto del Sestil, descendiendo por un cortafuegos que constituye la línea de limite de provincia con León, con una precios vista sobre los valles leoneses colindantes.

Después de cruzar un magnifico bosquete de serbal de los cazadores en el kilómetro 8,5, se desciende por caminos forestales hasta adentrarse de nuevo en el robledal, para encontrar en el kilómetro 9,5 una zona de restauración de escombreras de mina desde la que, a unos 100 m de distancia, encontramos un mirador desde el que contemplar toda la montaña y el monte Corcos en interesante perspectiva, sobre la llamada “mina de la vacas”, de enorme importancia décadas atrás.
Después de pasar junto a las antenas en el kilómetro 10, se adentra la senda de nuevo en un pinar recientemente aclarado, procedente de repoblación, y se vuelva a adentrar en el robledal, en un sendero magníficamente trazado entre el bosque y flanqueado por unas formaciones rocosas de conglomerado muy características llamados “Los Peñucos”, que nos llevan hasta el kilómetro 13 a una zona conocida como “Vallemoso”, valle suave que pasando por el pago “San Miguel” desemboca de nuevo en la vega del rio Carrión y cierra la ruta de casi 14 km por el monte Corcos.