148. Arlanzón: Dehesa, Ruinas de Abadía, y Fuente de Santo Domingo

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 49 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' (en el límite con 'Media') para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 343 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

7:00 h am. Miro por la ventana. Cielo nocturno oscuro, pero no parece nublado. Se ven muchas estrellas. La luna, también nítida, en cuarto menguante (muy menguada: ~10%), cóncava. No parece haber visos de que vaya a llover (dicho así, con tanta perífrasis, entran dudas…).

Por si acaso, consulto las tres agencias meteorológicas habituales. Para esta mañana, en la zona elegida, una me dice sol (con alguna nube); otra indica totalmente nublado; y la restante pronostica nublado y lluvia. Digo yo que alguna acertará. ¿De cuál me fío?

Vuelvo a mirar por la ventana. Aún es de noche. El cielo a esa hora me inclina a creer a la primera. Y las ganas de salir, también, para qué esconderlo. Salgo de casa una hora después. Gotas inesperadas sobre el parabrisas. El suelo de la calle produce reflejos.

No hay duda: está lloviendo. ¡Pero qué…! Pero ya no hay marcha atrás. Sigo con el plan previsto. Me dirijo a Ibeas de Juarros (cerca de los yacimientos de Atapuerca). Mi idea es recorrer las riberas norte y sur del río Arlanzón entre Ibeas y el propio pueblo de Arlanzón.

Turbias tinieblas de camino hacia allí. Llego a Ibeas y me acerco al río. Clarea muy tímidamente. Las frondosas orillas están empapadas; los senderos, embarrados. Los árboles amarillean en la penumbra, reclamando admiración. Tendrá que ser otro día.

En la reserva llevaba una ruta alternativa próxima, a lo largo de la larga ‘vía verde’ que parte de la localidad de Arlanzón hacia la Sierra de la Demanda. Con suelo de tierra firme, habrá aguantado las recientes lluvias… (otra esperanza alentada por las ganas).

En el trayecto sobre ruedas de Ibeas a Arlanzón ya no llueve. En la vía verde hay sólo pequeños charcos. Está practicable. Veo que tres personas más se han animado a salir. ‘¡Venga, que esto va a mejorar! Cuatro no podemos estar equivocados…. (sonrisas…).

¡Un pie delante del otro!’.

Con la ilusión nublándome el juicio, ni me acuerdo del chubasquero. Un km más allá, el claro en el cielo se oscurece. Empieza a llover. Miro delante. Nadie. Ni rastro de los tres que me precedían (¿lugareños que han buscado refugio?). Me he quedado solo.

Persiste la lluvia (leve) durante un par de km (lo sé por los postes kilométricos en la vía). No hay vuelta atrás. ‘Tendrá que escampar. Una agencia meteorológica daba sol para hoy…’. Además, para mañana, las tres coincidían: lluvia. ‘Así que la caminata tiene que hacerse ya’.

… Y, sorpresa, esa agencia fue la que más acertó en su previsión: Durante tres de las casi cuatro horas de ruta, hubo mayormente sol (con algunas nubes de adorno). Y no sólo la vía verde, sino el resto de los caminos estuvieron aceptablemente transitables.

Fue un acierto lo de la osadía frente a las inclemencias (…en esta ocasión). Al día siguiente, llovió sin recato.

LA RUTA

Después del cambio obligado de planes, la excursión comenzó en el pueblo de Arlanzón, en la Vía Verde de la Sierra de la Demanda. Caminé por ella hasta el km 2,8. Para ganar en variedad, me desvié temporalmente hacia zonas más interiores del bosque. Retomé brevemente la vía y volví a abandonarla en el km 4,5, ya casi definitivamente, hasta los tramos finales.

En realidad, este trasiego vía-bosque puede hacerse a menudo en la presente ruta. Es un trayecto que permite mucha flexibilidad. Ahora voy por lo seguro (vía verde); ahora me aventuro a explorar otras zonas del bosque, monte, o dehesa. La rectilínea vía verde siempre queda cerca para volver. (‘Sólo necesitas saber si la has dejado a la derecha o a la izquierda’).

Llegado a un punto en el leve ascenso en dirección este, hay que decidir el regreso. Queda a voluntad del caminante, dependiendo de los km que quiera hacer. Para variar, merece la pena volver por el interior del bosque. Precisamente ahí se halla uno de los focos de interés de la ruta: los restos (muy escasos) de la abadía medieval de Foncea (a veces denominada Fonceda, Froncea o Fronceda).

En una última fase, opcional, poco más de medio km antes de Arlanzón, puede uno desviarse (km 11,4) por la izquierda hacia la fuente de Santo Domingo. El letrero la sitúa a 500 m, aunque pueden ser algo más (800 m) y no es fácil de localizar. En mi caso, el trayecto exploratorio de ida y vuelta conllevó 2,5 km. Bienvenidos fueron: el entorno inmediato de la fuente y todo el trayecto merecen la pena.

Físicamente, la ruta es descansada. Es llana y el terreno está en buenas condiciones. Mi caída cerca de la fuente (ver Anécdota) fue por falta de atención al suelo resbaladizo, a causa de la lluvia reciente. Incluso en el interior del bosque, hay caminos o sendas prácticamente siempre. La orientación espacial es fácil, si no te alejas mucho de la vía de referencia. De otro modo, te puedes perder.

DESTACADO

Ruta sencilla, pero con atractivos. Tres aspectos son particularmente destacables en la ruta: los bosques de robles, los restos de la abadía de Foncea, y el paraje de la fuente de Santo Domingo. Circunstancia especial aparte fue la fina lluvia en los km iniciales y el ambiente mágico creado por ella.

(1) El Bosque de Robles:

Toda la ruta está arropada por una amplia extensión de robles. En el extremo suroriental, se mezclan con pinos. A veces es bosque denso; a veces, dehesa; a veces, pradera. Robles albares y robles rebollos. Vetustos robles de troncos retorcidos, con oquedades y protuberancias. Trasmite constantemente la sensación de bosque animado.

Estamos finalizando el primer tercio del otoño. Las hojas ya están cambiando de color. Los robles albares y los rebollos son discretos en ese aspecto (no como las hayas, los fresnos, los arces, los robles rojos…). Aquellos pasan del verde oliva al pálido beige y al marrón, sin apenas amarrillos o tonos vivos. Aun así, los contrastes cromáticos fascinan.

El arroyo Froncea, que recorre el bosque por el lado norte de la vía verde, estaba seco. En cambio, curiosamente, por algún arroyo secundario (sin nombre) sí corría el agua con cierta generosidad, a pesar de las fechas. Teniendo en cuenta su escasez en los últimos tiempos, ese elemento constituía un motivo adicional de devoción.

El bosque es acogedor. No sólo impresiona lo que ves, los colores y las formas; también lo que oyes. El día es algo ventoso. En las partes más densamente forestadas y con árboles más altos, el viento susurra. Es un rumor constante por encima. Otro signo inequívoco de animación. Detrás (o dentro) de cualquier tronco puede aparecer un trasgo….

(2) La ‘Abadía’ de Foncea:

La Abadía de Foncea fue fundada en el siglo X, en los comienzos del Condado de Castilla. Adquirió notable poder y esplendor. Incluso un papa, Clemente VII, llegó a detentar el título de Abad de Foncea. A principios del siglo XVIII, desprovista de sus rentas por las desamortizaciones, cayó pronto en el abandono y la ruina.

Hoy día apenas quedan unos muy discretos vestigios: cuatro monolitos y una esquina de cimientos señalan el antiguo emplazamiento; sobre uno de ellos permanece erigida una cruz de piedra. Los restos fueron sometidos a un exhaustivo expolio. El lugar, sin embargo, conserva un aire misterioso y sugerente, y el entorno es encantador.

(3) La Fuente de Santo Domingo:

En el km 11,4 se puede hacer un desvío a la izquierda, hacia lo que se indica como ‘Fuente de Santo Domingo 500 m’. Subimos a unas praderas alomadas, con bonitas vistas del pueblo de Arlanzón y de los bosques circundantes. Y volvemos a introducirnos, curveando, en un robledal; si cabe, más bonito aun que el anterior.

Hay, además, una fuente de piedra con agua cristalina; algo velada y difícil de encontrar, si no es con guía o ayuda (ver Anécdota). Es una surgencia en la ladera, en una zona de umbría y densa humedad. Dos gruesos troncos tallados han sido dispuestos delante como bancos. Invitan a sentarse un rato y recrearse en ese solitario rincón.

ANÉCDOTA

Podría exprimir como anécdota el hecho de haberme encontrado dos veces (km 5,7 y 6,3) con señales de “Atención. No pasar. Montería” (caza de jabalí). Pero, 'en realidad, yo no quería pasar'. Encontré fáciles alternativas. Así que me había quedado sin anécdota para esa ruta. Como no fuera el largo introito (‘Preámbulos’) hasta que conseguí ponerme en marcha, con cambio de planes….

Pero no. Ya cerca del teórico final, en el regreso, a menos de un km antes de concluir en el punto de partida, un letrero indicaba ‘Fuente de Santo Domingo 500 metros’. Iba yo bien de tiempo y hacía un tiempo estupendo. “Veamos...".

Camino.... Cien metros, doscientos, trescientos…. Sigo. Van surgiendo unas cuantas sendas más. No hay señales indicadoras. ¿Cuál elijo? Me decido por la senda más marcada. Precioso bosque de robles. Pero sin rastro de fuente.

Ya había superado los 500 m sobradamente (de hecho, unos 1.100 m). Había llegado al km 12,5, he visto después. Me dije: “¿Y si lo de la ‘fuente’ no es una fuente propiamente dicha, sino un topónimo?” (el nombre de un pago). Marcha atrás.

Pero, ya avanzado el camino de regreso, la suerte me sonrió. Aclaró mis dudas sobre lo de ‘fuente-pago’ y, además, me proporcionó una recompensa. Una vez más (y ya son muchas…), la experiencia anecdótica llegó casi al final, a la hora de bajar el telón.

Me crucé con una pareja joven y dos perros. A uno lo sujetaron con antelación, aunque parecía noble y tranquilo. Buena señal, por su parte. Ellos se me adelantaron en el saludo, aún con distancia por delante. También buena señal. Silbé cariñosamente a los perros.

Su actitud amable me indujo a preguntarles si eran ‘de por aquí’. Al responder afirmativamente, les expuse mis dudas sobre la ‘fuente-pago’. Efectivamente, había una fuente física, y estaba cerca. Me indicaron cómo llegar. Se ofrecieron a acompañarme.

Me pareció algo abusivo por mi parte, no sabiendo cuánto les desviaba de su recorrido. Tras agradecérselo, hacia allá me encaminé. Tal vez me vieron algo desvalido; tal vez eran inusualmente afables; tal vez, ambas cosas.

Lo cierto es que, cinco minutos después, veo que el chico aparece a unos 50 metros por encima en la ladera, para confirmarme en la buena dirección. Por poco no llegó él a ver el ‘trapajazo’ (costalada) que yo me acababa de dar tras un resbalón en el suelo húmedo.

Buena gente. Buen recuerdo. También del escondido lugar y la fuente. De la caída, a pesar de su aparatosidad, no guardo daño ni dolor alguno; fue en blando. La experiencia mereció la pena.

Por cierto, a la vuelta, re-inspeccionando el letrero de marras sobre la ‘Fuente de Santo Domingo’, queda claro: hay un dibujo-icono de una fuente.

RUTAS CERCANAS

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/hayedo-de-urrez-y-mas-alla-99379964

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monte-quintanar-desde-villasur-de-herreros-81519579

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/paseo-otonal-por-el-arlanzon-este-87889378

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-alarcia-al-pantano-de-uzquiza-86518810

Hay varias rutas de interés, próximas, por la comarca de Juarros. Las realicé antes de conocer Wikiloc. No guardo, pues, referencia grabada. Reconstruirlas podría conllevar algún error de (in)fidelidad. Seguro que otros usuarios las aportan originales.