Arroyo Guadalpín - Casa del Guarda (Sierra Blanca de MARBELLA)

En la jornada del Lunes 1 de abril 2024, nos trasladamos al arroyo Guadalpín para disfrutar de su caudal tras las lluvias caídas durante esta Semana Santa. Y ¡vive Dios!, que fue un gran acierto, porque no solo lo vimos como núnca lo habíamos visto hasta ahora, sino que gran parte de Sierra Blanca rezumaba agua, convirtiendo algunos senderos en pequeños arroyos/escorrentías.

Basta decir que en el primer vado que hay que atravesar para iniciar el sendero del arroyo Guadalpín, a penas, unos 100 m al Norte de la explanada de aparcamiento cercano al Colegio Xarblanca, ya obligaba a hacer uso de los bastones (imprescindibles en la jornada de hoy), para mantener el equilibrio,caminando sobre las piedras, que generalmente sirven de rudimentario vado, pero que hoy estaban sobrepasadas por el agua entre 5 y más de 10 o 20 cm en algunos casos. Aún así, las botas de goretex y las poláinas que llevábamos algunos compañeros, nos fueron de gran utilidad, para mantener los pies mucho más secos de lo imaginable en el primer tramo del recorrido.
Si, ya, de por sí, el senderito que acompaña al arroyo Guadalpín, hasta la Ermita de Los Monjes, ya es una Delicia en cualquier época del año, con lo crecido que bajaba el cauce en esta jornada, era una auténtica Delicia, recrearnos con cada una de sus pozas y pequeñas cascadas, hasta que unos 100 m más allá de un pequeño llano, presidido por un rudimentario chozo de madera (km 1 de ruta), cruzábamos el Guadalpín a nuestra derecha, para ascender hasta el cercano Puerto de Juan Ruiz, tomaando dirección predominantemente Este, con vistas parciales de marbella a nuestra derecha, pasando cerca del antiguo hotel San Miguel (actual Marbella Magna del “Club Med”), que también dejamos a nuestra derecha, mientras caminábamos inmersos en una exhuberante vegetación Mediterránea, que nos acompaña a lo largo de todo este recorrido donde predominan los Pinares, grandes sabinas, palmitos, coscojas, matagallos, lavandas, cantuesos, romero, jaras, etc…Resultando la vegetación mucho más exhuberante cuando caminamos sumergidos en el bosque de galería del arroyo Guadalpín (inicio y final de ruta), o en los dos arroyos que cruzaríamos muy pronto, el arroyo de “la Represa o de las lajas” y el arroyo de “Puerto Rico”, ya cercano a la pista forestall o antiguo camino denominado de Puerto Rico, porqque las fincas que se cultivaban en este angosto valle daban cosechas muy ricas la mayor parte del año, de ahí sun ombre.
Una vez en el Camino de Puerto Rico, que es el que los senderistas y corredores suelen utilizer para llegar hasta el Mirador de la Cabra Montés, lo tomamos en sentido ascendente, pasando junto a las curiosas cuevas del Travertino, cercana a las ruinas del cortijo de Puerto Rico Alto, donde hicimos la “parada del plátano” y desde donde tendríamos que haber cogido el ramal que salía a la izquierda, es decir, el que pasa por el Puerto del Pino y el Puerto de Las Pitas, antes de retornar al arroyo Guadalpín. Pero por este sendero que casi todo el año suele ser un cauce de arroyo seco, iba bastante cargado de agua, por lo que preferimos continua ren dirección al Mirador de la Cabra Montés, o lo que es lo mismo, hacia la base de la Cruz de Juanar, tomando un ramal a la izquierda un poco más Adelante para bajar hasta la cabecera del Barranco de Puerto Rico, que tras vaderalo, nos pondría a prueba para remontar el zigzagueante sendero que nos lleva hasta las ruinas de “La Casa del Guarda”, donde llegamos a un nuevo cruce de senderos, volviendo a coincidir el ramal de la izquierda con nuestro camino a seguir, para descender en esta occasion hasta la cabecera del Barranco de “la Represa o de Las Lajas”, tras el cual ascendimos hasta el Puerto de “Las Adelfillas” (650 msnm). Y a partir de aquí más del 90% de lo que resta hasta retornar al punto de inicio ya es cuesta abajo, llegando en primer lugar a la “Junta de Ríos o Barrancos de Las Carihuelas y el de “Calañas” que remontamos unos 200 m hasta llegar al recóndito y mágico enclave de “la Fuente Calaña”, un precioso pilón abrevadero, de vital importancia para la fauna de la zona, y también antaño para el Ganado (digo antaño para el Ganado, porque hace años que no vemos ningún rebaño de ovejas o cabras domésticas por estos lares).
Tras la visita al precioso enclave de la “Fuente Calaña” estuvimos almorzando, y a partir de ahí, comenzamos a bajar el río, primero regresando sobre nuestros pasos hasta “La Junta de río o barrancos de La carihuela y Calaña” a partir del cual, ya iniciamos el descenso por el arroyo Guadalpín, que generalmente por aquí, a penas lleva un regato de agua, o directamente discurre por su capa freática, bajo los cantos rodados y bolos rocosos generalmente secos, pero por donde hoy circulaba el agua de banda a banda, aunque no con mucha profundidad, de manera que no nos veíamos obligados a caminar directamente por el agua, si teníamos un mínimo de precaución, ¡eso sí!, ayudándonos casi permanentemente de los bastones para mantener el equilibrio.

Un poco más Adelante, sale un ramal a nuestra izquierda, en el sentido de nuestra marcha, que discurre a media ladera, a lo largo de un kilómetro o algo más, dejando a nuestra izquierda un par de ramales de sendero que nos llevarían al Puerto de Las Pitas, y a la derecha, el cauce del arroyo Guadalpín, al que volvemos a descender, caminando durante un corto trecho en paralelo a su orilla, hasta llegar a otro vado (hoy todos inundados), situado a la altura de las ruinas de “La Ermita de Los Monjes”, un edificio cuyos orígenes se remontant al Siglo XVI, La ermita de los Monjes es un espacio arqueológico por descubrir. Ninguna institución pública lo ha estudiado a pesar de su indudable interés histórico y etnográfico. La asociación “Cilniana” que desde el año 2011, vienen llevando a cabo, una importante labor de limpieza y desbroce del entorno de la ermita, con la colaboración de 40 voluntarios. Sumándose a la impagable labor de “Mujeres en las Veredas” gracias a las cuales, la red de senderos de Marbella es una de las mejor mantenidas de toda la provincia de Málaga.

Tras la limpieza que se llevó a cabo en 2021, uno de los grandes conocedores de la historia del municipio, Javier Soto, planteó la hipótesis de que, dada la existencia de restos de viviendas, bancales, corrales, eras, incluso una acequia, etc., “hubiese una alquería con explotaciones agrícolas y ganaderas, que bien pudo ser abandonada con anterioridad a la entrega de la ciudad de Marbella a los Reyes Católicos, o bien formada posteriormente a raíz del decreto por el que los moriscos debían dejar las tierras cercanas al mar, situándose a una legua de ella”. Soto puntualiza que para poder fundamentar esta hipótesis con más rigor, “sería necesario la realización de una prospección, así como un estudio minucioso de las construcciones de la zona, pues actualmente su interior, se encuentra muy cubierto de maleza, impidiendo la localización de restos que puedan permitir una datación más concreta”.

Una de las pocas menciones que constan de este enclave de Los Monjes la da Don Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, que lo describía como el ““… residuo de un antiguo monasterio. Su título es Nuestra Señora de las Angustias y a ella es donde suelen acudir en penitencia o por promesas los habitantes de Marbella y otros pueblos del contorno. Tiene un ermitaño que cuida del edificio y del culto, siendo bastante para uno y otro objeto las limosnas de los fieles”.

Un episodio refleja el casi abandono de la ermita. Lo explica el historiador Francisco Moreno en una de las historias de su página web http://marbellenses.blogspot.com/2010/02/sierra-blanca-ascenso-y-descenso.html. La zona de los Monjes fue testigo de la experiencia que vivió en 1945 el escritor, periodista y alpinista Arnaldo de España tras su subida ese verano a La Concha. En el descenso se quedó sin agua y sufrió el tormento de la sed hasta que llegó a los Monjes y encontró una charca sucia “en la que saciamos el ansia casi con ferocidad, y recuerdo con rabia, que cuando me acercaba a los labios el vaso número cinco, el canto alborozante de un gallo allí mismo nos indicó la existencia probable de humanos entre las ruinas… una familia menesterosa ocupa un rincón ingeniosamente habilitado para su uso y allí está dedicado al pastoreo y venta de leche y quesos”.

Por último, sobre este paraje recuerda Dolores Navarro, presidenta de Mujeres en la Vereda, “que hace muchos años los guardias forestales tenían una huerta en los alrededores de la ermita”.

Finalizada la observación de este peculiar enclave, tras sólo nos quedaba recorrer los 2 últimos kilómetros de sendero fluvial que acompañan el arroyo Guadalpín hasta retornar al inicio de ruta, afrontando más de 7 vados, que en esta jornada nos obligaron a mojarnos en mayor o menor medida. ¡Eso s´!, recreándonos con una preciosa sucesión de pozas, pequeñas cascadas y rápidos y la terapeútica música acuática que tras estos últimos años de sequía fueron música celestial para nuestros oídos.