Atalaya de Luarca. Punta de la Encoronada. Portizuelo. Punta del Rubión. Barcia. Barcellina. La Encoronada.
near Villar de Luarca, Asturias (España)
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Trail photos
Itinerary description
La senda costera ofrece mumerosos puntos de interés a lo largo de su recorrido. Uno de los más atractivos a priori es la zona que comienza en la punta del puerto de Luarca, en la que se ubica una capilla y un notable cementerio, en cuya base se pueden ver antiguos cañones. Cerca se encuentra el hogar familiar de Severo Ochoa, el premio Nobel que es honra y patrimonio moral de Luarca y de Portizuelo, lugares en los que creció y a los que quiso volver en sus últimos años, y donde su recuerdo permanece mucho más allá del nombre de senda Severo Ochoa, que vemos en una de los paneles a cuyo lado pasamos. La finca familiar alberga ahora un hotel en el que se organizan actos culturales, y en su playa un grupo de ciudadanos franceses, probablemente alojados en el hotel, parecían participar en un curso de fotografía cuando pasamos.
El comienzo de la ruta está en nuestro caso al final de la ruta de otros, sobre la Atalaya de Luarca, en la Punta de la Encoronada, donde se encuentra uno de los cementerios más bonitos de la cornisa cantábrica. Aquí, en ese espléndido mirador sobre el río Negro, el puerto de Luarca y las playas vecinas, reposan los restos de uno de los científicos más ilustres nacidos en nuestro país, Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina en 1959. Poco más adelante encontramos una bonita capilla, la Ermita de Nuestra Señora la Blanca, y por delante de ella, algo más abajo, está el Faro de Luarca, lugar donde se han ambientado algunas leyendas, no historias, encontrables en internet.
Desde esa Punta volvemos hacia la base, donde parecen estar ubicadas varias instituciones educativas y, algo más lejos, sanitarias, y entre cuyos edificios cuesta un poco encontrar un poco aparente sendero que pasa por encima de la Playa de las Arreas en su camino hacia el este, en busca de Punta Enguilo y un litoral más tranquilo. No lo encontrará, la senda costera sube y baja en repetidas ocasiones hasta llegar a la Punta del Rubión, pero en ningún momento nos ofrece una playa tranquila. A cambio nos da montones de agreste belleza en sus desgarrados acantilados, donde la roca apenas puede contener el repetido embate de un mar hoy bastante tranquilo, pero por el que es mejor no aventurarse en días de marejada.
La senda transcurre en llano en su primera parte sobre el acantilado, pero pronto nos asomamos al barranco del arroyo de la Magdalena, que desemboca en la playa de Portizuelo. Una preciosa zona de costa donde transcurrió parte de la juventud del eximio Profesor, por una ruta a la que en un ponel informativo nos dicen que se le ha dado el nombre de Senda Severo Ochoa. Saliendo de la playa encontramos una pista asfaltada por la que pronto llegamos a una casa blanca que resulta ser un Hotel, rodeado de un muro de piedra seca. Algo después, entre los campos delimitados por árboles, empezamos a ver alguna cabra, varios caballos y cada vez más vacas, mientras la senda que nos lleva se acerca cada vez más al litoral, en la zona ya de de la playa Carretón. Aquí nos encontramos con una vía de tren, la FEVE, hundida varios metros por debajo del sendero, de la que volvemos a alejarnos para tener oportunidad en ver la rugosísima costa de El Chao y la vecina playa de La Escaladina. Volvemos a acercarnos, hasta estar al lado, a la vía ferrea, y luego volvemos a separarnos para disfrutar, mirando hacia atrás, de las vistas a El Chao. Se dice que la Naturaleza es sabia, pero también hay veces en las que es adecuadamente valorada por sus visitantes. ¿Saben cómo se llama esta zona?. La Maravilla, y eso lo dice casi todo.
Y ya llegamos a la punta del Rubíón, solo nos quedará la playa de los Molinos de Barcia antes de la ensenada de Canero, el camino no me parece muy claro en algunos puntos, y queremos hacer algo más hoy, así que aquí decidimos buscar la vuelta por un camino diferente. Así que nos vamos hacia el interior, en busca de Barcia y el lavadero de La Reguera. Es una zona de bonitos hórreos, y empiezan a verse llamativas casas de indianos, que serán incluso más frecuentes cuando crucemos el arroyo de la Magdalena y entremos en Barcellina.
Aquí seguimos una ruta errónea, inducida por lo que parecía un camino en el mapa, que no existe, al menos actualmente, por lo que ese trazado de salida por la derecha debe ser evitado. Una posibilidad es, pocos metros antes, escoger continuar por el camino que lleva a Portizuelo, para bajar por el hasta la senda costera, pero no nos gusta la idea, y escogemos continuar rectos por la VA-1, hacia el Hospital de Luarca, muy cerca ya de La Encoronada, donde hemos dejado el coche y termina la ruta.
En conjunto, una ruta muy bonita, de longitud media y desnivel leve, en la que destaca la belleza de la costa, pero no son desdeñables las abundantes casas de indianos, los ejemplos de arquitectura rural típica y la Encoronada, que me parece bellísima. No hay puntos de dificultad técnica significativa, por lo que podría considerae fácil esta ruta para cualquier senderista con mínimo entrenamiento, pero no es recomendable para personas con limitacione de movilidad o mal estado físico. Calzado de montaña, bastones, sombrero, agua y algo de comida son buenas ayudas.
El comienzo de la ruta está en nuestro caso al final de la ruta de otros, sobre la Atalaya de Luarca, en la Punta de la Encoronada, donde se encuentra uno de los cementerios más bonitos de la cornisa cantábrica. Aquí, en ese espléndido mirador sobre el río Negro, el puerto de Luarca y las playas vecinas, reposan los restos de uno de los científicos más ilustres nacidos en nuestro país, Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina en 1959. Poco más adelante encontramos una bonita capilla, la Ermita de Nuestra Señora la Blanca, y por delante de ella, algo más abajo, está el Faro de Luarca, lugar donde se han ambientado algunas leyendas, no historias, encontrables en internet.
Desde esa Punta volvemos hacia la base, donde parecen estar ubicadas varias instituciones educativas y, algo más lejos, sanitarias, y entre cuyos edificios cuesta un poco encontrar un poco aparente sendero que pasa por encima de la Playa de las Arreas en su camino hacia el este, en busca de Punta Enguilo y un litoral más tranquilo. No lo encontrará, la senda costera sube y baja en repetidas ocasiones hasta llegar a la Punta del Rubión, pero en ningún momento nos ofrece una playa tranquila. A cambio nos da montones de agreste belleza en sus desgarrados acantilados, donde la roca apenas puede contener el repetido embate de un mar hoy bastante tranquilo, pero por el que es mejor no aventurarse en días de marejada.
La senda transcurre en llano en su primera parte sobre el acantilado, pero pronto nos asomamos al barranco del arroyo de la Magdalena, que desemboca en la playa de Portizuelo. Una preciosa zona de costa donde transcurrió parte de la juventud del eximio Profesor, por una ruta a la que en un ponel informativo nos dicen que se le ha dado el nombre de Senda Severo Ochoa. Saliendo de la playa encontramos una pista asfaltada por la que pronto llegamos a una casa blanca que resulta ser un Hotel, rodeado de un muro de piedra seca. Algo después, entre los campos delimitados por árboles, empezamos a ver alguna cabra, varios caballos y cada vez más vacas, mientras la senda que nos lleva se acerca cada vez más al litoral, en la zona ya de de la playa Carretón. Aquí nos encontramos con una vía de tren, la FEVE, hundida varios metros por debajo del sendero, de la que volvemos a alejarnos para tener oportunidad en ver la rugosísima costa de El Chao y la vecina playa de La Escaladina. Volvemos a acercarnos, hasta estar al lado, a la vía ferrea, y luego volvemos a separarnos para disfrutar, mirando hacia atrás, de las vistas a El Chao. Se dice que la Naturaleza es sabia, pero también hay veces en las que es adecuadamente valorada por sus visitantes. ¿Saben cómo se llama esta zona?. La Maravilla, y eso lo dice casi todo.
Y ya llegamos a la punta del Rubíón, solo nos quedará la playa de los Molinos de Barcia antes de la ensenada de Canero, el camino no me parece muy claro en algunos puntos, y queremos hacer algo más hoy, así que aquí decidimos buscar la vuelta por un camino diferente. Así que nos vamos hacia el interior, en busca de Barcia y el lavadero de La Reguera. Es una zona de bonitos hórreos, y empiezan a verse llamativas casas de indianos, que serán incluso más frecuentes cuando crucemos el arroyo de la Magdalena y entremos en Barcellina.
Aquí seguimos una ruta errónea, inducida por lo que parecía un camino en el mapa, que no existe, al menos actualmente, por lo que ese trazado de salida por la derecha debe ser evitado. Una posibilidad es, pocos metros antes, escoger continuar por el camino que lleva a Portizuelo, para bajar por el hasta la senda costera, pero no nos gusta la idea, y escogemos continuar rectos por la VA-1, hacia el Hospital de Luarca, muy cerca ya de La Encoronada, donde hemos dejado el coche y termina la ruta.
En conjunto, una ruta muy bonita, de longitud media y desnivel leve, en la que destaca la belleza de la costa, pero no son desdeñables las abundantes casas de indianos, los ejemplos de arquitectura rural típica y la Encoronada, que me parece bellísima. No hay puntos de dificultad técnica significativa, por lo que podría considerae fácil esta ruta para cualquier senderista con mínimo entrenamiento, pero no es recomendable para personas con limitacione de movilidad o mal estado físico. Calzado de montaña, bastones, sombrero, agua y algo de comida son buenas ayudas.
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Moderate
Excelente ruta.
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Easy
Impresionante costa. Bellísima ruta.
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