Atienza. Recorrido urbano y monumental.

La villa de Atienza, hoy poco poblada (en parte por gentes venidas de otras partes), es una bonita población, asentada a los pies de un imponente castillo, cuya forma actual se estableció en los siglos XI y XII, tras la conquista cristiana, aunque en esa zona hay evidencias de población desde tiempos prehistóricos. Por ahí pasaron arévacos, romanos, visigodos y musulmanes anteriormente, y en los alrededores pueden encontrarse restos celtíberos y neolíticos. La Alta Edad Media fue su época de esplendor, en parte por su fidelidad a los reyes castellanos, llegando a contar con 14 iglesias, aunque a partir del siglo XV su importancia disminuyó, al tiempo que aumentaba la de la vecina Sigüenza. Resultó muy dañada durante la guerra de la Independencia, a inicios del siglo XIX, durante la cual fue cuartel general de las tropas del Empecinado. Hasta 1833 era parte de Castilla la Vieja y de la jurisdicción de Soria, pero a partir de esa época pasó a formar parte de la provincia de Guadalajara.
Llegamos a la población, camino del Hayedo de Tejera Negra, y pronto podemos comprender por qué esta zona no tiene nada que envidiar, en cuanto a clima, de Soria o Teruel. Luce el sol pero hace un frío que se las pela, en buena parte gracias al viento que sopla moderadamente. El hotel al que llegamos, el Convento Santa Ana, es una preciosa edificación muy bien rehabilitada, que llevan unos rumanos muy amables y que dan un excelente servicio (cenamos allí). En el centro hay varios bares, alguno de los cuales dan comidas; entramos en dos y ambos están atendidos por ucranianos (muy bien por cierto, en nuestra limitada experiencia). Tuvimos problemas para encontrar donde comer en otras poblaciones, así que puede que realojar personas de otros paises sea un buen alivio para esa España vaciada que en zonas como ésta resulta tan visible.
La ruta a pie comienza en la Carretera de Berlanga, al lado del antiguo Convento de Santa Ana, vecino al Cuartel de la Guardia Civil y actualmente transformado en un moderno y confortable hotel, con excelente precio. Desde ahí seguiremos por la Calle Real hasta encontrar la antigua iglesia de San Gil, ahora convertida en Museo. Más adelante encontraremos una fuente, antes de alcanzar la Plaza de España, donde podemos encontrar el Ayuntamiento, la Fuente de los Tritones y la Oficina de Turismo, además de varios bares abiertos, donde pudimos comer. Siguiendo hacisa nuestra izquierda encontraremos parte de la antigua muralla con el notable Arco de Arrebatacapas. Por detrás del arco, seguimos hacia la Iglesia de San Juan del Mercado, por detrás de la cual veremos la Plaza del Trigo (o del Mercado, o de Don Bruno Pascual Ruilópez), tal vez la más interesante de la población.
Siguiendo por la Calle San Pedro saldremos a un descampado superior, donde podremos encontrar la Plaza de Torax, y la antigua iglesia de la Santísima Trinidad, transformada en Museo en la actualidad; a poca distancia se encuentra la antigua iglesia de San Salvador. Algo por encima podremos encontrar la reproducción de la Espada de Hierro de Juego de Tronos, y algo más adelante otra iglesia: la de Santa María del Rey. Justo enfrente, en lo alto, vemos el cerro en el que asientan los restos del Castillo de Atienza, a cuya Torre del Homenaje se puede acceder, al igual que al Patio de Armas. Para entonces ya hay una lluvia fina, muy fría, con aspecto de aguanieve en algunos momentos, así que hay que acelerar el ritmo y recortar un poco el recorrido (teníamos previsto inicialmente pasar por el Mirador del Padrastro y después seguir hasta la iglesia de Nuestra Señora del Val, por fuera de las murallas).
Ahora recortamos hacisa la Calle Salida, donde podremos llegar hasta una fuente romana al lado de las murallas, y a la Iglesia de San Bartolomé, ahora convertida en Museo y que muestra una muy notable galería con arcos románicos. Desde ahí cruzamos las murallas para salir al Camino del Cid, por el que llegamos a la Calle Pozuelo y a la Calle Real. Poco después estaremos en el lugar de inicio de la ruta, donde fifaliza la grabación.
En conjunto una bonita visita a una ciudad de gran relevancia histórica, que conserva numerosos restos de la misma, y que puede ser fácilmente ampliada con mejor clima (o más ganas de soportarlo).