Bajil-Cuevas de Zaén (Moratalla, Murcia)

Extraido de http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,365,m,108&r=ReP-27952-DETALLE_REPORTAJESPADRE, y escrito por el geólogo de la UMU Francisco Guillén Mondéjar:

"Los depósitos marinos y de transición, deltas y playas, de las cuencas sedimentarias sinorogénicas del Mioceno medio afloran con unas sucesiones estratigráficas extraordinarias en el norte de Moratalla. Todo el campo de San Juan, hasta incluso Benizar [aquí me he permitido destildar el Benízar de Guillén] tiene un gran interés paleogeográfico y sedimentológico ya que forma parte de la antigua conexión entre el Atlántico y el Mediterráneo, el denominado Estrecho Norbético.
Los parajes del Calar de las Cuevas de Zaén y Bajil, constituyen la última fase del cierre de este estrecho, donde se ha conservado de una forma excepcional un abanico deltaico, y el último episodio transgresivo, subida del nivel del mar, previo al cierre de este estrecho. Lo que confiere a este paraje natural de Murcia como un Lugar de Interés Geológico de escala nacional."

Dicho lo anterior (absolutamente mollar) y volviendo al planeta de los andarines de a pie -valga la redundancia-, no debes dejar de patear este lugar, término municipal de Moratalla, con varias curiosidades de distinto tipo: geológicas, históricas (y prehistóricas), antropológicas, etc.
Para ser mediados de noviembre, el tiempo fue fantástico, casi demasiado fantástico, diría yo, porque andar esa zona con algo de nube y fresco debe ser más esponjador para el alma.
Por suerte, es un track fácil de conseguir y repetido en Wikiloc, aunque la suerte extra para mí fue hacerlo junto al grupo de Santomera QUIJAR DE LA VIEJA y sus sabios del sendero y fantásticos reporteros gráficos. Muchas gracias, Blas y compaña.
Partimos de Bajil y pasamos por Bajil del Cenajo, poblaciones ambas a las que si les quitamos uno o dos habitantes dejan de ser tales poblaciones. Caminamos un muy buen rato por el chaparral de Bajil, al que no debemos acceder sin GPS de algún tipo, y más si somos un poco pardillos en esto del monte, porque es un verdadero mar de encina baja en el que no resulta difícil desorientarse. Casi imposible ver paisaje exterior, pero fantásticas formas en las encinas, mucho musgo, mucho hongo (genial el descubrimiento de la seta PEO DE MONJA, con exhibición práctica de Blas), y visita incluida a la cueva de los Morciguillos (junto con la DE LA IGLESIA, se puede encontrar información sobre ellas en la web mencionada arriba). Por último, y antes de salir del Chaparral, subida al Puntal de Cárdenas (1435 metros, el punto más alto de la ruta) donde sí que nos explayaremos con las vistas soberbias de todo el Campo de San Juan.
Tras salir del chaparral ya se puede ir a un paso un poco más vivo. Atravesamos el Rincón de los huertos y repechamos un poco hasta llegar a la cañada de Bajil. Imprescindible parar en la fuente-balsa-lavadero a tomar un bocado (en nuestro caso fue la comida-comida) y disfrutar del sonido del agua. Visita a un abrigo (cueva del Esquilo) donde se puede ver el famoso Barco de Bajil, pintura sencilla en la pared, quizás de algún lugareño que hace unos cuantos siglos vio un barco en algún puerto de mar y lo dejó reflejado aquí.
Subimos después al Cerro de las Víboras, importantísimo por su pasado Calcolítico y Argárico, donde podremos observar los restos del poblado y de un pequeño dolmen.
Tras esto, volvemos a pasar por Bajil y hacemos el último esfuerzo para recorrer el último kilómetro y medio hasta las cuevas de Zaén, otra de las estrellas de la jornada.
Se podría empezar la ruta aquí, pero dejarlas como colofón fue muy buena idea por parte del Quijar. En el pequeño pradillo que da a Zaén ( a los Zaenes, habría que decir: De arriba y De abajo) hay que tumbarse un rato tras ver las cuevas, y dejar que se te llene el corazón de paz, mientras disfrutas de un paisaje cojonudo, y más después del tute que nos hemos pegado.

Dificultad técnica cero, a no ser que quieras hacer el cabra por el interior de alguna de las cuevas. Pongo moderado por el kilometraje y el tiempo empleado. Por cierto, con ORUXMAPS se me va como un kilómetro de más, comparado con las mediciones de GPS de verdad, así que tenedlo en cuenta.


Fotos por cortesía de Blas Rubio, José Marín y José Ramón Poveda (del comando ilicitano). Gracias a los tres.

Termino con parte de la crónica de la ruta -que él titula, requeteacertadamente, RINCONES MÁGICOS DE MORATALLA- que hace Blas Rubio en su facebook y en el blog del Quijar, y que recomiendo leer completa si piensas andarte esto (y si no, también). Extraigo este montoncico de palabras suyas porque son un buen resumen y porque alude directamente a un servidor y al puñado de amigos que saboreamos la jornada hasta el último trago:

"[...] Tumbados en el césped, imaginando una puesta de sol que nunca volverá a repetirse en la vida de los senderistas, los andarines se niegan a volver sobre sus pasos hasta Santomera. La naturaleza les llama a quedarse allí, prendados, presos de ecos prehistóricos e historia geológica. No tengo más remedio que romper el encanto de los últimos de Zaén para recordarles que a algunos les espera la familia, y más abajo, en Bajil, el chófer y coche que los trajo. Vuelven, volvemos, los últimos. El sol ilumina los cuerpos mostrándolos a contraluz. Espíritus que quedarán para siempre en los conglomerados de las Cuevas de Zaén, vagando alegremente y retozando por su verde suelo en espera de puestas de sol maravillosas, en compañía de verdes higueras, de enebros, de chovas piquirrojas, de cárabos y de aviones roqueros. Nos despide Antonio, uno de los últimos de Bajil, inmortalizado hasta por cámaras francesas. Nos dice que en ningún lugar del mundo se vive como allí. Hasta me permite acogerlo bajo mi brazo para inmortalizarme junto a él. Una última mirada a Bajil de los Cenajos, el Chaparral de Bajil, el Puntal de Cárdenas, las banderas patrióticas de las Casas Cueva y el sol dorado que se cuela entre los nogales, desapareciendo por los últimos pinos del calar. No quiero irme. Los que nos han dejado solos a los exquisitos no saben lo que se han perdido. Fuera de mi humilde objetivo, renqueando todo el día y negándose a obedecer, quedaron. Nosotros disfrutamos también por ellos. Uno de estos días vuelvo y hago vivac viendo marcharse el sol, me niego a que muera, y con la compañía de millones de estrellas. Solo, en silencio, escuchando el sonido del silencio, que sí, que se puede oíri estando muy callado. Volveré. Gracias a todos los que me hicisteis compañía y lo que pude aprender de vosotros. Qué grandes sois. Amén."