Baños de la Encina y embalse del Rumblar. Sendero del Bronce. Fortín Migaldías. Calzada romana.
near Baños de la Encina, Andalucía (España)
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Itinerary description
Bellísima ruta por la Sierra Morena, en la Dehesa del Cristo, entre Baños de la Encina y el embalse del Rumblar, con unos senderos de excepción incluidos en el conjunto de Senderos del Bronce, aunque también los romanos y los pastores trashumantes de épocas más modernas dejaron por aquí su huella.
El embalse del Rumblar, un afluente del Guadalquivir formado en el propio embalse por la unión de los ríos Grande y Pinto, con usos recreativos, además de para el riego y producción eléctrica, con una capacidad de 126 hm3 (140 según embalses.net), aunque en las últimas semanas su ocupación media es inferior a 50 hm3, por lo que el nivel de las aguas es bastante bajo. Su entorno, en la Sierra Morena, es muy bello y está catalogado como lugar de interés comunitario, y en el se puede encontrar una considerable riqueza biológica junto a evidencias de un pasado histórico de gran interés, cuyo lugar más relevante puede ser el Yacimiento Arqueológico de Peñalosa, de época argárica (lo que se traduce en unos 4.000 años de antiguedad), pero hay otros muchos aspectos de interés histórico. El sendero que seguiremos en buena parte del recorrido es denominado Sendero del Bronce, o de los Guerreros del Bronce, en recuerdo de los asentamientos de pobladores prehistóricos que se dedicaban a la minería para la obtención de cobre, así como a su transformación y comercializacion. No fué Peñalosa el único poblado existente, otros (como La Verónica, el Cerro de la Obra y otros de menores dimensiones) fueron igualmente centros de actividad productora. Pero no es la producción el único aspecto de interés, la defensa y control territorial se efectuaba mediante el establecimiento de puestos fortificados (de ahí el nombre de Fortines), situados en lugares estratégicos apropiados para la vigilancia y defensa. Uno de esos puestos, el Fortín de Migaldias, del que nada sabíamos al empezar la ruta, fue una de las muy agradables sorpresas que nos deparó esta ruta.
Sucesivas oleadas de pobladores fueron introduciendo cambios en las formas de vida y organización social de los poblados. Y esos cambios siguieron produciéndose hasta muchos siglos después, cuando grupos de pastores trashumantes se establecían periódicamente en la zona para alimentar a sus rebaños, colisionando con los intereses de pobladores ya establecidos, en un marco de conflicto duradero que refieren con detalle diversos carteles informativos que el caminante encuentra a su paso, junto a los restos del paso de esas poblaciones. Todo ello contribuye a crear un cuerpo de información sobre el pasado de esta tierra bellísima, al que éramos ajenos antes de pasar por aquí, que nos parece tan interesante como bello es el entorno. No aportaré más información porque, como cuando te aconsejan ir a ver una película o leer un libro, lo más respetuoso con el futuro visitante es dejar la historia abierta para que desarrolle su opinión personal sin influencias de terceros. Pero sí me permitiré decir que parece claro que, muchos años antes de que quede registro escrito, la arqueología nos muestra evidencias de que había gente muy inteligente, con formas de organización social adaptadas a la época, pero tal vez no muy diferentes en lo sustancial de lo que se puede encontrar en épocas históricas mucho más recientes, y eso incluye el conflicto permanente y sus derivados, las medidas de protección y la actividad agresora, con la posible ventaja de que los grupos, de mucho menor tamaño que los más recientes, fueran mucho más homogéneos en la forma de actuar dentro del grupo. Tal vez eso permita asumir que el aumento de los conflictos dentro de las poblaciones es la consecuencia lógica de su aumento de tamaño, y tal vez eso sea lo que más apoya el deseo de la vuelta a la naturaleza, o a la soledad, de algunas personas; pero eso no es algo nuevo, otro de las cosas a recordar de Baños es la ubicación de la torre del homenaje en el Castillo de Burgalimar, que vigila el pueblo, de donde tal vez los señores esperaban más problemas que del exterior. Y eso se construyó hace bastantes siglos.
La ruta comienza a la entrada del Hotel Baños, y baja hacia la carretera (Avda José Luis Messía), para continuar por un sendero, en una zona poco limpia al principio, hasta que, tras pasar unas huertas, entra en la zona de bosque para iniciar el recorrido por el Sendero del Bronce. Más adelante cruzaremos una carretera asfaltada, y seguiremos por un camino sin asfaltar, que se continua en un bonito sendero que desciende léntamente por la Dehesa del Cristo hasta llegar al Mirador de los Guerreros del Bronce, desde donde tenemos excelentes vistas sobre el embalse y la zona serrana vecina; no se ve el Yacimiento de Peñalosa desde ese mirador, para hacerlo se puede bajar hacia la izquierda por un sendero que llega al final de la carretera asfaltada, desde donde sí se ve Peñalosa (pero lo mejor es ir a Yacimiento para pasar un buen rato viéndolo ahora que está casi al completo por encima del nivel del agua).
Seguimos desde el Mirador por la derecha, continuando por el camino ribereño que es aquí el Sendero del Bronce, para cruzar sobre el Arroyo Jamaleño, y continuar luego, al borde del agua, contorneando la ribera, llegando a la zona donde son más aparentes las huellas de los pastores de la trashumancia. Pasaremos el Arroyo del Paridero y continuaremos algo más de 2 km por un paisaje bellísimo, hasta llegar a un montículo donde vemos las señales que nos anuncian la cercanía del Fortín de Migaldias. Sorprendidos, continuamos hacia el Fortín, que resulta ser un pequeño poblado fortificado, muy bien conservado, en la zona alta de un cerro que domina sobre el Arroyo de Alcubilla y una amplia zona del embalse, moderno telón de fondo a un lugar de relevancia prehistórica.
Volvemos atrás, hacia la base del cerro, y continuamos por el sendero hacia Baños de la Encina por la ladera alta de una pequeña sierra. A poco más de 500 metros encontramos muchas piedras talladas y un poste informativo nos advierte de que el camino que baja por nuestra izquierda hacia el Arroyo Alcubilla (camino por el que avanzaremos un rato) corresponde a una antigua Calzada Romana. Volvemos atrás y ya seguimos por el camino que nos llevará de vuelta a Baños de la Encina, pasando por zonas de corrales antes de entrar en la zona urbana y dirigirnos hacia la Ermita del Cristo del Llano, que está cerrada, por lo que seguimos hacia el Hotel Baños, donde termina la ruta.
En conjunto una preciosa ruta, bastante fácil y apropiada incluso para niños, muy bella en cuanto a vegetación y por el embalse, e interesantísima en lo histórico-cultural. Me dijeron que era habitual ver animales (cérvidos principalmente), pero no tuve esa suerte.
Calzado de montaña, bastones, agua suficiente y protección solar y térmica según necesidad son aconsejables.
El embalse del Rumblar, un afluente del Guadalquivir formado en el propio embalse por la unión de los ríos Grande y Pinto, con usos recreativos, además de para el riego y producción eléctrica, con una capacidad de 126 hm3 (140 según embalses.net), aunque en las últimas semanas su ocupación media es inferior a 50 hm3, por lo que el nivel de las aguas es bastante bajo. Su entorno, en la Sierra Morena, es muy bello y está catalogado como lugar de interés comunitario, y en el se puede encontrar una considerable riqueza biológica junto a evidencias de un pasado histórico de gran interés, cuyo lugar más relevante puede ser el Yacimiento Arqueológico de Peñalosa, de época argárica (lo que se traduce en unos 4.000 años de antiguedad), pero hay otros muchos aspectos de interés histórico. El sendero que seguiremos en buena parte del recorrido es denominado Sendero del Bronce, o de los Guerreros del Bronce, en recuerdo de los asentamientos de pobladores prehistóricos que se dedicaban a la minería para la obtención de cobre, así como a su transformación y comercializacion. No fué Peñalosa el único poblado existente, otros (como La Verónica, el Cerro de la Obra y otros de menores dimensiones) fueron igualmente centros de actividad productora. Pero no es la producción el único aspecto de interés, la defensa y control territorial se efectuaba mediante el establecimiento de puestos fortificados (de ahí el nombre de Fortines), situados en lugares estratégicos apropiados para la vigilancia y defensa. Uno de esos puestos, el Fortín de Migaldias, del que nada sabíamos al empezar la ruta, fue una de las muy agradables sorpresas que nos deparó esta ruta.
Sucesivas oleadas de pobladores fueron introduciendo cambios en las formas de vida y organización social de los poblados. Y esos cambios siguieron produciéndose hasta muchos siglos después, cuando grupos de pastores trashumantes se establecían periódicamente en la zona para alimentar a sus rebaños, colisionando con los intereses de pobladores ya establecidos, en un marco de conflicto duradero que refieren con detalle diversos carteles informativos que el caminante encuentra a su paso, junto a los restos del paso de esas poblaciones. Todo ello contribuye a crear un cuerpo de información sobre el pasado de esta tierra bellísima, al que éramos ajenos antes de pasar por aquí, que nos parece tan interesante como bello es el entorno. No aportaré más información porque, como cuando te aconsejan ir a ver una película o leer un libro, lo más respetuoso con el futuro visitante es dejar la historia abierta para que desarrolle su opinión personal sin influencias de terceros. Pero sí me permitiré decir que parece claro que, muchos años antes de que quede registro escrito, la arqueología nos muestra evidencias de que había gente muy inteligente, con formas de organización social adaptadas a la época, pero tal vez no muy diferentes en lo sustancial de lo que se puede encontrar en épocas históricas mucho más recientes, y eso incluye el conflicto permanente y sus derivados, las medidas de protección y la actividad agresora, con la posible ventaja de que los grupos, de mucho menor tamaño que los más recientes, fueran mucho más homogéneos en la forma de actuar dentro del grupo. Tal vez eso permita asumir que el aumento de los conflictos dentro de las poblaciones es la consecuencia lógica de su aumento de tamaño, y tal vez eso sea lo que más apoya el deseo de la vuelta a la naturaleza, o a la soledad, de algunas personas; pero eso no es algo nuevo, otro de las cosas a recordar de Baños es la ubicación de la torre del homenaje en el Castillo de Burgalimar, que vigila el pueblo, de donde tal vez los señores esperaban más problemas que del exterior. Y eso se construyó hace bastantes siglos.
La ruta comienza a la entrada del Hotel Baños, y baja hacia la carretera (Avda José Luis Messía), para continuar por un sendero, en una zona poco limpia al principio, hasta que, tras pasar unas huertas, entra en la zona de bosque para iniciar el recorrido por el Sendero del Bronce. Más adelante cruzaremos una carretera asfaltada, y seguiremos por un camino sin asfaltar, que se continua en un bonito sendero que desciende léntamente por la Dehesa del Cristo hasta llegar al Mirador de los Guerreros del Bronce, desde donde tenemos excelentes vistas sobre el embalse y la zona serrana vecina; no se ve el Yacimiento de Peñalosa desde ese mirador, para hacerlo se puede bajar hacia la izquierda por un sendero que llega al final de la carretera asfaltada, desde donde sí se ve Peñalosa (pero lo mejor es ir a Yacimiento para pasar un buen rato viéndolo ahora que está casi al completo por encima del nivel del agua).
Seguimos desde el Mirador por la derecha, continuando por el camino ribereño que es aquí el Sendero del Bronce, para cruzar sobre el Arroyo Jamaleño, y continuar luego, al borde del agua, contorneando la ribera, llegando a la zona donde son más aparentes las huellas de los pastores de la trashumancia. Pasaremos el Arroyo del Paridero y continuaremos algo más de 2 km por un paisaje bellísimo, hasta llegar a un montículo donde vemos las señales que nos anuncian la cercanía del Fortín de Migaldias. Sorprendidos, continuamos hacia el Fortín, que resulta ser un pequeño poblado fortificado, muy bien conservado, en la zona alta de un cerro que domina sobre el Arroyo de Alcubilla y una amplia zona del embalse, moderno telón de fondo a un lugar de relevancia prehistórica.
Volvemos atrás, hacia la base del cerro, y continuamos por el sendero hacia Baños de la Encina por la ladera alta de una pequeña sierra. A poco más de 500 metros encontramos muchas piedras talladas y un poste informativo nos advierte de que el camino que baja por nuestra izquierda hacia el Arroyo Alcubilla (camino por el que avanzaremos un rato) corresponde a una antigua Calzada Romana. Volvemos atrás y ya seguimos por el camino que nos llevará de vuelta a Baños de la Encina, pasando por zonas de corrales antes de entrar en la zona urbana y dirigirnos hacia la Ermita del Cristo del Llano, que está cerrada, por lo que seguimos hacia el Hotel Baños, donde termina la ruta.
En conjunto una preciosa ruta, bastante fácil y apropiada incluso para niños, muy bella en cuanto a vegetación y por el embalse, e interesantísima en lo histórico-cultural. Me dijeron que era habitual ver animales (cérvidos principalmente), pero no tuve esa suerte.
Calzado de montaña, bastones, agua suficiente y protección solar y térmica según necesidad son aconsejables.
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Excelente ruta
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Bonita, interesante y fácil ruta por Sierra Morena.
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Paisaje hermoso
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