Bardenas Reales

Las Bardenas son unas tierras desérticas de posesión real, hablamos del año 882, y que el rey francés, adoptado, como Felipe V, concedió por el 1705 a unas entidades navarras, los congozantes, el derecho de explotación. De clima estepario, sus suelos se componen de arcillas, yesos y areniscas, donde la erosión producida por agua y viento han esculpido sorprendentes formas, las más llamativas son sus cerros aislados llamados cabezos, mesetas de estructura tabular con múltiples viseras y terrazas, barrancos producidos por cauces de aguas torrenciales, llamados cárcavas, todo ello dan a esta reserva de la biosfera un tono de paisaje lunar, un mundo extraterrestre donde es una satisfacción poder andar por sus caminos, senderos y prados.
Pasado el vecindario de Valareña, Egea de los Caballeros, cruzamos el canal de las Cinco Villas, tomaremos a la derecha la primera pista, transitable para toda clase de vehículos, rozaremos la zona militar de tiro aéreo, y en unos 12 kms encontramos las ruinas del corral de Mendigatxa, con un espacio para dejar nuestro vehículo, nos encontramos en la Bardena Baja Blanca, la mas desértica, la ruta la iniciamos por una senda por detrás del cabezo Sanchicorrota de 425 mts de altura, está prohibido escalar, a medida que vamos ascendiendo desde algunas terrazas o miradores nos detenemos a ver el paisaje descomunal, absortos ya desde los primeros instantes que pisamos estas tierras, pasada la plana del Rallón coronamos su cima, es la más alta de la zona tiene 500 m, un otero que nos permite observar los tonos blanco-amarillos y rosados de las arcillas con los regueros profundos que ha surcado el agua, toda la plana vista desde esta atalaya es magnífica, un panorama de los mas maravillosos que este país nos regala, por la cañada de los Roncaleses accedemos a la plana dando la espalda a la Raya otro cabezo de 498 m, y al fondo vemos el Pizkerra nuestro siguiente objetivo, se parece a las escenas de algunas películas, tierra de bandoleros pues por sus alrededores e escondió del rey Juan II, Sancho de Rota, prófugo de la justicia y que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, se mando todo un ejército para apresarle y este bandolero, Sanchicorrota, se suicido cuando se vio acorralado, lo que ocurrió con su cadáver es un regalo real, subir a este monte de 476 m, se hace por una senda un tanto inclinada, en su cima de escarpadas paredes tabulares, paisaje único y fascinante nuestro tiempo se detiene, unos buitres Leonados asustados de aquellos extranjeros emprenden su calmoso vuelo, devolviéndonos a la realidad, por el horizonte adivinamos varias nubes que descargan, acercándonos a sus chaparrones, el descenso será rápido, nos enfilamos por el paso de los ciervos, una ancha garganta entre lomas que nos desciende unos pocos metros, por una ventana natural, accedemos a una plana donde descubrimos un barranco, el barranco de los Cambrones y decidimos caminar por él, ha sido un acierto porque las formaciones esculpidas en sus paredes, puentes naturales , cavidades de todos los tamaños, nos ha sabido a gloria, un regalo de los dioses, para finalizar nuestra ruta. Hemos andado juntos Belén, Antonio y Julián.