BARINAS, RUTA DE LAS CUEVAS DE EL ASIENTO

RUTA REALIZADA EL 03/12/2016.
CÓMO LLEGAR: Por la CV-84 dirección Aspe. En la rotonda continuar por la CV-845, pasar por Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y en la pedanía de Barbarroja entramos en la región de Murcia por la MU-410, pasar Macisvenda y llegar a Barinas. En el primer semáforo girar a la derecha por la calle de Los Carujos, a unos 70 metros hay espacio para aparcar.
COMPONENTES: VICENTE, PEPE, PATRO Y SANTI.
ITINERARIO: BARINAS / CUEVA DE LA TÍA RAIMUNDA / SIMA DE LA BURRA BLANCA / PINO CANDELABRO / CUEVA DEL PINTAMONAS / VÉRTICE DEL ASIENTO / PICO DEL ASIENTO / CUEVAS DE LOS SANTOS / BARINAS.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 9,3 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:35 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 855 M. (El Asiento)
ALTURA MÍNIMA: 435 (Inicio ruta)
DESNIVEL POSITIVO: 591 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 591 M.
DIFICULTAD: MODERADA.
LA RUTA: Por exigencias deportivas, hoy tenemos “el clásico”, ruta corta y cercana, pero no por ello menos exigente. Al Asiento ya habíamos subido hace unos dos años, aunque hoy haremos algo distinto, visitando sus cuevas y simas, que son numerosas y difíciles de localizar. Para ello hemos unido dos track y este ha sido el resultado.
Como suele pasar a finales de otoño por los cambios horarios, de camino o al llegar al punto de inicio nos sorprenden hermosos amaneceres, el de hoy ha sido espectacular. Por la cañada del Pelao hemos acercado el coche hasta el lugar donde se cierra la ruta circular, con vistas a La Pila, el Cantón, el Zulum y el Agudo.
Dejamos atrás una curioso cerro de forma cónica cubierto de matorral de esparto, es el Cabezo Molina (544 m.). El camino toma dirección a la sierra y a una enorme casona derruida donde gira a la izquierda junto a un recinto cerrado con una colonia de extranjeros que viven en casas portátiles.
Marchamos por una casa de campo con terreno plantado de viña y por otra colina algo más baja que la anterior, entre bancales de almendros deshojados y otra gran casa en ruinas que dominaba toda la zona. En sus tiempos debió ser un área muy próspera de terrenos agrícolas puesto que se suceden las casas abandonadas.
En un momento dado dejamos el camino principal por un ramal a la izquierda que se adentra en una barranquera poco profunda. Al poco desaparece el camino y campo a través, guiados por algunos mojones, empezamos a subir por la ladera hasta que vemos un mojón más grande que nos sube a la otra vertiente.
El track nos marca un waypoint de la primera cueva, merodeamos entre los pinos pero no aparece, pensamos que es pequeña o está muy oculta entre la vegetación. Insistimos y al final logramos localizarla. Desde la parte alta es muy difícil verla, así que la rodeamos hasta llegar a la parte más baja.
La Cueva de la Tía Raimunda es un agujero que luego se amplía en su interior, su acceso es muy complicado por lo que decidimos no bajar. Realmente tiene cierto peligro puesto que no hay nada que indique su existencia. No tiene un sendero claro para llegar, pero cualquiera que esté paseando por el monte, o un cazador, podrían tener un accidente.
Proseguimos subiendo sin senda hasta arriba de la loma, donde tenemos una mirada a una pequeña cantera cercana a la Sierra del Cantón, es una lástima que la bruma nos impida ver su agreste silueta. En la otra vertiente también se acortan las panorámicas. Ahora vamos en pos de la Sima de la Burra Blanca.
Ya solo el nombre de sima, nos hacer ser más precavidos en su localización. Está claro que el autor de este track es una persona de la zona y gran conocedor de esta sierra. Al estar mucho más atentos la localizamos antes, también porque forma un gran socavón o falla que resulta más visible.
Sima de la Burra Blanca. La vegetación tapona su visibilidad y su acceso no es posible sin material de espeleología. Infructuosamente intentamos fotografiar su entrada desde varios ángulos, pero su alargada y estrecha grieta no da opciones, no queremos correr riego alguno y lo dejamos.
Continuamos nuestra labor de investigación en esta sorprendente sierra, cubierta de un manto de matorral bajo y abundante pinar de pequeño porte. En uno de los Tracks tenemos un desvío de ida y vuelta a la Cueva Negra, que decidimos no ir por no alargar la ruta o que resulte poco atractiva su visita.
Nuestra próxima referencia es el Pino Candelabro, que resulta más sencillo de localizar al ser de mayor tamaño y por su peculiar forma. Este pino es una reseña importante puesto que desde él haremos un corto trayecto de ida y vuelta a la Cueva del Pintamonas, para proseguir luego hasta la cumbre.
Pese a su pomposo nombre, la Cueva del Pintamonas, es un agujero pequeño al que se podría acceder con material adecuado. Por su tamaño no sabemos si lo que hemos encontrado es realmente la entrada a la cueva que se ensanchará en su interior, o es un respiradero. Indagamos un poco sin resultado alguno.
Regresamos al Pino Candelabro y en pocos pasos tenemos a la vista el vértice geodésico de la cima. El Asiendo (854 m.), la bruma de una nube baja no nos dejar ver las panorámicas de los alrededores. Buscamos un hueco entre carrascas y pinos donde protegernos de la humedad y del aire para nuestro almuerzo.
Luego continuamos un corto tramo de ida y vuelta hacia una loma que sobresale, es el Pico de El Asiento (833 m.) marcado por un mojón de piedras y una caña. Seguimos sin vistas, la Sierra de La Pila no aparece y la Sierra del Cantón apenas se distingue, con una nube baja enganchada en su penacho.
Retrocedemos unos pasos para asomarnos a un barranco donde nos parece ver trazos de senda comenzando una bajada escalonada entre rocas. Al girar a la izquierda hacia la otra vertiente nos sorprende la rudeza de sus paredes, es un cambio radical y agreste. Llegamos a las Cuevas de los Santos.
Las rojas paredes calizas están agujereadas por pequeñas cuevas, cárcavas y oquedades semejantes a hornacinas, quizás por eso su nombre popular. Descendemos cerca de ellas pasando por la base de algunas, tienen poca profundidad y deficiente refugio pueden dar en caso de lluvia o mal tiempo.
Llegamos al centro del barranco donde las paredes formas un diminuto circo, por supuesto seguimos sin senda y atentos al GPS que nos marca la dirección más o menos correcta, y el resto es intuición montañera buscando el mejor paso. En la parte alta hay buenos ejemplares de pino debido a que están más protegidos.
Es una bajada lenta y técnica con mucho matorral de esparto, cambiamos de lado buscado el curso del cauce, por donde el agua baja estrepitosamente en las lluvias, el suelo es más estable y hay menos piedras sueltas. Hacia arriba el barranco nos deja bonitas estampas ahora que las nubes comienzan a deshilacharse.
Al final del descenso encontramos una enorme piedra junto a un terraplén que tenemos que rebasar, dando las últimas miradas a la Sierra de Barinas. Entroncamos con una especie de senda junto a un extraño puesto de caza, cubierto con unas chapas y en cuyo interior han colocado el asiento de un 2 CV.
A la vista tenemos el pueblo de Barinas, y el cerro Cabeza de Molina donde tenemos el coche. Seguimos bajando, enlazando con diversos caminos con alguna casa derruida y entre bancales de almendros. Cerramos esta entretenida ruta, de nivel moderado pero en la que se hace imprescindible el manejo del GPS.