Barranco Berriel

El Barranco de Berriel tiene una estructura similar a la de otros barrancos del sur de Gran Canaria: angosto y profundo, roca desnuda en paredes casi verticales, cardones y tabaibas por toda vegetación, en un paisaje marcado por la aridez.

Sin embargo, después de varios días de lluvias, el fondo del Barranco de Berriel se anima con un reguero de agua que forma pequeñas cascadas y charcas de un tamaño y profundidad suficiente para refrescarse del calor de la caminata.

La ruta comienza en una explanada frente a Bahía Feliz, que sirve de aparcamiento y de donde parte un camino que cruza la autopista GC-1 por debajo y nos va encaminando hacia el barranco.

La primera parte es bastante monótona porque caminamos por en medio de un secarral sin ningún interés. La aparición de los primeros cardones y la vista del muro del embalse de la Monta nos indica que nos empezamos a adentrar en el barranco, cuyos márgenes se van estrechando y elevando a medida que avanzamos.

Sin embargo, no es hasta bien pasados los dos kilómetros de marcha cuando nos encontramos con un primer charco aislado. Pero según ascendemos por el barranco los charcos empiezan a proliferar, hasta encontrarnos con un reguero de agua y una sucesión de pozas y pequeñas cascadas.

El camino empieza siendo una pista bastante amplia, para convertirse en un sendero que, poco a poco va desapareciendo entre las rocas. El avance, por tanto, se hace progresivamente más lento y dificultoso. Nosotros llegamos hasta un punto donde ya desaparecía el rastro del agua. No obstante, puede continuarse el ascenso por el fondo del barranco, aunque aparentemente con una dificultad creciente.

En el regreso seguimos durante un tramo por un canal que incluso se puede transitar por el fondo, pese a que llevaba un cierto caudal de agua. El borde que da hacia la montaña estaba bastante deteriorado por la maleza, y el que da al barranco es poco recomendable para personas con vértigo. En un determinado punto, el canal se entuba y puede continuarse por encima de la tubería, pero se hace francamente incómodo, por lo que decidimos volver al camino en cuanto encontramos un punto que nos permitía hacerlo.