83. Barranco de Cueva Vieja desde Tubilla del Agua

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 48 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 366 metros (superior al que estima Wikiloc).


Hicimos esta excursión el 9 de julio de 2021 (publicada en Wikiloc el 6 de abril de 2022). Tomamos como guía la información y los mapas en ‘Sendas de Burgos’ (http://sendasdeburgos.blogspot.com/2019/04/barranco-de-cueva-vieja.html). Hicimos el recorrido en sentido inverso, a fin de aprovechar el fresco del inicio de la mañana. Así aligeraríamos el esfuerzo de subir al páramo y el largo llaneo por sus desarbolados parajes. Evitábamos de este modo el calor posterior, regresando por el barranco y el valle, abovedados por una tupida vegetación.

Partimos del pueblo de Tubilla del Agua, ascendiendo al páramo entre espesos grumos y jirones de niebla. Es cierto que ésta nos impidió ver los cañones del río Rudrón desde arriba. A cambio, aportó una sensación agradable y envolvente de misterio y soledad. Los cañones estarán siempre ahí; la niebla, no; así que bien aprovechada fue la ocasión. Una vez arriba, la niebla aún nos acompañaría durante un trecho por el páramo.

La travesía por el plano páramo se prolongó durante 5 km. Así dicho (y con la palabra ‘travesía’), parecería una especie de purgatorio; en absoluto lo fue. Al contrario, nos resultó muy placentera, y para nada se nos hizo larga. Entre la niebla, el paisaje se difuminaba a unas decenas de metros. En cambio, en las cortas distancias, destacaba una increíblemente variada y colorida vegetación de escasa altura. Entre eso y las omnipresentes telas de araña resaltadas por el rocío, caminamos bien entretenidos un largo rato. Hasta nos dio pena que terminase.

La niebla fue levantando hacia la mitad del trayecto paramero, lo cual le volvió más atractivo, si cabe, por los contrastes de color. Además, ahora podíamos elevar la mirada al horizonte, con nuevas perspectivas. No obstante, los cañones habían quedado definitivamente fuera de nuestro alcance visual. Entre el final del páramo y el inicio del modesto barranco de Cueva Vieja, a la colorida flora previa sumaríamos el colorido animal; particularmente, el de las confiadas mariposas.

El plácido descenso por el barranco del arroyo de Cueva Vieja, hasta su confluencia con el Rudrón, se extendió durante más de 5 km. Frondosa vegetación arbórea en esa etapa estival (pinos, robles, hayas, avellanos, fresnos… y muchos más cuyos nombres desconozco). Tanta vegetación, que apenas se dejaban ver las paredes rocosas del cañón. Allí estaba también la cueva, Cueva Vieja; una oquedad entre rocas. Como una ventana, pero tan “oscura como la boca del lobo”; tenebrosa; enigmática. Pero estaba rodeada de espeso follaje, lo que no invitaba a explorarla.

Terminado el barranco, sólo queda un corto trecho por el valle del Rudrón, sin grandes cambios, hasta Tubilla del Agua. Con este nombre, uno espera encontrar el líquido elemento en abundancia. Y así es durante la primavera, con varias cascadas que atraviesan el propio pueblo o muy cercanas. No corresponden al río Rudrón, que no llega a penetrar en Tubilla, sino al más modesto río Hornillo, que se crece en esa época con el flujo de los barrancos. Visitamos la cascada de Las Pisas, probablemente la más popular. Pero, ya en julio, andaba algo parca de caudal, así que no nos desplazamos a las otras. Bonita, en cualquier caso.

La orientación es fácil. Siempre hay un sendero o un camino marcados, si bien en el páramo hay que prestar atención a alguna intersección. La demanda física es leve. A pesar de sus 14 km de longitud, la subida no es abrupta ni larga, y el suelo tiene un buen firme a lo largo de todo el recorrido. Eso sí, la larga ‘travesía’ del páramo, mejor con el frescor tempranero. No creo que sea tan cómoda con el sol veraniego de mediodía; y, menos aún, si (en sentido inverso al nuestro) se viene de subir antes por el barranco de Cueva Vieja.

En conjunto, pues, la excursión, con sus pequeñas maravillas, las que tuvimos la suerte de disfrutar en esta ocasión, nos pareció muy amena. El sorprendente páramo, el exuberante bosque del barranco, y la perla final de la cascada y su enclave, llenaron esa mañana muy satisfactoriamente, y os dejaron una experiencia para guardar y degustar después. Todo ello, sin exigir grandes esfuerzos ni añadir complejidades.