Barranco del Infierno y miradores del Embalse de la Rambla de Algeciras y Barrancos de Gebas (Librilla)
near Librilla, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Muy, pero que muy bonita ruta. De las mejores del año, y probablemente una de mis diez favoritas en la Región de Murcia. ¿Exagerado? Puede ser, pero esto no deja de ser una cuestión completamente subjetiva.
Lo cierto es que la ruta es diversa, divertida y tremendamente fotogénica, pero lo que la hace una de las imprescindibles son los dos destinos que le dan título: el Barranco del Infierno y los miradores al Embalse de la Rambla de Algeciras y Barrancos de Gebas.
IMPORTANTE: ESTA RUTA SE DEBE HACER EN SECO. La Rambla de Librilla y el Barranco del Infierno se convierten en un auténtico barrizal, y más allá de la incomodidad puede suponer un peligro real meterse allí dentro si ha llovido recientemente. Yo he estado casi dos semanas después de las últimas lluvias y aún había más barro del que sospechaba. También recomendable llevar pantalón largo y calzado de agarre.
Iniciamos la ruta en el Sifón de Librilla, junto a unos grandes tubos que llevan agua del Tajo. Bajamos al lecho de la Rambla de Librilla o del Río Orón, justo bajo dichos tubos. Giramos a la derecha, aguas arriba, y ya desde el principio comprobamos que esta rambla tiene un encanto especial: el suelo, los colores, las formas de las paredes…
Hay más humedad de la esperada, pero la rambla es ancha y siempre se puede transitar por el centro o por senderos laterales. Al rato nos llamará la atención una chimenea de hadas a nuestra derecha, de un color rojo intenso. A continuación, también a la derecha, un viejo acueducto. Estamos ante un dique que remontaremos por una senda a la izquierda, subiendo al camino. Más tarde volveremos a pasar por aquí.
De momento hemos de continuar por la rambla, que aquí nos ofrece una anchura considerable. Poco a poco se irá estrechando y nos forzará a buscar los pasos más cómodos entre la vegetación crecida y el barro. No siempre será fácil, pero perseverad y lograréis atravesar este trecho incómodo.
Tras un par de requiebros nos introducimos en el Barranco del Infierno. Caminamos tranquilamente, salvando un par de diques, y de repente vemos una especie de muralla imaginaria. Parece una construcción, pero se trata de un capricho natural moldeado en arcillas. Es la antesala al primer gran momento del día, y es que tras la curva, la muralla se ve acompañada de otras formaciones fabulosas, y por fin vislumbramos el Sancta Sanctórum: el encajonamiento de roca del Barranco del Infierno.
Ni siquiera voy a tratar de describirlo.
Avanzaremos entre sus paredes y pronto lo dejamos atrás, pero a sabiendas de que volveré para envolverme por semejante lugar.
El sendero abandona definitivamente el lecho del barranco subiendo empinadamente a la derecha. En seco no supone ningún problema, con barro puede ser peliagudo.
Salimos a unas terrazas y pinos a la altura del aparcamiento de la Casa Forestal de Los Ballesteros. Cruzamos la carretera y tomamos la senda de la derecha, antes de cruzar la puerta. Volvemos a cruzar la carretera y nos incorporamos a una pista forestal. Es el Camino del Castellar. Desde aquí vamos a encontrar señales de una carrera de montaña que van a sernos de utilidad.
Descendemos con unas interesantes vistas a la izquierda de las formaciones tan singulares que estamos descubriendo en esta zona. Así llegaremos de nuevo al acueducto y al dique de antes. Ahora seguiremos por el camino, que emprende una decidida ascensión en paralelo a la Rambla de Librilla o del Río Orón. Las panorámicas vuelven a ser estupendas.
Seguimos avanzando y damos la espalda a la rambla para apuntar a un nuevo destino, cuya silueta más representativa es un cabezo aislado con la ladera aterrazada. Es El Castellar, que en realidad se compone de varios cabezos vecinos.
Tras un rato de caminata llegamos a una bifurcación: a la izquierda baja nuestro camino, y será por donde regresaremos,pero ahora nos vamos a la derecha para visitar tres miradores.
Traspasamos la puerta y en breve llegamos a un cruce. Subimos a la izquierda para ir al Mirador de Librilla, algo desvencijado, pero las vistas permanecen intactas. El paisaje lo preside la Sierra de Carrascoy, a sus pies queda el Valle del Guadalentín y, rodeada de limoneros y de agricultura intensiva, vemos Librilla.
Regresamos al camino y giramos a la izquierda hasta llegar al Mirador del Embalse de Algeciras, el otro momentazo de la excursión.
Tenemos ante nosotros una visión irreal. El azul turquesa del agua no parece natural. En contraste, la tierra blanca de los badlads que componen los Barrancos de Gebas. Es uno de los paisajes más extraños y sobrecogedores que podemos encontrar en la Región de Murcia. Al fondo se eleva Sierra Espuña, y sobre el embalse, la Sierra de la Muela.
Es sencillamente espectacular.
El camino acaba aquí, pero un sendero aparece y nos conducirá al último mirador, parando antes en un saliente que sirve de mirador natural. Sobrepasamos un par de pasarelas de madera y llegamos al fin al último objetivo, el Mirador de los Barrancos de Gebas.
Nuevamente sobran palabras, hay que venir aquí.
Tras el deleite, retornamos al desvío inicial y emprendemos el descenso por nuestro Camino del Castellar, que tras dejar el minte atraviesa una finca de naranjos antes de cruzar el puente sobre el postrasvase. Aquí giramos a la izquierda y en algo más de un kilómetro habremos llegado al punto de partida, que ahora se convierte en punto final.
Lo cierto es que la ruta es diversa, divertida y tremendamente fotogénica, pero lo que la hace una de las imprescindibles son los dos destinos que le dan título: el Barranco del Infierno y los miradores al Embalse de la Rambla de Algeciras y Barrancos de Gebas.
IMPORTANTE: ESTA RUTA SE DEBE HACER EN SECO. La Rambla de Librilla y el Barranco del Infierno se convierten en un auténtico barrizal, y más allá de la incomodidad puede suponer un peligro real meterse allí dentro si ha llovido recientemente. Yo he estado casi dos semanas después de las últimas lluvias y aún había más barro del que sospechaba. También recomendable llevar pantalón largo y calzado de agarre.
Iniciamos la ruta en el Sifón de Librilla, junto a unos grandes tubos que llevan agua del Tajo. Bajamos al lecho de la Rambla de Librilla o del Río Orón, justo bajo dichos tubos. Giramos a la derecha, aguas arriba, y ya desde el principio comprobamos que esta rambla tiene un encanto especial: el suelo, los colores, las formas de las paredes…
Hay más humedad de la esperada, pero la rambla es ancha y siempre se puede transitar por el centro o por senderos laterales. Al rato nos llamará la atención una chimenea de hadas a nuestra derecha, de un color rojo intenso. A continuación, también a la derecha, un viejo acueducto. Estamos ante un dique que remontaremos por una senda a la izquierda, subiendo al camino. Más tarde volveremos a pasar por aquí.
De momento hemos de continuar por la rambla, que aquí nos ofrece una anchura considerable. Poco a poco se irá estrechando y nos forzará a buscar los pasos más cómodos entre la vegetación crecida y el barro. No siempre será fácil, pero perseverad y lograréis atravesar este trecho incómodo.
Tras un par de requiebros nos introducimos en el Barranco del Infierno. Caminamos tranquilamente, salvando un par de diques, y de repente vemos una especie de muralla imaginaria. Parece una construcción, pero se trata de un capricho natural moldeado en arcillas. Es la antesala al primer gran momento del día, y es que tras la curva, la muralla se ve acompañada de otras formaciones fabulosas, y por fin vislumbramos el Sancta Sanctórum: el encajonamiento de roca del Barranco del Infierno.
Ni siquiera voy a tratar de describirlo.
Avanzaremos entre sus paredes y pronto lo dejamos atrás, pero a sabiendas de que volveré para envolverme por semejante lugar.
El sendero abandona definitivamente el lecho del barranco subiendo empinadamente a la derecha. En seco no supone ningún problema, con barro puede ser peliagudo.
Salimos a unas terrazas y pinos a la altura del aparcamiento de la Casa Forestal de Los Ballesteros. Cruzamos la carretera y tomamos la senda de la derecha, antes de cruzar la puerta. Volvemos a cruzar la carretera y nos incorporamos a una pista forestal. Es el Camino del Castellar. Desde aquí vamos a encontrar señales de una carrera de montaña que van a sernos de utilidad.
Descendemos con unas interesantes vistas a la izquierda de las formaciones tan singulares que estamos descubriendo en esta zona. Así llegaremos de nuevo al acueducto y al dique de antes. Ahora seguiremos por el camino, que emprende una decidida ascensión en paralelo a la Rambla de Librilla o del Río Orón. Las panorámicas vuelven a ser estupendas.
Seguimos avanzando y damos la espalda a la rambla para apuntar a un nuevo destino, cuya silueta más representativa es un cabezo aislado con la ladera aterrazada. Es El Castellar, que en realidad se compone de varios cabezos vecinos.
Tras un rato de caminata llegamos a una bifurcación: a la izquierda baja nuestro camino, y será por donde regresaremos,pero ahora nos vamos a la derecha para visitar tres miradores.
Traspasamos la puerta y en breve llegamos a un cruce. Subimos a la izquierda para ir al Mirador de Librilla, algo desvencijado, pero las vistas permanecen intactas. El paisaje lo preside la Sierra de Carrascoy, a sus pies queda el Valle del Guadalentín y, rodeada de limoneros y de agricultura intensiva, vemos Librilla.
Regresamos al camino y giramos a la izquierda hasta llegar al Mirador del Embalse de Algeciras, el otro momentazo de la excursión.
Tenemos ante nosotros una visión irreal. El azul turquesa del agua no parece natural. En contraste, la tierra blanca de los badlads que componen los Barrancos de Gebas. Es uno de los paisajes más extraños y sobrecogedores que podemos encontrar en la Región de Murcia. Al fondo se eleva Sierra Espuña, y sobre el embalse, la Sierra de la Muela.
Es sencillamente espectacular.
El camino acaba aquí, pero un sendero aparece y nos conducirá al último mirador, parando antes en un saliente que sirve de mirador natural. Sobrepasamos un par de pasarelas de madera y llegamos al fin al último objetivo, el Mirador de los Barrancos de Gebas.
Nuevamente sobran palabras, hay que venir aquí.
Tras el deleite, retornamos al desvío inicial y emprendemos el descenso por nuestro Camino del Castellar, que tras dejar el minte atraviesa una finca de naranjos antes de cruzar el puente sobre el postrasvase. Aquí giramos a la izquierda y en algo más de un kilómetro habremos llegado al punto de partida, que ahora se convierte en punto final.
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