248. Barrancos de Rehoyo (7 km) y Pozo Negro (8 km) desde Tres Aguas (versión ligera)
near Fresneda de la Sierra Tirón, Castilla y León (España)
Viewed 66 times, downloaded 2 times
Trail photos
Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 54 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 495 metros (superior al que estima Wikiloc).
⚠️ AVISO
El barranco de Rehoyo, por su lecho, estaba realmente precioso. El arroyo corría generoso y con brío, arropado por una vegetación otoñal en su apogeo de color (ver DESTACADO).
Pero, llegado un punto, su belleza salvaje se volvió riesgosa. Las copiosas lluvias de las últimas semanas habían dejado el terreno muy inestable (ver Posibles Dificultades; debajo).
PREÁMBULO
Habíamos (‘había’) estado una vez en Tres Aguas (al sur del pueblo de Fresneda de la Sierra Tirón). Hacía de eso ‘un año y un día’ (bueno, y tres días; qué más da…). [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/senda-del-tejo-desde-tres-aguas-118840322
También en otoño. Estaba el paraje como para pinzarse las pestañas: para que no se cerrasen ni al parpadear. Aquella ruta se acomodó luego, naturalmente, en la carpeta de ‘Favoritas’.
Entonces fui solo. Podría parecer egoísta (aunque no fue por eso). Así que ahora quise compartir la experiencia con quien a menudo formo pareja andarina.
No se trataba ahora de repetir lo mismo, por muy espléndida que fuera la ruta. Pero sí, al menos, una parte, para que mi acompañante la disfrutara también.
Haríamos una especie de ruta ‘doble’: una parte por el barranco de Pozo Negro y otra por el barranco de Rehoyo. Forman una V; un ángulo de 70 grados; con Tres Aguas en el vértice.
Ambos barrancos se desploman desde sendos ‘dosmiles’ en la Sierra de la Demanda. El de Pozo Negro, desde el pico Otero; el de Rehoyo, desde el Cabeza Aguílez.
Ya los habíamos contemplado desde arriba ([2] y [3]). Cuando haces eso, te quedas atrapado mental y emocionalmente. Vivirás ansiando verlos desde abajo y desde dentro.
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/otero-2-045-m-y-torocuervo-1-932-m-desde-la-cruz-de-la-demanda-116363748
[3] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/en-busca-del-remendia-en-la-sierra-de-la-demanda-112845221
Recorrerlos íntegros parecía una tarea ‘mayor’. Buscando escusas: “si eso, ‘mañáaana’, que ahora no sabemos cómo bajarán de agua los arroyos, para vadearlos”.
Así que, de momento, llegaríamos por abajo hasta la mitad de cada uno de ellos. En realidad, hasta donde se pudiera, razonablemente.
Eso sería suficiente para nuestro principal objetivo: Aparte de apreciar la vestimenta otoñal de los hayedos, el punto de mira lo teníamos en la vitalidad de los arroyos.
Son varios los cursos de agua que descienden por los barrancos. Ahora, tras las lluvias, su caudal debería ser abundante. Tanto, al menos, como para crear rápidos y saltos.
Con esa esperanza íbamos. Seguros de ganarnos una bonita experiencia para guardar en el recuerdo; … y para contrarrestar las tiranteces cotidianas.
LA RUTA
Queríamos hacer unos 8 km de cada barranco (entre ida y vuelta). Un paseo asequible para caminantes ‘normales’ con algo de preparación y experiencia. Un paseo que ofreciese una muestra de atractivos.
Para el de Pozo Negro era fácil decidir: 4 km hasta el punto en el que hay que cruzar el arroyo; donde se separan la Senda del Tejo y la de Pozo Negro; con ida y vuelta por el mismo camino.
Para el de Rehoyo, vimos un mismo trazado en dos usuarios. Aunque no comentaban nada, entendimos que era viable: ir por el lecho, junto al arroyo, hasta donde ellos llegaron (4 km); y volver por encima, por un camino próximo.
(1) Trayecto por el Barranco de Rehoyo:
La ruta se inicia junto al refugio de Tres Aguas, a 6 km de Fresneda de la Sierra Tirón. Se llega por una pista de tierra en estado aceptable para circular con vehículo.
En el km 0,8 de la ruta hay un puente. Cruzándolo nos metemos en el lecho de Rehoyo. El plan era subir por él y bajar luego por el camino que faldea por la ladera de regreso hasta el puente.
En el km 1,5 llegamos al barranco de Zarzabala y su arroyo, por la izquierda. Lo franqueamos por un puente de troncos y giramos hacia la derecha para retomar el de Rehoyo.
Allí, en teoría, podríamos seguir hasta el km 4. En ese punto, supuestamente, habrá un paso para cruzar el arroyo de Rehoyo (por donde los otros dos usuarios lo hicieron, aparentemente, aunque no lo especifican).
Sin embargo, antes, en el km 2,7, viendo las dificultades y peligros de tránsito, dimos media vuelta (ver Posibles Dificultades) hasta el puente del km 0,8 (antes; ahora km 4,4).
Para tener otra perspectiva, en el puente giramos a la izquierda. Remontamos por el camino que debería habernos bajado de regreso, en caso de haber seguido el plan inicial.
Por ese camino, el interés paisajístico decae bastante con respecto al lecho. En el km 5,1 decidimos volver a Tres Aguas y finalizar esa parte de la ruta (km 6,6).
(2) Trayecto por el Barranco de Pozo Negro:
El itinerario por el barranco de Pozo Negro desde Tres Aguas se simplifica notablemente, en comparación con el de Rehoyo.
Esencialmente, avanzamos 4 km (hasta el km 10,7 de la ruta), en suave ascenso, con algunos repechos menores; siempre por buen camino.
En ese punto, cruzando el arroyo por nuestra izquierda, entraríamos en la parte más exigente de la subida al Pozo Negro (2,5 km más).
Esa opción de ascenso extra no estaba en el plan para esta ruta. Cruzamos el rústico pasadizo de troncos sobre el arroyo (‘la pica en Flandes’; “¡hemos estado!”) y nos volvemos.
A lo largo del trayecto de subida hasta ese paso (km 10,7), y luego en la bajada hasta término en Tres Aguas, podemos hacer cortos desvíos para acercarnos al arroyo.
Finalmente, en Tres Aguas, haraganeamos un poco por los alrededores, remisos a dejar un paraje tan extraordinario; … y para fijar todo bien en la memoria.
(3) Posibles Dificultades:
Por el barranco de Pozo Negro se sube y se baja como un paseo, aunque tiene un desnivel real de 240 m (nunca más del 10% de pendiente). Ninguna dificultad de orientación: siempre por el camino próximo al arroyo.
En cambio, para el barranco de Rehoyo, el recorrido es bastante más complicado en la ida, por la (su) margen derecha del arroyo. A partir del km 1, apenas hay un débil sendero, que enseguida desaparece.
Ahora, quizá por las lluvias recientes, el barranco de Rehoyo, por el lecho, estaba difícilmente transitable. Terreno removido, blando y resbaladizo; cubierto de hojas húmedas y deslizantes; pindios terraplenes y estrechos pasos aéreos.
Llegado un punto, se tornó peligroso. (Ver ANÉCDOTA). ‘Mejor otro día’.
DESTACADO
Dos eran los previsibles atractivos que se nos habían aposentado en el punto de mira. Todo lo acaparaban para una ruta otoñal en un sitio como ese: los boyantes cursos de agua y el colorido de la vegetación.
Las altas expectativas (siempre más expuestas a la frustración) quedaron sobradamente satisfechas. En varias ocasiones nos oímos decir: “¡Qué maravilla!” o “¡Qué chulada!”; y otras exclamaciones parecidas.
(1) Los Arroyos:
Los barrancos de Rehoyo y Pozo Negro, con sus arroyos, confluyen en Tres Aguas (el tercer convidado viene del barranco de Ticumbea). Su triple unión da allí nombre al río Tirón, que terminará en el Ebro, fundido con el riojano Oja.
En realidad, los dos barrancos principales por los que nos movemos se ramifican en unos cuantos más (ej., el de Zarzabala o el de Malo). Cada uno de ellos aporta agua desde las cumbres de la Sierra de la Demanda.
Pasamos por, o vemos próximos, varios cursos de agua más. En época de lluvias, las laderas rezuman con múltiples regatos sobre los arroyos principales. Componen un hermoso espectáculo.
Son, no obstante, los arroyos de Rehoyo y Pozo Negro los más impresionantes. Ya quisieran muchos ríos llevar su volumen. Vimos y oímos muchas pequeñas cascadas.
No fue necesario añadir más altura para dejarnos complacidos. Tuvimos una sobrada muestra de la gala; del festival dinámico de las aguas. Visual… y
… Sonoro. Precisamente, allá hundidos en el fondo de los barrancos y dentro de su caja de resonancia, el incesante parloteo acuático se vivía en estereofonía.
(2) El Otoño:
Hablar del otoño cuando el otoño está ya avanzado puede saturar, por redundancia. Las palabras para describirlo terminan resultando cansinas, cuando no empalagosas.
Tendrá que pasar un invierno, y…, y…, hasta que el otoño vuelva a maravillarnos. Lo habitual, por bonito que sea, termina pareciendo ‘normal’, perdiendo su valor de sorpresa y contraste.
‘¿Entonces?’…. Pues todo depende de la dosis, la variedad, y el contexto; y el grado en que podemos sumergirnos y aislarnos en él con todos los sentidos; sin distracciones ajenas.
‘Aterrizando’…. El entorno de estos majestuosos, a la vez que sobrecogedores, barrancos crea un contexto especial para impregnarse del otoño. Para corporeizarlo.
Están los colores, con variadísima gama. Especialmente, los de las hayas; allí, tan envolventes. En las hojas de sus ramas, en sus copas llameantes recortándose contra el azul celeste.
Está, además, el mullido suelo cubierto de hojas recién caídas, o deslizándose por la superficie del agua. Hasta tocábamos el otoño en las hojas que el viento nos lanzaba a la cara.
Y está el musgo en los troncos de los árboles, de un vivísimo verde; tan esponjoso que daban ganas de llevárselo a la boca. Y el verdín resbaladizo sobre las piedras. Y…, y….
‘Por tierra, mar y aire’, le dicen. Allí te vuelves otoño. Eso no es cansino. No son sólo palabras que describen algo externo. Son tú mismo; transformado. ¡Abúrrete si te atreves!
ANÉCDOTA
Poco después de amanecer, entrábamos deslumbrados en el barranco de Rehoyo; alucinando. No por la luz, que era aún escasa, sino por la belleza del escenario.
El arroyo de Rehoyo, más voluminoso que el de Pozo Negro, saltaba pletórico y fragoroso después de las lluvias, con rápidos y caídas.
La vegetación otoñal estaba en su sazón cromática, con una amplia paleta de amarillos, pálidos y fuertes, ámbar, dorado, mostaza, naranja, cobrizos….
Enseguida, llegando a la boca del barranco de Zarzabala, que se abalanza sobre el de Rehoyo por la derecha de éste, la bucólica naturaleza se torna salvaje.
…Aún más emocionante. ¡Qué pasada! Sí, al principio…. Pero luego la pendiente por la orilla del arroyo empieza a inclinarse; los taludes que lo comprimen, a estrecharse….
Hay que trepar varias veces para sortear las embestidas del arroyo contra las paredes del borde. Cada vez más a menudo; cada vez por pasos más menguados de tierra firme.
No hay sendero. El terreno está embarrizado, blando, esponjoso. Los pies no hacen pie…. ¿Dónde me agarro? ¿Al musgo; a las hojas mojadas del suelo?
El arroyo nos queda varios metros por debajo. Turbador, escalofriante. Foto tras foto; …con una mano; la otra, …para mantener el equilibrio.
Las piedras debajo parecen duras (para golpearse); algunas, redondeadas; otras, picudas…. No quiero pensar en una caída. Y el agua… debe bajar helada.
Tampoco era posible cruzar el arroyo. Ni siquiera descalzos. La corriente venía impetuosa. Es más, en caso de cruzarlo, ¿para llegar a dónde en el otro lado?’.
Para colmo, se nos iba la señal GPS; allí encerrados. En caso de continuar hacia arriba, ¿habría algún punto de vadeo para acceder al camino de vuelta? Supuestamente (¿…?). Sin señal, ¿lo localizaríamos?
…En fin, la cosa se ponía cada vez peor. No se me borrará una imagen: Yo agarraba por detrás el cinturón de quien me precedía; destrepando; como en una reata; sujetándola….
¿‘Sujetándola’? ¡Já! En caso de caer ella, nos iríamos los dos por el sumidero…. Me temo que lo del cinturón era sólo un truco psicológico para darnos confianza.
Por mí, habría continuado hacia arriba algo más (‘…a ver si mejora…’). Pero, si no por mi propia integridad física, sí debía velar por la de quien me acompañaba.
La prudencia se (nos) desgañitaba: “¡Volved, insensatos!”. Hicimos caso. Deberíamos haber podido llegar al km 4, pero nos quedamos en el 2,7. ‘Y gracias’. (¡¡¡Uuufff!!!).
Por hoy, ya habíamos tenido una sobrada dosis de adrenalina (¿y alguna ‘lagrimita’?). Ahora había que relajarse. ¡Y bien que lo hicimos! En el barranco de Pozo Negro.
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 54 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 495 metros (superior al que estima Wikiloc).
⚠️ AVISO
El barranco de Rehoyo, por su lecho, estaba realmente precioso. El arroyo corría generoso y con brío, arropado por una vegetación otoñal en su apogeo de color (ver DESTACADO).
Pero, llegado un punto, su belleza salvaje se volvió riesgosa. Las copiosas lluvias de las últimas semanas habían dejado el terreno muy inestable (ver Posibles Dificultades; debajo).
PREÁMBULO
Habíamos (‘había’) estado una vez en Tres Aguas (al sur del pueblo de Fresneda de la Sierra Tirón). Hacía de eso ‘un año y un día’ (bueno, y tres días; qué más da…). [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/senda-del-tejo-desde-tres-aguas-118840322
También en otoño. Estaba el paraje como para pinzarse las pestañas: para que no se cerrasen ni al parpadear. Aquella ruta se acomodó luego, naturalmente, en la carpeta de ‘Favoritas’.
Entonces fui solo. Podría parecer egoísta (aunque no fue por eso). Así que ahora quise compartir la experiencia con quien a menudo formo pareja andarina.
No se trataba ahora de repetir lo mismo, por muy espléndida que fuera la ruta. Pero sí, al menos, una parte, para que mi acompañante la disfrutara también.
Haríamos una especie de ruta ‘doble’: una parte por el barranco de Pozo Negro y otra por el barranco de Rehoyo. Forman una V; un ángulo de 70 grados; con Tres Aguas en el vértice.
Ambos barrancos se desploman desde sendos ‘dosmiles’ en la Sierra de la Demanda. El de Pozo Negro, desde el pico Otero; el de Rehoyo, desde el Cabeza Aguílez.
Ya los habíamos contemplado desde arriba ([2] y [3]). Cuando haces eso, te quedas atrapado mental y emocionalmente. Vivirás ansiando verlos desde abajo y desde dentro.
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/otero-2-045-m-y-torocuervo-1-932-m-desde-la-cruz-de-la-demanda-116363748
[3] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/en-busca-del-remendia-en-la-sierra-de-la-demanda-112845221
Recorrerlos íntegros parecía una tarea ‘mayor’. Buscando escusas: “si eso, ‘mañáaana’, que ahora no sabemos cómo bajarán de agua los arroyos, para vadearlos”.
Así que, de momento, llegaríamos por abajo hasta la mitad de cada uno de ellos. En realidad, hasta donde se pudiera, razonablemente.
Eso sería suficiente para nuestro principal objetivo: Aparte de apreciar la vestimenta otoñal de los hayedos, el punto de mira lo teníamos en la vitalidad de los arroyos.
Son varios los cursos de agua que descienden por los barrancos. Ahora, tras las lluvias, su caudal debería ser abundante. Tanto, al menos, como para crear rápidos y saltos.
Con esa esperanza íbamos. Seguros de ganarnos una bonita experiencia para guardar en el recuerdo; … y para contrarrestar las tiranteces cotidianas.
LA RUTA
Queríamos hacer unos 8 km de cada barranco (entre ida y vuelta). Un paseo asequible para caminantes ‘normales’ con algo de preparación y experiencia. Un paseo que ofreciese una muestra de atractivos.
Para el de Pozo Negro era fácil decidir: 4 km hasta el punto en el que hay que cruzar el arroyo; donde se separan la Senda del Tejo y la de Pozo Negro; con ida y vuelta por el mismo camino.
Para el de Rehoyo, vimos un mismo trazado en dos usuarios. Aunque no comentaban nada, entendimos que era viable: ir por el lecho, junto al arroyo, hasta donde ellos llegaron (4 km); y volver por encima, por un camino próximo.
(1) Trayecto por el Barranco de Rehoyo:
La ruta se inicia junto al refugio de Tres Aguas, a 6 km de Fresneda de la Sierra Tirón. Se llega por una pista de tierra en estado aceptable para circular con vehículo.
En el km 0,8 de la ruta hay un puente. Cruzándolo nos metemos en el lecho de Rehoyo. El plan era subir por él y bajar luego por el camino que faldea por la ladera de regreso hasta el puente.
En el km 1,5 llegamos al barranco de Zarzabala y su arroyo, por la izquierda. Lo franqueamos por un puente de troncos y giramos hacia la derecha para retomar el de Rehoyo.
Allí, en teoría, podríamos seguir hasta el km 4. En ese punto, supuestamente, habrá un paso para cruzar el arroyo de Rehoyo (por donde los otros dos usuarios lo hicieron, aparentemente, aunque no lo especifican).
Sin embargo, antes, en el km 2,7, viendo las dificultades y peligros de tránsito, dimos media vuelta (ver Posibles Dificultades) hasta el puente del km 0,8 (antes; ahora km 4,4).
Para tener otra perspectiva, en el puente giramos a la izquierda. Remontamos por el camino que debería habernos bajado de regreso, en caso de haber seguido el plan inicial.
Por ese camino, el interés paisajístico decae bastante con respecto al lecho. En el km 5,1 decidimos volver a Tres Aguas y finalizar esa parte de la ruta (km 6,6).
(2) Trayecto por el Barranco de Pozo Negro:
El itinerario por el barranco de Pozo Negro desde Tres Aguas se simplifica notablemente, en comparación con el de Rehoyo.
Esencialmente, avanzamos 4 km (hasta el km 10,7 de la ruta), en suave ascenso, con algunos repechos menores; siempre por buen camino.
En ese punto, cruzando el arroyo por nuestra izquierda, entraríamos en la parte más exigente de la subida al Pozo Negro (2,5 km más).
Esa opción de ascenso extra no estaba en el plan para esta ruta. Cruzamos el rústico pasadizo de troncos sobre el arroyo (‘la pica en Flandes’; “¡hemos estado!”) y nos volvemos.
A lo largo del trayecto de subida hasta ese paso (km 10,7), y luego en la bajada hasta término en Tres Aguas, podemos hacer cortos desvíos para acercarnos al arroyo.
Finalmente, en Tres Aguas, haraganeamos un poco por los alrededores, remisos a dejar un paraje tan extraordinario; … y para fijar todo bien en la memoria.
(3) Posibles Dificultades:
Por el barranco de Pozo Negro se sube y se baja como un paseo, aunque tiene un desnivel real de 240 m (nunca más del 10% de pendiente). Ninguna dificultad de orientación: siempre por el camino próximo al arroyo.
En cambio, para el barranco de Rehoyo, el recorrido es bastante más complicado en la ida, por la (su) margen derecha del arroyo. A partir del km 1, apenas hay un débil sendero, que enseguida desaparece.
Ahora, quizá por las lluvias recientes, el barranco de Rehoyo, por el lecho, estaba difícilmente transitable. Terreno removido, blando y resbaladizo; cubierto de hojas húmedas y deslizantes; pindios terraplenes y estrechos pasos aéreos.
Llegado un punto, se tornó peligroso. (Ver ANÉCDOTA). ‘Mejor otro día’.
DESTACADO
Dos eran los previsibles atractivos que se nos habían aposentado en el punto de mira. Todo lo acaparaban para una ruta otoñal en un sitio como ese: los boyantes cursos de agua y el colorido de la vegetación.
Las altas expectativas (siempre más expuestas a la frustración) quedaron sobradamente satisfechas. En varias ocasiones nos oímos decir: “¡Qué maravilla!” o “¡Qué chulada!”; y otras exclamaciones parecidas.
(1) Los Arroyos:
Los barrancos de Rehoyo y Pozo Negro, con sus arroyos, confluyen en Tres Aguas (el tercer convidado viene del barranco de Ticumbea). Su triple unión da allí nombre al río Tirón, que terminará en el Ebro, fundido con el riojano Oja.
En realidad, los dos barrancos principales por los que nos movemos se ramifican en unos cuantos más (ej., el de Zarzabala o el de Malo). Cada uno de ellos aporta agua desde las cumbres de la Sierra de la Demanda.
Pasamos por, o vemos próximos, varios cursos de agua más. En época de lluvias, las laderas rezuman con múltiples regatos sobre los arroyos principales. Componen un hermoso espectáculo.
Son, no obstante, los arroyos de Rehoyo y Pozo Negro los más impresionantes. Ya quisieran muchos ríos llevar su volumen. Vimos y oímos muchas pequeñas cascadas.
No fue necesario añadir más altura para dejarnos complacidos. Tuvimos una sobrada muestra de la gala; del festival dinámico de las aguas. Visual… y
… Sonoro. Precisamente, allá hundidos en el fondo de los barrancos y dentro de su caja de resonancia, el incesante parloteo acuático se vivía en estereofonía.
(2) El Otoño:
Hablar del otoño cuando el otoño está ya avanzado puede saturar, por redundancia. Las palabras para describirlo terminan resultando cansinas, cuando no empalagosas.
Tendrá que pasar un invierno, y…, y…, hasta que el otoño vuelva a maravillarnos. Lo habitual, por bonito que sea, termina pareciendo ‘normal’, perdiendo su valor de sorpresa y contraste.
‘¿Entonces?’…. Pues todo depende de la dosis, la variedad, y el contexto; y el grado en que podemos sumergirnos y aislarnos en él con todos los sentidos; sin distracciones ajenas.
‘Aterrizando’…. El entorno de estos majestuosos, a la vez que sobrecogedores, barrancos crea un contexto especial para impregnarse del otoño. Para corporeizarlo.
Están los colores, con variadísima gama. Especialmente, los de las hayas; allí, tan envolventes. En las hojas de sus ramas, en sus copas llameantes recortándose contra el azul celeste.
Está, además, el mullido suelo cubierto de hojas recién caídas, o deslizándose por la superficie del agua. Hasta tocábamos el otoño en las hojas que el viento nos lanzaba a la cara.
Y está el musgo en los troncos de los árboles, de un vivísimo verde; tan esponjoso que daban ganas de llevárselo a la boca. Y el verdín resbaladizo sobre las piedras. Y…, y….
‘Por tierra, mar y aire’, le dicen. Allí te vuelves otoño. Eso no es cansino. No son sólo palabras que describen algo externo. Son tú mismo; transformado. ¡Abúrrete si te atreves!
ANÉCDOTA
Poco después de amanecer, entrábamos deslumbrados en el barranco de Rehoyo; alucinando. No por la luz, que era aún escasa, sino por la belleza del escenario.
El arroyo de Rehoyo, más voluminoso que el de Pozo Negro, saltaba pletórico y fragoroso después de las lluvias, con rápidos y caídas.
La vegetación otoñal estaba en su sazón cromática, con una amplia paleta de amarillos, pálidos y fuertes, ámbar, dorado, mostaza, naranja, cobrizos….
Enseguida, llegando a la boca del barranco de Zarzabala, que se abalanza sobre el de Rehoyo por la derecha de éste, la bucólica naturaleza se torna salvaje.
…Aún más emocionante. ¡Qué pasada! Sí, al principio…. Pero luego la pendiente por la orilla del arroyo empieza a inclinarse; los taludes que lo comprimen, a estrecharse….
Hay que trepar varias veces para sortear las embestidas del arroyo contra las paredes del borde. Cada vez más a menudo; cada vez por pasos más menguados de tierra firme.
No hay sendero. El terreno está embarrizado, blando, esponjoso. Los pies no hacen pie…. ¿Dónde me agarro? ¿Al musgo; a las hojas mojadas del suelo?
El arroyo nos queda varios metros por debajo. Turbador, escalofriante. Foto tras foto; …con una mano; la otra, …para mantener el equilibrio.
Las piedras debajo parecen duras (para golpearse); algunas, redondeadas; otras, picudas…. No quiero pensar en una caída. Y el agua… debe bajar helada.
Tampoco era posible cruzar el arroyo. Ni siquiera descalzos. La corriente venía impetuosa. Es más, en caso de cruzarlo, ¿para llegar a dónde en el otro lado?’.
Para colmo, se nos iba la señal GPS; allí encerrados. En caso de continuar hacia arriba, ¿habría algún punto de vadeo para acceder al camino de vuelta? Supuestamente (¿…?). Sin señal, ¿lo localizaríamos?
…En fin, la cosa se ponía cada vez peor. No se me borrará una imagen: Yo agarraba por detrás el cinturón de quien me precedía; destrepando; como en una reata; sujetándola….
¿‘Sujetándola’? ¡Já! En caso de caer ella, nos iríamos los dos por el sumidero…. Me temo que lo del cinturón era sólo un truco psicológico para darnos confianza.
Por mí, habría continuado hacia arriba algo más (‘…a ver si mejora…’). Pero, si no por mi propia integridad física, sí debía velar por la de quien me acompañaba.
La prudencia se (nos) desgañitaba: “¡Volved, insensatos!”. Hicimos caso. Deberíamos haber podido llegar al km 4, pero nos quedamos en el 2,7. ‘Y gracias’. (¡¡¡Uuufff!!!).
Por hoy, ya habíamos tenido una sobrada dosis de adrenalina (¿y alguna ‘lagrimita’?). Ahora había que relajarse. ¡Y bien que lo hicimos! En el barranco de Pozo Negro.
Waypoints
Panorama
3,640 ft
20
You can add a comment or review this trail
Comments