Benizar y el Castillo de Priego (Moratalla)

Ruta n° 20 del libro "Excursiones por Moratalla" (Ángel Ortiz, Jesús Rodríguez, Lázaro Giménez, ed. Natursport, 2002).

Se trata de una ruta propuesta para hacer en bicicleta, pero es perfecta para realizar a pie.

Aparco a la espalda de la Ermita de Santa Bárbara, en la barriada de El Villar, en Benizar. Situados frente a su portada, a su derecha baja un camino asfaltado que se introduce en ese mar de almendros y olivos que cubre casi todo este suelo.

Así comienza la caminata de hoy, cuya primera mitad va a consistir en un entretenido laberinto de caminos que pone a prueba mi atención y comprensión de las indicaciones de la guía.

Y es que, cuando hay una red de tantos caminos es fácil malinterpretar la guía. Hoy debo decir que he aprobado y no he fallado ni una sola vez, a pesar de haberme encontrado un par de cruces poco claros.

Como decía, predominan los cultivos de olivos y almendros, que estarán presentes durante la práctica totalidad de nuestra excursión.

Terminado el asfalto bajaremos por un camino de tierra a la izquierda. En el muro de piedras veremos una doble línea horizontal de pintura blanca que nos servirá en un par de cruces.

Tras varios requiebros, giros, subidas y bajadas (siempre suaves), conectaremos con un camino que baja desde Otos, que habremos dejado arriba a nuestra izquierda. Este camino nos bajará en un kilómetro al Arroyo del Fraile.

Resulta imposible vadearlo por donde indica la guía. Ésta propone bajar por los bancales de almendros hasta el cauce, y lo hago, pero me encuentro con que la vegetación es tan cerrada que lo hace inexpugnable. Y digo inexpugnable. He tratado de buscar un paso por cuatro puntos distintos, pero las zarzas en unos y un talud con cantidad de raíces y ramas lo han hecho imposible.

Cuando ya me resignaba a volver he probado a bajar a otro arroyo que desemboca muy cerca. Lo he hecho sin problema, pero tampoco he podido llegar al del Fraile. Parece mentira que tenga tantas zarzas acumuladas.

He cruzado el arroyo menor, caminando en paralelo al del Fraile, por si daba con algún vado… ¡y bingo! He llegado a un camino de tierra que lo cruza con toda comodidad y me ha llevado en unos minutos al Cortijo de Priego.

Salimos a la carretera de Socovos a Mazuza, cruzamos y pasamos una cadena que impide el acceso a vehículos. Tras ésta, escogemos el camino de la derecha, y en un kilómetro estaremos bajo el Puntal de Priego, junto a una balsa de agua, y poco más adelante veremos a la derecha las ruinas del Castillo de Priego, donde subimos fácilmente.

Tal como dice el libro, sorprende la ubicación de este castillo, pues se encuentra inmerso en un valle, rodeado de montañas, como si pretendiera esconderse.

Desde dentro de esta hoya destaca el Puntal de Priego, que vigila que se mantenga la quietud del lugar, con la presencia del Calar de Incol, a pocos metros del límite provincial con Albacete.

Volvemos a la carretera. Llevamos exactamente la mitad del recorrido, y todo lo que queda es un agradable paseo por asfalto. Primero pasaremos por Casa Requena, un pequeño caserío con lavadero y salón social.

Poco después llegamos a la entrada de Mazuza, pero no subimos, sino que giramos a la izquierda, dejando también el cruce que sube a Las Nogueras.

De nuevo estamos en el corazón de los miles de olivos y almendros (hay que venir a mitad de febrero para disfrutar de su floración). La carretera va a media ladera, entre gradas, como en uno de sus escalones. El paisaje es precioso: a la derecha, almendros que llegan hasta el pinar y el cinturón rocoso de la Peña Clemente; a la izquierda, grandes extensiones de cultivos,y al fondo el Calar de Incol.

Llegamos a Otos, que nos recibe con dos grandes encinas junto al lavadero. Es una aldea tranquila pero viva: hay gente en las calles y se escuchan sierras podando y tractores faenando.

A la salida de Otos continuaremos el paseo disfrutando del mismo paisaje, al que pronto se le añaden las vistas del singularísimo Castillo de Benizar y de las paredes del Rincón de las Cuevas, haciendo glorioso nuestro final de ruta.