114. Bosques de Robles, Calderas y Ciudad de Piedra desde Monasterio de la Sierra
near Monasterio de la Sierra, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 64 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 599 metros (superior al que estima Wikiloc).
A caballo entre el final del invierno y el inicio de la primavera de 2021 (29 de marzo), habíamos ido anteriormente a la Ciudad Encantada de Piedra, al este de Monasterio de la Sierra (*). Un poco ‘alocadamente’, sin más orientación que un mapa mental de la zona. Y sin otra cámara fotográfica que la del teléfono. Todo lo que sabíamos para orientarnos era que, en la ida, había que coger el camino del Cargaduelo y, para la vuelta, el de Peñalrayo; en medio, enlazándolos, cruzaríamos los fantásticos roquedos capricho de la erosión.
Lo disfrutamos entonces. Pero, más tarde, consultando el recorrido de otros usuarios de Wikiloc, comprobamos que nos habíamos perdido cosas interesantes. Entre otras, las Calderas de Matalhierro. Además, después de ver recientemente las bonitas fotos de ‘Ledanias’ (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-calderas-matalhierro-el-castillejo-72945229), con el brezo en plena floración (ya en plena primavera; 10 de mayo), se reavivaron nuestras ganas de volver. Sería nuestro plan A.
Teníamos, sin embargo, la duda sobre si el colorido brezal se mantendría ahora, a finales de junio. Hicimos, pues, un plan B, con otra ruta de ‘Ledanias’, que utiliza el mismo camino de ida por Peñalrayo, y luego continúa hasta las tumbas medievales de Gozmediano, el río Pedrosillo y Peñalosa (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-calderas-matalhierro-aguamediano-19223571 ). “Si vemos el brezo florido al pasar por la parte baja de la Ciudad Encantada y Matalhierro, nos quedamos (plan A); si no, seguimos (plan B)”, fue nuestro razonamiento.
Nos quedamos. En la parte baja del valle, más húmeda y frondosa, el brezo estaba en todo su esplendor, desde el blanco al morado. Así que llegamos hasta las Calderas de Matalhierro y nos decidimos por el plan A. Nos detuvimos y recreamos en la zona de las calderas. El arroyo Valladares (o Peñáguila, según dónde se mire), que las alimenta, mantenía su curso de agua, con su cascada y sus pozas erosionadas. Un espectáculo digno de ser contemplado. Había que ‘arriesgar’ un poco en algunas tomas fotográficas. Merecía la pena.
Desde allí recondujimos los pasos a la Ciudad Encantada, de abajo-arriba, no sin antes pasar junto a un singular colmenar hecho con troncos de árboles. Iniciado el ascenso, nos embargó una ligera desilusión. Gran parte del brezo manifestaba claros signos de agostamiento a medida que subíamos hacia áreas más secas, con menos vegetación arbórea, y más expuestas a los vientos. Aún quedaban matas con flores violeta y púrpura, si bien el verde de las plantas ya sin flor era dominante.
El día era espléndido, fresco y soleado. Y con visibilidad clara a lo lejos (Carazo, Gayúbar, la tupida sierra de Neila, etc.). La pena por el brezo duró, por tanto, un momento. Tocaba disfrutar del precioso regalo que se nos brindaba, aún sin el brezo en su apogeo de floración. Además, en realidad, la perspectiva (ahora, subiendo) era muy distinta de la vez anterior (entonces, bajando). Todo parecía diferente (“¿esto ‘estaba’ aquí? ¿lo vimos entonces?”).
Hay un débil sendero principal y muchos otros remedos de sendero. Pero, entre los mil vericuetos, basta con mantener rumbo norte, hacia arriba. Durante 2 km largos, asciendes casi 200 metros a través de los roquedos. El cuerpo no lo nota, de tan embelesada como está tu mente. Tanto, que nos separamos (sin querer) y anduvimos vagando en solitario durante un rato… Entre las rocas, los pitidos de aviso del silbato quedaban amortiguados; mudos. Subidos a una de ellas, hallamos señal telefónica…(ufff…): “¿Dónde estás?”.
En el regreso, el camino del Cargaduelo nos sorprendió con sus orillas alfombradas de intenso amarillo durante un largo trecho: el color de las mechas de manzanilla de roca. Más abajo, un corzo cruzó con prisa el camino. Dejamos los bosques de pinos y re-entramos en zona de robles: Robles rebollos, en terrenos más arenosos, primero; robles negrales, en terrenos más pedregosos, después. Todos ellos con esas formas fantasmagóricas de ‘ents’ Tolkienianos (vamos, de ‘El Señor de los Anillos’, para ‘entendernos’).
Para mejor apreciar esto último, antes de llegar de vuelta a Monasterio de la Sierra, nos desviamos por la derecha y damos un rodeo. En algún tramo, tras dejar el camino y penetrar bosque-a-través para encarar nuestros pasos hacia el pueblo, apenas podemos rastrear un entre desvaído e inexistente sendero. Ahí siguen los robles, ‘mirándonos’ desde sus oquedades. Cada uno distinto, con personalidad propia. Como observando pacientes y burlones el devenir del tiempo.
Y así concluimos en Monasterio de la Sierra. Un bonito pueblo de casas de piedra (más antiguas y menos) y la fuente de tres caños. El pueblo de las ¡dos iglesias (dos vimos) más una ermita! (a pesar de su reducida extensión y población). Eso, por no contar el convento gótico franciscano de Santa María de Alveinte (siglo XV), ya en ruinas, a escasos 5 km, a orillas del río Arlanza; objeto de una ruta previa (**).
En conjunto, un lugar privilegiado en la naturaleza. Para solazarse; para expandir el espíritu y para oxigenar el cuerpo. Para desenredar la mente y para fortalecer las piernas. Todo en uno.
RUTAS CERCANAS:
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ciudad-encantada-de-piedra-en-monasterio-de-la-sierra-98849577
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-y-ruinas-de-alveinte-82910986
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 64 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 599 metros (superior al que estima Wikiloc).
A caballo entre el final del invierno y el inicio de la primavera de 2021 (29 de marzo), habíamos ido anteriormente a la Ciudad Encantada de Piedra, al este de Monasterio de la Sierra (*). Un poco ‘alocadamente’, sin más orientación que un mapa mental de la zona. Y sin otra cámara fotográfica que la del teléfono. Todo lo que sabíamos para orientarnos era que, en la ida, había que coger el camino del Cargaduelo y, para la vuelta, el de Peñalrayo; en medio, enlazándolos, cruzaríamos los fantásticos roquedos capricho de la erosión.
Lo disfrutamos entonces. Pero, más tarde, consultando el recorrido de otros usuarios de Wikiloc, comprobamos que nos habíamos perdido cosas interesantes. Entre otras, las Calderas de Matalhierro. Además, después de ver recientemente las bonitas fotos de ‘Ledanias’ (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-calderas-matalhierro-el-castillejo-72945229), con el brezo en plena floración (ya en plena primavera; 10 de mayo), se reavivaron nuestras ganas de volver. Sería nuestro plan A.
Teníamos, sin embargo, la duda sobre si el colorido brezal se mantendría ahora, a finales de junio. Hicimos, pues, un plan B, con otra ruta de ‘Ledanias’, que utiliza el mismo camino de ida por Peñalrayo, y luego continúa hasta las tumbas medievales de Gozmediano, el río Pedrosillo y Peñalosa (https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-calderas-matalhierro-aguamediano-19223571 ). “Si vemos el brezo florido al pasar por la parte baja de la Ciudad Encantada y Matalhierro, nos quedamos (plan A); si no, seguimos (plan B)”, fue nuestro razonamiento.
Nos quedamos. En la parte baja del valle, más húmeda y frondosa, el brezo estaba en todo su esplendor, desde el blanco al morado. Así que llegamos hasta las Calderas de Matalhierro y nos decidimos por el plan A. Nos detuvimos y recreamos en la zona de las calderas. El arroyo Valladares (o Peñáguila, según dónde se mire), que las alimenta, mantenía su curso de agua, con su cascada y sus pozas erosionadas. Un espectáculo digno de ser contemplado. Había que ‘arriesgar’ un poco en algunas tomas fotográficas. Merecía la pena.
Desde allí recondujimos los pasos a la Ciudad Encantada, de abajo-arriba, no sin antes pasar junto a un singular colmenar hecho con troncos de árboles. Iniciado el ascenso, nos embargó una ligera desilusión. Gran parte del brezo manifestaba claros signos de agostamiento a medida que subíamos hacia áreas más secas, con menos vegetación arbórea, y más expuestas a los vientos. Aún quedaban matas con flores violeta y púrpura, si bien el verde de las plantas ya sin flor era dominante.
El día era espléndido, fresco y soleado. Y con visibilidad clara a lo lejos (Carazo, Gayúbar, la tupida sierra de Neila, etc.). La pena por el brezo duró, por tanto, un momento. Tocaba disfrutar del precioso regalo que se nos brindaba, aún sin el brezo en su apogeo de floración. Además, en realidad, la perspectiva (ahora, subiendo) era muy distinta de la vez anterior (entonces, bajando). Todo parecía diferente (“¿esto ‘estaba’ aquí? ¿lo vimos entonces?”).
Hay un débil sendero principal y muchos otros remedos de sendero. Pero, entre los mil vericuetos, basta con mantener rumbo norte, hacia arriba. Durante 2 km largos, asciendes casi 200 metros a través de los roquedos. El cuerpo no lo nota, de tan embelesada como está tu mente. Tanto, que nos separamos (sin querer) y anduvimos vagando en solitario durante un rato… Entre las rocas, los pitidos de aviso del silbato quedaban amortiguados; mudos. Subidos a una de ellas, hallamos señal telefónica…(ufff…): “¿Dónde estás?”.
En el regreso, el camino del Cargaduelo nos sorprendió con sus orillas alfombradas de intenso amarillo durante un largo trecho: el color de las mechas de manzanilla de roca. Más abajo, un corzo cruzó con prisa el camino. Dejamos los bosques de pinos y re-entramos en zona de robles: Robles rebollos, en terrenos más arenosos, primero; robles negrales, en terrenos más pedregosos, después. Todos ellos con esas formas fantasmagóricas de ‘ents’ Tolkienianos (vamos, de ‘El Señor de los Anillos’, para ‘entendernos’).
Para mejor apreciar esto último, antes de llegar de vuelta a Monasterio de la Sierra, nos desviamos por la derecha y damos un rodeo. En algún tramo, tras dejar el camino y penetrar bosque-a-través para encarar nuestros pasos hacia el pueblo, apenas podemos rastrear un entre desvaído e inexistente sendero. Ahí siguen los robles, ‘mirándonos’ desde sus oquedades. Cada uno distinto, con personalidad propia. Como observando pacientes y burlones el devenir del tiempo.
Y así concluimos en Monasterio de la Sierra. Un bonito pueblo de casas de piedra (más antiguas y menos) y la fuente de tres caños. El pueblo de las ¡dos iglesias (dos vimos) más una ermita! (a pesar de su reducida extensión y población). Eso, por no contar el convento gótico franciscano de Santa María de Alveinte (siglo XV), ya en ruinas, a escasos 5 km, a orillas del río Arlanza; objeto de una ruta previa (**).
En conjunto, un lugar privilegiado en la naturaleza. Para solazarse; para expandir el espíritu y para oxigenar el cuerpo. Para desenredar la mente y para fortalecer las piernas. Todo en uno.
RUTAS CERCANAS:
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ciudad-encantada-de-piedra-en-monasterio-de-la-sierra-98849577
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monasterio-de-la-sierra-y-ruinas-de-alveinte-82910986
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