251. Bosques y Dehesas de Grandes Robles en Vizcaínos
near Vizcaínos, Castilla y León (España)
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Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
⚠️ AVISO PREVIO
Durante algo más de tres km (del km 5,9 al 9,2) fuimos inmersos en el bosque o por monte arbustivo a través. Sin sendero o camino. Lo hicimos intencionadamente.
No es esa parte una travesía cómoda, pero fue estimulante física y mentalmente. Nos gustó así, en su justa dosis. Cada cual tiene su umbral y su punto crítico.
Este aspecto merecerá más detalle en Posibles Dificultades e incluso en ANÉCDOTA (debajo).
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 50 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' (en el límite con 'Media') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 355 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Hacía muchas semanas que no íbamos por el sur. No obstante, con antelación lo habíamos peinado ampliamente. Pero ya tocaba reencontrarnos.
En los últimos meses habíamos recorrido el este, el norte, el oeste. Pero el querido sur nos reclamaba ya. No importaba que el tiempo se presumiera ‘feote’ para hoy. Iríamos. (Finalmente, sorpresa, estuvo ‘majete’).
Por Vizcaínos, con su elegante iglesia románica, habíamos pasado varias veces. Siempre en tránsito de un Barbadillo (el del Mercado) a los otros (del Pez y de Herreros; destinos de lujo). Pero, ¿y qué hay de lo de Vizcaínos?
La ruta de hoy era una incógnita. No sabíamos bien qué podría depararnos. De pasada, hacía tiempo, habíamos visto bosques de robles. Estarían bien ahora en el otoño avanzado; dorados al sol.
Es más, en una ruta cercana a esta [1], desde Barbadillo del Pez, nos introdujimos en robledales de vetustos ejemplares: gruesos, inclinados, retorcidos, … con formas humanas.
Nos encantó esa ruta, también en el final del otoño, casi el mismo día que hoy hacía un año: [1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desde-barbadillo-del-pez-a-pena-del-medio-119975130
En la ruta prevista para hoy pasaríamos próximos a aquella.
Inicialmente, para la ruta actual, tomamos como guía la de ‘santibaranda’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/20111206-vizcainos-barbadillo-del-pez-2281506
Viendo, no obstante, que ese trazado incluía algunos km por carretera, a última hora la reajustamos para reducirlos. Monte a través; a ver cómo resulta.
Dice ‘santibaranda’: “Precioso paseo entre magníficos robledales. Aspecto fantasmagórico de los bosques entre nubes bajas. Muchos robles forrados de musgo…. Un tramo largo por el corazón del bosque, sin camino, entre los árboles, a golpe de brújula”.
Nada que añadir a ese cautivador, irresistible, resumen. A eso vamos. Ahí queremos ‘perdernos’.
… Pero, pensamos, también hay arroyos que bajan de las estribaciones sur-orientales de la Sierra de Mencilla. No sabemos cómo irán de agua. --“Anda, coge los botines”.
…Y las vaguadas y el interior del bosque probablemente estén frondosos y con maleza. Que, además, este otoño ha llovido por dos. --“Vamos, ponte las polainas”.
LA RUTA
Tomamos, pues, como referencia de apoyo la ruta de ‘santibaranda’ (aunque esto dará que hablar…, en la ANÉCDOTA). Esa guía fue útil para no descarriarnos.
Empezamos en el pueblo de Vizcaínos. Encandilados con su bella iglesia (varias vueltas en torno) y atraídos hasta el brioso río Pedroso, cercano.
Tras menos de 500 metros por carretera, nos desviamos a su ermita (km 1,6). Retomamos otro tramo de carretera (del 2,2 al 2,7). Sin circulación y con orillas amplias.
Hasta el km 5,9 marchamos por el camino que sondea un extenso bosque de robles; mayormente, jóvenes; algunos, añosos. Entrevemos la Sierra de Mencilla al fondo, por delante.
Allí dejamos el camino a la derecha y seguimos de frente, bosque a través: Sin ninguna indicación externa; sorteando; cimbreándonos; buscando rendijas de paso. El suelo, no obstante, está relativamente limpio.
En el km 7,2 nos abrimos a un claro. Cogemos aire y nos volvemos a sumergir en el bosque, ahora más abierto. Salimos finalmente a una vaguada (km 7,7), o sucesión de ellas, hasta el 9,2. Los arroyos no llevaban agua.
En el km 9,2 nos asentamos finalmente en un camino. Remonta hasta un robledal de fantasía (km 9,6 a 10,4), de ejemplares venerables. Para detenerse y grabarlo.
Dejando ese bosque, salimos a otra joya de la ruta: unas extensas praderas, con laguna natural incluida y vistas hacia las sierras de Mencilla y La Demanda. Eso nos ocupa hasta el km 11,5.
Entramos ahí en un bosque de robles mozos, más abigarrado, pero siempre por vereda. Se atisban, entreverados, los perfiles de las sierras del sur (Carazo, etc.). Llegamos a la carretera (km 13,4).
Sólo nos queda seguir el asfalto hasta el final en Vizcaínos. Es algo más de un km. Tal vez haya alguna alternativa viable por el interior del bosque, pero no se veía.
Posibles Dificultades:
La orientación es difícil. Es necesario llevar una guía que marque el rumbo y nos indique en todo momento dónde nos encontramos, y dónde está el punto de origen y destino.
Este requisito resulta imprescindible cuando nos zambullimos en bosque crudo, con pocas fisuras por donde culebrear, entre los km 5,9 y 7,2. Luego, parecido, pero mejor: Se ven el cielo y el horizonte.
Físicamente, hay zonas con terreno algo incómodo para moverse; otras, con suelo de fácil circulación; algunas, de praderas aterciopeladas; …y un par de tramos de carretera al principio y al final. Variedad.
DESTACADO
La ruta de hoy, como la mayoría, tiene una naturaleza que te impregna el alma. Llámalo endorfinas (llámalo ‘X’), si quieres, pero ellas sólo son las mensajeras.
Ese efecto lo consigue llevándote por lugares austeros, de ardua travesía, conjugándolo con otros primorosos, que deslumbran.
Asimismo, esta ruta, como bastantes otras por estas tierras plenas de historias de superación, tiene una vertiente cultural.
Esa cara, la cultural, es menos sensorial y emocional que la otra, la natural. Aquella, más intelectual, también hace medrar el espíritu.
(1) Magníficos Robledales:
Era ese, probablemente, el atractivo con más gancho; el que más tiraba de nosotros antes de ir. Y no defraudó, a pesar de nuestras altas expectativas.
Parte de los bosques incluyen ejemplares jóvenes; delgados y rectos; bastante apretados entre sí, como deseosos de contacto mutuo. Atosigan un poco, es verdad.
Es cierto también que las hojas de todos ellos, los más jóvenes y los maduros, estaban ya lacias o secas, de un color desvaído. Bajo el sol, sin embargo, su tinte crema radiaba rubiales.
Pero lo que realmente embauca son las dehesas espaciosas con sus robles entrados en años: gruesos…, arqueados, verrugosos; forrados de musgo; con formas fantasmales; con personalidad… (sólo les faltaba la voz…).
Los hay de este tipo en varios puntos a lo largo de la ruta. Probablemente, el paraje más impresionante, por la abundancia de ejemplares únicos, se ubica entre los km 9,6 y 10,4.
Llévate, viajero, memoria suficiente en la cámara de fotos. Con video apreciarás mejor la vida animada de esos seres encadenados al suelo.
No me extrañaría que deambulen cuando no les miramos. Eso diría, si no me fueran a tomar por un loco....
(2) Las Praderas, la Lagunilla, y las Vistas de las Sierras:
Sin restar un ápice de interés a otras partes, hay una que nos apabulló; inesperadamente. Antes de ir, mirando en el mapa, pensábamos que sería un mero claro en el bosque.
Me refiero al área entre los km 10,4 y 11,6. Sales de la dehesa de robles y te encuentras con un gran espacio abierto. Cubierto de verde mayo, refulgiendo al sol. Unas praderas de fina hierba; lisas y blandas; como de satén.
Incluyen una lagunilla de aspecto natural; redondeada (no más de 40 metros de diámetro). No figura como tal, con agua, en los mapas. Tal vez se llena y mantiene sólo con las lluvias.
También allí nos maravillaron las vistas de la Sierra de la Demanda, por el fondo norte. En un día luminoso, se observaba su ensogado de cumbres recién nevadas (aún sólo levemente).
Más cercana se erguía la ondulada Sierra de Mencilla. Estábamos justo a sus pies. Bello paisaje, todo él. Con la boca abierta....
(3) La Iglesia de Vizcaínos y las Ermitas:
Aunque sólo fuera por ese concentrado tramo entre el km 9,6 y el 11,6 [puntos recién destacados en (1) y (2)], la ruta bien merecería la pena. Pero hay más, incluido el arte.
En Vizcaínos sobresale su iglesia románica de San Martín (siglos XI-XII). Su galería porticada fue desmontada y reconstruida posteriormente. El conjunto tiene distinción, carácter.
Resulta admirable la finura en el labrado de los canecillos y su vasto surtido. El pórtico y la torre-campanario revelan, igualmente, la maestría de sus hacedores de la Escuela Silense.
No puede uno dejar de preguntarse cómo fue posible tanta excelencia (y esfuerzo). Aquí y en much(ísim)os otros pueblos castellanos, que nunca llegaron al medio millar de habitantes (en algunos, ni al centenar).
En la ruta, además, podemos acercarnos a dos ermitas. Una (km 1,5), la de San Jorge, próxima al núcleo urbano de Vizcaínos. Data del siglo XVIII, con arreglos posteriores.
Otra ermita está fuera de la ruta, pero a la vista y al alcance. Es la de Santa Julita y San Quirico. Románica (de finales del siglo XI). La conocíamos (ver ruta [1], arriba).
ANÉCDOTA
Hacía bastante tiempo que habíamos leído la concisa descripción que hace de su ruta ‘santibaranda’. “Nos gusta. Nos va como anillo al dedo. La haremos tal cual”. Eso nos dijimos. Se quedó en espera.
Justo el día anterior nos dimos cuenta de que el recorrido incluía varios km de asfalto. “Hay que reducirlo”. Lo recortamos. “Así nos queda perfecta. Como anillo…” (‘otra vez’...).
Pero…,
(• Uno) Ya nada más empezar, comenzamos a salirnos del guión; a hacer cambios: primero, bajando al río; después, desviándonos a la ermita.
(• Dos) Luego, en el km 5,8 nos dio una ‘ventolera’. El trazado de ‘santibaranda’ nos introducía en bosque cerrado. Ahora venía lo difícil. Era cuando más necesitaríamos una guía.
Pues no. Ahí nos dio por autoafirmarnos: “Venga, valientes, vamos a hacer lo difícil más difícil todavía. Ahora, triple salto mortal”. ‘Sin manos’: Sin guía ni nada.
Así, libres, fuimos hasta el km 9,9. Allí enlazamos con el itinerario original (de ‘santibaranda’). Pero ese contacto fue breve: durante 500 metros; por el robledal.
(• Tres) Seguidamente, como nos encantó el área de la laguna y las praderas, revoloteamos por allí y nos dejamos llevar largamente. Todo fuera de plan también.
No volvimos a coincidir con el diseño original hasta que, obligados, pusimos pie en la carretera en el km 13,4.
Y aun así (• Cuatro) la abandonamos antes de llegar de vuelta a Vizcaínos, para de ese modo recorrer el pueblo de arriba-abajo.
Por consiguiente, de los 15,5 km de la presente ruta, al final resultó que marchamos sobre los pasos de nuestro guía en sólo 5,7 de ellos.
Pero, sin su trazado, nuestro espíritu aventurero habría flaqueado. Vamos, que no nos habríamos atrevido a hacerlo tal cual.
Es más, sin el apetitoso anzuelo de la breve crónica de ‘santibaranda’, esta ruta y sus tesoros ocultos nos habrían pasado desapercibidos.
Así que: “Gracias, SB. Es posible que no te reconozcas en esta ruta (‘como anillo al dedo, dice’…). Pero tuyo es el mérito de lo bien que lo pasamos”.
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
⚠️ AVISO PREVIO
Durante algo más de tres km (del km 5,9 al 9,2) fuimos inmersos en el bosque o por monte arbustivo a través. Sin sendero o camino. Lo hicimos intencionadamente.
No es esa parte una travesía cómoda, pero fue estimulante física y mentalmente. Nos gustó así, en su justa dosis. Cada cual tiene su umbral y su punto crítico.
Este aspecto merecerá más detalle en Posibles Dificultades e incluso en ANÉCDOTA (debajo).
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 50 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' (en el límite con 'Media') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 355 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Hacía muchas semanas que no íbamos por el sur. No obstante, con antelación lo habíamos peinado ampliamente. Pero ya tocaba reencontrarnos.
En los últimos meses habíamos recorrido el este, el norte, el oeste. Pero el querido sur nos reclamaba ya. No importaba que el tiempo se presumiera ‘feote’ para hoy. Iríamos. (Finalmente, sorpresa, estuvo ‘majete’).
Por Vizcaínos, con su elegante iglesia románica, habíamos pasado varias veces. Siempre en tránsito de un Barbadillo (el del Mercado) a los otros (del Pez y de Herreros; destinos de lujo). Pero, ¿y qué hay de lo de Vizcaínos?
La ruta de hoy era una incógnita. No sabíamos bien qué podría depararnos. De pasada, hacía tiempo, habíamos visto bosques de robles. Estarían bien ahora en el otoño avanzado; dorados al sol.
Es más, en una ruta cercana a esta [1], desde Barbadillo del Pez, nos introdujimos en robledales de vetustos ejemplares: gruesos, inclinados, retorcidos, … con formas humanas.
Nos encantó esa ruta, también en el final del otoño, casi el mismo día que hoy hacía un año: [1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desde-barbadillo-del-pez-a-pena-del-medio-119975130
En la ruta prevista para hoy pasaríamos próximos a aquella.
Inicialmente, para la ruta actual, tomamos como guía la de ‘santibaranda’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/20111206-vizcainos-barbadillo-del-pez-2281506
Viendo, no obstante, que ese trazado incluía algunos km por carretera, a última hora la reajustamos para reducirlos. Monte a través; a ver cómo resulta.
Dice ‘santibaranda’: “Precioso paseo entre magníficos robledales. Aspecto fantasmagórico de los bosques entre nubes bajas. Muchos robles forrados de musgo…. Un tramo largo por el corazón del bosque, sin camino, entre los árboles, a golpe de brújula”.
Nada que añadir a ese cautivador, irresistible, resumen. A eso vamos. Ahí queremos ‘perdernos’.
… Pero, pensamos, también hay arroyos que bajan de las estribaciones sur-orientales de la Sierra de Mencilla. No sabemos cómo irán de agua. --“Anda, coge los botines”.
…Y las vaguadas y el interior del bosque probablemente estén frondosos y con maleza. Que, además, este otoño ha llovido por dos. --“Vamos, ponte las polainas”.
LA RUTA
Tomamos, pues, como referencia de apoyo la ruta de ‘santibaranda’ (aunque esto dará que hablar…, en la ANÉCDOTA). Esa guía fue útil para no descarriarnos.
Empezamos en el pueblo de Vizcaínos. Encandilados con su bella iglesia (varias vueltas en torno) y atraídos hasta el brioso río Pedroso, cercano.
Tras menos de 500 metros por carretera, nos desviamos a su ermita (km 1,6). Retomamos otro tramo de carretera (del 2,2 al 2,7). Sin circulación y con orillas amplias.
Hasta el km 5,9 marchamos por el camino que sondea un extenso bosque de robles; mayormente, jóvenes; algunos, añosos. Entrevemos la Sierra de Mencilla al fondo, por delante.
Allí dejamos el camino a la derecha y seguimos de frente, bosque a través: Sin ninguna indicación externa; sorteando; cimbreándonos; buscando rendijas de paso. El suelo, no obstante, está relativamente limpio.
En el km 7,2 nos abrimos a un claro. Cogemos aire y nos volvemos a sumergir en el bosque, ahora más abierto. Salimos finalmente a una vaguada (km 7,7), o sucesión de ellas, hasta el 9,2. Los arroyos no llevaban agua.
En el km 9,2 nos asentamos finalmente en un camino. Remonta hasta un robledal de fantasía (km 9,6 a 10,4), de ejemplares venerables. Para detenerse y grabarlo.
Dejando ese bosque, salimos a otra joya de la ruta: unas extensas praderas, con laguna natural incluida y vistas hacia las sierras de Mencilla y La Demanda. Eso nos ocupa hasta el km 11,5.
Entramos ahí en un bosque de robles mozos, más abigarrado, pero siempre por vereda. Se atisban, entreverados, los perfiles de las sierras del sur (Carazo, etc.). Llegamos a la carretera (km 13,4).
Sólo nos queda seguir el asfalto hasta el final en Vizcaínos. Es algo más de un km. Tal vez haya alguna alternativa viable por el interior del bosque, pero no se veía.
Posibles Dificultades:
La orientación es difícil. Es necesario llevar una guía que marque el rumbo y nos indique en todo momento dónde nos encontramos, y dónde está el punto de origen y destino.
Este requisito resulta imprescindible cuando nos zambullimos en bosque crudo, con pocas fisuras por donde culebrear, entre los km 5,9 y 7,2. Luego, parecido, pero mejor: Se ven el cielo y el horizonte.
Físicamente, hay zonas con terreno algo incómodo para moverse; otras, con suelo de fácil circulación; algunas, de praderas aterciopeladas; …y un par de tramos de carretera al principio y al final. Variedad.
DESTACADO
La ruta de hoy, como la mayoría, tiene una naturaleza que te impregna el alma. Llámalo endorfinas (llámalo ‘X’), si quieres, pero ellas sólo son las mensajeras.
Ese efecto lo consigue llevándote por lugares austeros, de ardua travesía, conjugándolo con otros primorosos, que deslumbran.
Asimismo, esta ruta, como bastantes otras por estas tierras plenas de historias de superación, tiene una vertiente cultural.
Esa cara, la cultural, es menos sensorial y emocional que la otra, la natural. Aquella, más intelectual, también hace medrar el espíritu.
(1) Magníficos Robledales:
Era ese, probablemente, el atractivo con más gancho; el que más tiraba de nosotros antes de ir. Y no defraudó, a pesar de nuestras altas expectativas.
Parte de los bosques incluyen ejemplares jóvenes; delgados y rectos; bastante apretados entre sí, como deseosos de contacto mutuo. Atosigan un poco, es verdad.
Es cierto también que las hojas de todos ellos, los más jóvenes y los maduros, estaban ya lacias o secas, de un color desvaído. Bajo el sol, sin embargo, su tinte crema radiaba rubiales.
Pero lo que realmente embauca son las dehesas espaciosas con sus robles entrados en años: gruesos…, arqueados, verrugosos; forrados de musgo; con formas fantasmales; con personalidad… (sólo les faltaba la voz…).
Los hay de este tipo en varios puntos a lo largo de la ruta. Probablemente, el paraje más impresionante, por la abundancia de ejemplares únicos, se ubica entre los km 9,6 y 10,4.
Llévate, viajero, memoria suficiente en la cámara de fotos. Con video apreciarás mejor la vida animada de esos seres encadenados al suelo.
No me extrañaría que deambulen cuando no les miramos. Eso diría, si no me fueran a tomar por un loco....
(2) Las Praderas, la Lagunilla, y las Vistas de las Sierras:
Sin restar un ápice de interés a otras partes, hay una que nos apabulló; inesperadamente. Antes de ir, mirando en el mapa, pensábamos que sería un mero claro en el bosque.
Me refiero al área entre los km 10,4 y 11,6. Sales de la dehesa de robles y te encuentras con un gran espacio abierto. Cubierto de verde mayo, refulgiendo al sol. Unas praderas de fina hierba; lisas y blandas; como de satén.
Incluyen una lagunilla de aspecto natural; redondeada (no más de 40 metros de diámetro). No figura como tal, con agua, en los mapas. Tal vez se llena y mantiene sólo con las lluvias.
También allí nos maravillaron las vistas de la Sierra de la Demanda, por el fondo norte. En un día luminoso, se observaba su ensogado de cumbres recién nevadas (aún sólo levemente).
Más cercana se erguía la ondulada Sierra de Mencilla. Estábamos justo a sus pies. Bello paisaje, todo él. Con la boca abierta....
(3) La Iglesia de Vizcaínos y las Ermitas:
Aunque sólo fuera por ese concentrado tramo entre el km 9,6 y el 11,6 [puntos recién destacados en (1) y (2)], la ruta bien merecería la pena. Pero hay más, incluido el arte.
En Vizcaínos sobresale su iglesia románica de San Martín (siglos XI-XII). Su galería porticada fue desmontada y reconstruida posteriormente. El conjunto tiene distinción, carácter.
Resulta admirable la finura en el labrado de los canecillos y su vasto surtido. El pórtico y la torre-campanario revelan, igualmente, la maestría de sus hacedores de la Escuela Silense.
No puede uno dejar de preguntarse cómo fue posible tanta excelencia (y esfuerzo). Aquí y en much(ísim)os otros pueblos castellanos, que nunca llegaron al medio millar de habitantes (en algunos, ni al centenar).
En la ruta, además, podemos acercarnos a dos ermitas. Una (km 1,5), la de San Jorge, próxima al núcleo urbano de Vizcaínos. Data del siglo XVIII, con arreglos posteriores.
Otra ermita está fuera de la ruta, pero a la vista y al alcance. Es la de Santa Julita y San Quirico. Románica (de finales del siglo XI). La conocíamos (ver ruta [1], arriba).
ANÉCDOTA
Hacía bastante tiempo que habíamos leído la concisa descripción que hace de su ruta ‘santibaranda’. “Nos gusta. Nos va como anillo al dedo. La haremos tal cual”. Eso nos dijimos. Se quedó en espera.
Justo el día anterior nos dimos cuenta de que el recorrido incluía varios km de asfalto. “Hay que reducirlo”. Lo recortamos. “Así nos queda perfecta. Como anillo…” (‘otra vez’...).
Pero…,
(• Uno) Ya nada más empezar, comenzamos a salirnos del guión; a hacer cambios: primero, bajando al río; después, desviándonos a la ermita.
(• Dos) Luego, en el km 5,8 nos dio una ‘ventolera’. El trazado de ‘santibaranda’ nos introducía en bosque cerrado. Ahora venía lo difícil. Era cuando más necesitaríamos una guía.
Pues no. Ahí nos dio por autoafirmarnos: “Venga, valientes, vamos a hacer lo difícil más difícil todavía. Ahora, triple salto mortal”. ‘Sin manos’: Sin guía ni nada.
Así, libres, fuimos hasta el km 9,9. Allí enlazamos con el itinerario original (de ‘santibaranda’). Pero ese contacto fue breve: durante 500 metros; por el robledal.
(• Tres) Seguidamente, como nos encantó el área de la laguna y las praderas, revoloteamos por allí y nos dejamos llevar largamente. Todo fuera de plan también.
No volvimos a coincidir con el diseño original hasta que, obligados, pusimos pie en la carretera en el km 13,4.
Y aun así (• Cuatro) la abandonamos antes de llegar de vuelta a Vizcaínos, para de ese modo recorrer el pueblo de arriba-abajo.
Por consiguiente, de los 15,5 km de la presente ruta, al final resultó que marchamos sobre los pasos de nuestro guía en sólo 5,7 de ellos.
Pero, sin su trazado, nuestro espíritu aventurero habría flaqueado. Vamos, que no nos habríamos atrevido a hacerlo tal cual.
Es más, sin el apetitoso anzuelo de la breve crónica de ‘santibaranda’, esta ruta y sus tesoros ocultos nos habrían pasado desapercibidos.
Así que: “Gracias, SB. Es posible que no te reconozcas en esta ruta (‘como anillo al dedo, dice’…). Pero tuyo es el mérito de lo bien que lo pasamos”.
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