Braña de los Tejos

Salimos desde Cicera en el valle de Peñarrubia con la emoción siempre de llegar a ver, pasear y admirar los ejemplares milenarios que se encuentran en la braña de los tejos.
Comenzamos ruta por la pista que une este pueblo con Lebeña. Mientras ascendemos cómodamente vemos un gran acebal con su fruto rojo dando un gran colorido al bosque y metiéndonos la pista en un hayedo. Hay varias opciones de ascensión, nosotros preferimos dejar la pista y subir a la izda. en busca de unos invernales localizando pequeñas praderías y cabañas. Más arriba nos encontramos de nuevo con la pista donde la volvimos a seguir un rato para volver a irnos a la izquierda y subir el monte hasta el alto. Arriba nos encontramos el vallado que delimita los dos municipios con vistas a Peña Ventosa y Picos.
El viento pegaba de lo lindo y rápidamente seguimos camino siguiendo en un primer momento el vallado hacia la izda. hasta encontrar marcas rojas y seguirlas. Nos encontramos con un pequeño desfiladero que daba a un gran hoyo, pensamos la gran cantidad de animales muertos tenía que haber, era una gran trampa natural.
Nos adentramos en un hayedo, las marcas rojas ahora son flechas marcadas en los árboles. Bastantes ejemplares en el suelo con sus raíces al aire tirados por el viento, muertos pero dando vida a otros muchos animales.
Por fin y después de encontrarnos con algún ejemplar de tejos aislados llegamos al cerco que delimita la braña de los Tejos.
El sitio es espectacular, mientras se ve la cordillera (Peña Prieta), Peña Ventosa a tus pies y los Picos, paseas entre estos Tejos venteándose sus quimas milenarias trasmitiéndote todo tipo de sensaciones. Lo demás hay que vivirlo, no se puede contar, es un lugar mágico especialmente para los cántabros.
La bajada fue un poco liosa, hay que orientarse y anduvimos por sitios un poco más complicados. La hicimos por el collado Pasaneu para seguir pista por la otra vertiente para bajar de nuevo al valle de Peñarrubia por un bosque y luego andar por una riega con cierta dificultad. Al fin encontramos un camino aunque intermitente que nos llevó siempre cerca de la riega que nos acercó hasta hasta el pueblo.
Analizando sólo la subida la catalogo de moderada, la bajada es otro cantar, más complicado de orientarse y más difícil de andar. Ante la duda volver por el mismo sitio.
Un gran fin de ruta es acercarse en coche hasta el mirador de Santa Catalina, muy recomendable.