Burgos (Santo Domingo de Silos). El valle del cementerio de Sad Hill.

Longitud: 15 kilómetros.
Tiempo total: 4 horas 17 minutos.
Tiempo en movimiento: 3 horas 34 minutos.
Desnivel acumulado de subida: 447 metros.
Índice IBP: 55.

Hoy visitamos una de las localizaciones cinematográficas más importantes de la historia del séptimo arte, el ficticio cementerio de Sad Hill ubicado en el término de Santo Domingo de Silos, construido en el verano de 1.966 para el rodaje de la última escena de “El bueno, el feo y el malo” de Sergio Leone con la banda sonora de Ennio Morricone. Para llegar a él pasearemos entre enebros y en ocasiones entre pinos y robles, además nos recrearemos andando en las dehesas donde pastan plácidamente vacas y que tiene a la vista las peñas de San Carlos y Carazo. Si a ello le unimos que partimos de Santo Domingo de Silos, pueblo burgalés cargado de historia que podemos visitar a continuación, podemos asegurar que la jornada de hoy es completa. La ruta no estña señalizada y gran parte no tiene sombra.

Comenzamos el día dejando el coche en uno de los múltiples aparcamientos que se encuentran a su entrada.

Antes de salir de Santo Domingo de Silos vemos el Rollo jurisdiccional. Andamos entre enebros hasta, después de pasar un portón, llegar a un mirador con unas vistas estupendas del cementerio de Sad Hill. Allí tenemos un cartel con indicaciones referentes a la película “El bueno, el feo y el malo”.

Descendemos y ya vemos in situ la localización donde se rodó parte de esta famosa película, localización olvidada durante muchos años pero a la que actualmente se la está dando valor. Fue elegida esta zona porque los paisajes de sabinares agrestes y calizos de la Peña de Carazo cautivaron a Sergio Leone para convertirlos por su similitud en escenarios naturales de Nuevo México y Río Grande.

Aquí se rueda la escena cumbre de la película. Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef llegan a un cementerio de guerra donde se disputarán en un duelo a tres o “triello” los 200.000 dólares enterrados en una tumba.

Este cementerio fue recuperado en 2.015 gracias a la Asociación Cultural Sad Hill y en él se recrea un soberbio cementerio circular con más de 5.000 tumbas dispuestas en un sistema de círculos concéntricos rodeando una plazoleta central de 30 metros.
La necesidad de gran cantidad de extras en algunas escenas alteró la vida de la comarca durante los meses de mayo a julio de aquel año. Participaron soldados del cuartel de San Marcial de Burgos junto a estudiantes y vecinos de los pueblos de la zona. Algunos extras tuvieron cierto protagonismo como la banda de músicos de Betterville, formada por músicos auténticos de Salas de los Infantes, Covaleda, Araúzo de Miel o Barbadillo del Pez.

El nombre de Sergio Leone está vinculado al western en su versión italiana. Las películas más representativas que dirigió son “Por un puñado de dólares” de 1.964, “La muerte tenía un precio” de 1.965, “El bueno, el feo y el malo” de 1.966 y “Hasta que llegó su hora” de 1.968.

Después de dejar jugar un rato nuestra imaginación y seguramente nuestros recuerdos, continuamos el camino adentrándonos en una larga dehesa donde hay múltiples grupos de vacas. A un lado vemos a lo alto las peñas de San Carlos y Carazo que anotamos para una próxima ruta.

Nada más salir de la dehesa nos adentramos en un camino entre robles, para a continuación seguir un corto tramo campo a través e iniciar un ascenso por una estrecha senda. Al finalizar la subida podemos echar el último vistazo al valle que hemos estado recorriendo hace unos momentos.

Ya iniciamos el camino de vuelta, de nuevo entre enebros. Según nos vamos acercando a Santo Domingo de Silos vamos teniendo unas bonitas de este pueblo castellano desde múltiples perspectivas. Una vez allí damos por finalizada la ruta senderista pero tenemos diversas opciones culturales, bien en Santo Domingo de Silos donde entre otras cosas podemos visitar su famoso convento, o también podemos visitar el cercano pueblo de Covarrubias o andar por el desfiladero de La Yecla.

Espero que disfrutéis del día.

Historia del Monasterio de Santo Domingo de Silos.

“El Monasterio de Santo Domingo de Silos se halla ubicado en la parte oriental de un pequeño valle de la gran meseta castellana, que el primer documento conservado del Archivo de Silos, del año 954, ya denomina como valle de Tabladillo.
La vida del hombre en Silos y en su comarca se remonta a tiempos prehistóricos, conocida hoy en día gracias a una serie de excavaciones arqueológicas.
La vida monástica en todo el Valle de Tabladillo, especialmente en Silos, comenzó con probabilidad, a la hora de la reconquista castellana, a fines del siglo IX, en forma de granjas monástico-familiares.
Pero, desde el siglo X, el monasterio propiamente de San Sebastián de Silos ya entra en la historia documentalmente.
Sin embargo, debido a los estragos de Almanzor, el monasterio silense cae en gran decadencia material y espiritual. En este momento, en 1041, hace presencia, de la mano del rey Fernando I de Castilla, el monje riojano emilianense Domingo. Es nombrado abad de Silos y, en treinta y dos años, con su ímpetu restaurador y con su santidad, levanta a Silos en sus edificios y en su comunidad. Muere el 20 de diciembre de 1073. Es canonizado en 1076, y se convierte en el taumaturgo medieval de la zona y su tumba en centro de peregrinación.
Surge el claustro románico extraordinario, y brilla el scriptorium silense con obras como el Beato de Silos, hoy en el Museo Británico.
La Baja Edad Media coincide con una etapa menos brillante de la Abadía castellana. Pero, en 1512, el monasterio silense se adhiere a la Congregación Benedictina de Valladolid y se va formando el monasterio moderno al lado del medieval: muralla perimetral; ala sur para las celdas individuales de los monjes; la capilla de Santo Domingo; la iglesia neoclásico-barroca.
En 1835, en noviembre, obedeciendo el decreto de exclaustración del gobierno de Mendizábal, se dispersa la comunidad y se interrumpe la vida monástico benedictina de Silos a lo largo de cuarenta y cinco años.
Afortunadamente, el 18 de diciembre de 1880, un grupo de monjes benedictinos franceses de la Abadía de Ligugé, dirigidos inteligentemente por un monje de la Abadía de Solesmes, Dom Ildefonso Guépin, salvó a Silos de la catástrofe total al elegir las ruinas silenses como su refugio.
Estos monjes fueron restaurando con esfuerzos casi heroicos el Monasterio silense; y, con la restauración material, procuraron recuperar parte de los restos culturales. Encontraron 14 manuscritos medievales; muchos diplomas, también de la Edad Media; y casi todo el archivo de la Edad Moderna.
Desde entonces, en el siglo XX hasta hoy, la comunidad de Silos ha tenido y tiene una gran vitalidad: con su testimonio, con sus celebraciones litúrgicas, con sus aportaciones a la cultura, y con su irradiación, fundando varias casas nuevas en España, como Estíbaliz (Álava), Montserrat de Madrid, Leyre (Navarra), Abadía de Santa Cruz del Valle de los Caídos (Madrid); y en Hispanoamérica: México y Argentina.
Silos ocupa un lugar importante en la Orden Benedictina y en la Iglesia Española en el mundo actual.
Por lo que se refiere a su aspecto exterior, en sus edificios monasteriales, Silos se compone de dos monasterios yuxtapuestos, en torno a dos claustros: a) el medieval; y b) el moderno o clásico-barroco; con la iglesia al Norte, y la gran ala Sur, o zona habitacional, con las celdas de los monjes. Esta parte sufrió un pavoroso incendio en 1970, y se redujo a cenizas. Pero bajo la dirección de Bellas Artes, se restauró en 1971-72, con la planificación y supervisión continua de los arquitectos Alberto García Gil y Julia Fernández de Caleya. Desde entonces Silos es un gran monasterio a la vez histórico y funcional.”