Busquístar - Cástaras - Notaez - Busquistar

Desde la entrada de Busquistar comenzamos a descender por sus calles, dejando a nuestra derecha la Iglesia de San Felipe y Santiago. Durante la dominación musulmana Busquistar perteneció a “Yuz” de Farrayra, y luego a la taha de Ferreyra. En 1499 fue entregada en Señorio al Gran Capitán junto a la taha de Órgiva, manteniendo este estatus hasta la desaparición de los Señorios en el siglo XIX. Al sureste de la población, en la cumbre de un cerro cercano al que da nombre, hay restos de un asentamiento medieval mozárabe conocido como la Mezquita, done pudo estar el origen de la población actual. El pueblo se caracteriza por las construcciones de sus casa estilo alpujarreño, con sus típicos “terraos” planos y las antiguas casas de piedras o pintadas con cal. Perfectamente adaptadas a lo quebrado del terreno y a la climatologí­a del lugar, que se ordenan en estrechas calles donde perdura la memoria de su pasado morisco. Presume de albergar uno de los mayores bosquetes de castaños de la Alpujarra y algunos de sus senderos más señeros, como esta ruta medieval.

Abandonamos Busquistar (inicio y final de nuestra ruta de hoy) en dirección Este por un carril, que conforme va virando dirección N-E, se va transformando en el angosto Sendero PR-A 299, conocido como del Helechal, o Sendero Medieval, aunque a este primer entre Busquistar y Trevélez se le conocía como “Camino bajo de Trevélez” con vistas sobre el angosto valle al que poco a poco vamos descendiendo, llevando los dos primeros kilómetros la caída hacia el río Trevélez a la derecha, que a veces no podemos ver por la misma estrechez del valle en el que cada vez más nos vamos adentrando, descendiendo la temperatura conforme nos vamos adentrando en su umbría. De vez en cuando pasamos junto a algunos ejemplares de castaños y ruinas de antiguas casas de piedra, testigos mudos de tantas idas y venidas entre los vecinos de Busquistar y Trevélez, ya fuera a pie, o en sus mulos o borricos por estos caminos históricos, que además de belleza paisajística, rezuman historias y formas de vida, muy bien descritas en el libro de Gerard Brennan “Al Sur de Granada”.

Conforme vamos descendiendo al valle la música acuática va sonando con mayor frecuencia e intensidad, antes de cruzar el río Trevélez, atravesamos dos pequeñas barranqueras tributarias que por este orden son las del “Tesorillo” y la de “Los Alacranes”. El río Trevelez lo cruzamos a través de un puente de piedra entre las tajeras del Cerro del Conjuro por donde hemos venido descendiendo y el cerro de los Castillos Negros por el cual vamos a iniciar el primer tramo de ascensión, no sin antes detenernos en el puente para recrearnos con el alegre caudal que trae el río Trevelez, que nace en la vertiente sur del Puntal de Juntillas y al Este del Puntal de Vacares, hacia su vertiente sur, recogiendo también las chorreras que caen al sur del Puerto del Picón del Jerez o del idílico Paraje de Siete Laguas. Ni que decir tiene que durante los meses de primavera en pleno deshielo el caudal del río Treveñez, al igual que el del Barranco de Poqueira es espectacular y no es de extrañar, el tremendo poder erosivo, con el que sus aguas ha ido esculpiendo e incluso redondeando las duras rocas de la parte inferior de estos tajos, tal y como podemos contemplar desde el puente y sus proximidades. Un auténtico espectáculo geológico. Siendo la tendencia de estos valles el hacerse cada milenio más y más profundo, mientras estos ríos procedentes de la alta montaña nevadense sigan fluyendo con tanta fuerza, incluso en estos últimos años de sequía. Ni que decir tiene que es espectáculo visual y auditivo del agua es aún mayor en años de precipitaciones normales.

Una vez que cruzamos el mencionado puente de piedra, encaramos la primera ascensión de la jornada por el denominado “Camino de la Escarihuela del Portichuelo”, probablemente anterior a la llegada de los primeros repobladores de la Alpujarra, a buen seguro de época musulmana. Poco antes nos encontramos con un cartel informativo que nos cuenta lo siguiente:

Se dispone a subir por la Escarihuela del Portichuelo de Cástaras. Las “Escaruehuelas” o “Carrigüelas” son caminos generalmente muy empinados y sinuosos en zigzags, cuyo nombre surge por deformación del término “Escaleruela”, es decir, que tiene forma de escalera. Estos caminos, suelen salvar grandes desniveles que superan el 20% de pendiente. Este tipo de camino existe desde tiempos inmemoriales en lugares tan dispares como el Machu Pichu, el Tibet, los Alpes, las Alpujarras y en general en muchas zonas montañosas de España.
Estos caminos fueron muy transitados por los habitantes de estos pueblos hasta bien entrado el siglo XX, para trasladarse de un pueblo a otro, trasportar mercancías, o para acceder a zona de pastos y cultivos. Algunos de estos caminos ya aparecen mencionados en escritos del Siglo XVI, por lo que muy probablemente ya estaban construidos desde época musulmana.

Los cuatro caminos de Escaleruelas, más populares de Las Alpujarras son: la de “Panjuilla” en la aldea de Ferreirola, la de “las Minas” en Busquistar, la del “Aljibe Campuzano” en Órgiva y esta del “Portichuelo a Cástaras”.

Iniciando desde aquí un sinuoso por un piso empedrado a modo de escalones, pasando junto a un cortijillo en ruinas, abandonado con un hermoso nogal en sus inmediaciones. Gracias a los numerosos zigzags del camino y al hecho de ir en umbría esta ascensión se hace muy llevadera, además de bonita, tanto a nivel paisajística, como a nivel geológica por esos grandes bloques y tajeras de micaesquistos tan representativos de Sierra Nevada, como por los pequeños bosquetes de castaño, junto a los que vamos pasando de vez en cuando. En este tramo de ascensión nos cruzamos con el cauce reseco de la gran acequia de Almegíjar, que con sus 11 kms es de las más largas e importantes de la zona.

Superamos las últimas rampas de tierra muy erosionada por el uso indebido de motos de trail, hasta que llegamos a la carretera A-4130 en donde nos encontramos con el triple cruce Juviles, Trevélez, Almeguilar con el cartel de Portichuelo de Cástaras, donde finaliza la subida de la Escarihuela.

Después de cruzar la carretera seguimos las indicaciones de Ruta Medieval PR-299 hacia una zona de pastos, sin apenas arboleda, teniendo como referencia visual una gran balsa de agua, hacia la que vamos a caminar en un principio. Siendo este, tal vez el único tramo, sin demasiado interés paisajístico, más allá de ser un buen tramo para recuperar por su suave perfil descendente, Poco después de pasar bajo un arco, posiblemente de canalización de acequias y dejar una casa de nueva construcción a nuestra izquierda, custodiada por un pastor alemán (dentro de su valla correspondiente), que nos encontramos junto a su dueño, un señor inglés con barba de naufrago, que bien podría ser un descendiente de “Gerarl Brenan”, estaremos atentos a la próxima baliza de madera, porque el camino por el que venimos tiende a desviarse a la derecha, hacia donde nos desviamos unos 200 m, hablando precisamente sobre los libros de los hispanistas: Geral Brenan y Anthony Beevor, con nuestro querido y admirado amigo Manuel Esteban, gran analista de Historia y Economía y tertuliano en el programa “Mas de uno” de Carlos Alsina en Onda Cero.

Rectificando unos 200 m sobre nuestros pasos, hasta regresar a la baliza, desde donde el camino se hace más angosto y se transforma en antigua vereda empedrada, actualmente muy deteriorada, pasando cerca del “Túnel Minero de la Fabriquilla”, construido para proteger a los usuarios de esta Cañada Real de las frecuentes caídas de mineral de las vagonetas que bajaban de la Mina del Conjuro hasta los Hornos. Este túnel está declarado BIC (Bien de Interés Cultural). Llegando poco después, ya en bajada hasta la pequeña localidad de Cástaras (1.011 msnm), situada en la parte centro-meridional de la Alpujarra Granadina. Limita con los municipios de Almegíjar al oeste, Busquístar al noroeste, Juviles y Lobras al Este y Albondón y Torvizcón al sur. El municipio comprende los núcleos de población de Cástaras y Nieles.

En 2022, Cástaras contaba con 233 castareños censados, pero según nos contó una vecina con la que entablamos conversación: de forma permanente sólo viven algo más de 30 personas. De hecho nos encontramos más gatos que personas en nuestro deambular por sus calles. Pasando junto a su Iglesia, y pequeño Ayuntamiento, e incluso adornando nuestro recorrido, con un pequeño ramal lineal para visitar su antiguo lavadero, pasando por un pequeño, pero precioso puentecillo medieval que salva las aguas del Arroyo del Prado del Nogal.

Este pueblo es un claro ejemplo de pueblo abandonado por el fenómeno de la “Emigración”, con la mayoría de sus viviendas cerradas, transmite una sensación de pueblo fantasma. Solamente se escucha el ladrido de algún perro, el ronroneo de algún gato que se nos acerca y nos mira con cierta indiferencia o a veces con curiosidad, y el sonoro caer del agua de sus fuentes.

La historia de Cástaras, en mayor o menor medida coincide con la del resto de pueblos de la Alpujarra, comarca que, por su aislamiento geográfico, ha desarrollado desde siempre una cultura propia y diferenciada, que tuvo su momento de esplendor en el perí­odo árabe-andalusí­, cuando toda la Alpujarra era un importante emporio agrí­cola especializado en la producción de seda. Tras la conquista de Granada (1492) por los Reyes Católicos, la población se vio paulatinamente sometida a una presión que llegó a convertirse en intolerable, y en 1568 un rico terrateniente de la zona, Hernando de Válor, que tomó el nombre de Abén Humeya, se levantó en armas contra Felipe II, provocando una revuelta general entre los moriscos de todo el reino de Granada.
Disensiones internas entre los propios moriscos, que acabaron dando muerte a Abén Humeya (1569), permitieron que Juan de Austria acabara pronto con el levantamiento. Los moriscos serí­an definitivamente expulsados en 1609. La Alpujarra se fueron poblando luego con campesinos procedentes de Galicia, León, Asturias y Castilla. Aunque hoy parece una pequeña aldea casi deshabitada, fue una importante localidad alpujarreña, cuando las minas del Conjuro estaban en producción.

A partir de Cástaras el resto de nuestro itinerario coincidirá con el GR 142. Gran Senda de Las Alpujarras, Tramo Nº4: Busquistar-Cástaras, localidad, que dejaremos atrás, tomando dirección suroeste, por tierras de secano, en las que el almendro es el principal protagonista, retamas y espartos, con algunos grupos de chaparros y pequeñas encinas que nos brindan alguna sombra. Como aquella, bajo la cual estuvimos almorzando con la pequeña aldea de Notaez, ya en lontananza a unos 2 km de distancia.

Tras finalizar el almuerzo, llegamos en poco más de 20 minutos a la pequeña aldea de Notaez, perteneciente al municipio de Almegíjar. Aprovechando para acercarnos a su Iglesia y callejear un poco. Su iglesia, se construyó sobre una antigua mezquita, entre los años 1548-1557, fué posteriormente restaurada en 1594, tras la rebelión de los moriscos. Destaca especialmente, su retablo de estilo barroco. Notáez alberga un conjunto de casas arracimadas que conserva algunos de los más bellos tinaos, que son esa especie de pasadizos con los maderos del techo encalados tan típicamente alpujarreños. Sus pasadizos comunican las calles entre sí y combinan sabiamente la madera y la piedra.

Al salir de Notaez, volvemos a tomar camino de subida, entre numerosos huertos, algunos muy bien cuidados, por un tramo del GR 142. Gran Senda de Las Alpujarras, que está pesimamente señalizado y peor mantenido, donde a veces resulta casi imposible no acabar metiéndote en una finca privada y otras resulta muy difícil de seguir al estar invadido por altas retamas, que hacen difícil vislumbrar su continuidad, o bien aulagas, ramas bajas de almendros o profundos surcos en la erosionada tierra, que a veces parecen zanjas, posiblemente por el transito ilegal de motos de trail, convirtiendo el tramo final de ascenso hasta la carretera comarcal A-4130, en una auténtica yincana.

Al llegar a la carretera, ya en suave pendiente la tomamos unos 300 m a nuestra izquierda, llegando al cruce: Almeguijar, Trevélez, Castaras. Nos encontramos junto al modesto cerrillo del Almirez, a nuestra derecha (no confundir con el Almirez de la Sierra Nevada almeriense). Siendo nuestro camino a seguir el precioso sendero que comienza a descender decididamente en dirección N, N-O, hacia el interior del Valle del río Trevélez. Este precioso tramo de nuestro itinerario, conocido como “Camino de la “Escarihuela del Conjuro” es sin lugar a dudas, la joya de la corona, junto con el inicio de ruta, además del encanto de las localidades de Busquistar, Cástaras y Notaez. Se trata de una preciosa calzada empedrada, de elaborado trazado, flanqueadapor grandes chaparros, que aportan sombra en algunos de sus tramos, y que nos permite descender de nuevo hasta el río Trevélez, que cruzamos por un precioso puente medieval, que forma un precioso conjunto con los restos del antiguo molino, que se encuentra en la orilla hacia la que vamos a cruzar. Desde donde iniciamos la última ascensión por la continuación de esta preciosa calzada empedrada, que sin margen de error, nos lleva de regreso hasta la localidad de Busquistar, inicio y final de esta interesante ruta circular en el corazón de Las Alpujarras.