CA LM Cabezón de la sal Bosque de secuoyas
near Valoria, Cantabria (España)
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CA 20230525 Cabezón de la sal Bosque de secuoyas
Situado en una parcela denominada Monte Cabezón perteneciente al Monte Corona, fue declarado Monumento Natural en 2003, pasando así a formar parte de la red de Espacios Protegidos de Cantabria.
La historia del bosque se remonta a los años 40 del siglo XX. En el año 1942 se constituyó el consorcio del monte Corona con el Patrimonio Forestal del Estado, dando comienzo al proceso de ordenación del mismo. Durante tres décadas la mayor parte de los terrenos de este monte, que incluían masas frondosas de árboles y áreas de pastizal y matorral, fueron repoblados por especies foráneas, fundamentalmente Eucalyptus Globulus y Pinus radiata y de forma experimental y en parcelas más reducidas, con Quercus rubra (Roble Americano), Castanea crenata (Castaño Japonés), o Pseudotsuga menziezii (Abeto de Douglas). La política forestal vigente en ese momento, quería reducir al mínimo las importaciones de madera, y en este contexto se plantan las secuoyas del Monte Cabezón, que perviven hoy como reflejo de aquella política forestal, de aquel momento económico y de aquellas actividades experimentales de búsqueda de las especies madereras más adaptadas a las necesidades de producción industrial.
El bosque de secuoyas tiene una extensión de 2,5 hectáreas y cuenta con unos 850 ejemplares de Secuoyas de una altura media de 40 metros y un perímetro medio de los troncos de 2 metros. Se trata de un bosque de “secuoyas bebé”, ya que esta especie puede alcanzar más de 1.000 años y medir unos 115 metros de altura, como el ejemplar más alto con 115,55 metros llamado Hyperion, localizado en el Parque Nacional Redwood, al norte de San Francisco (California).
Una red de senderos e itinerarios nos permite realizar pequeños recorridos y admirar su espectacularidad y disfrutar del ambiente mágico que crean estos gigantes. La verticalidad de las secuoyas nos empequeñece y obliga a mirar hacia arriba para ver el cielo entre sus frondosas capas.
La especie aquí plantada es la Sequoia sempervirens, nombre genérico que conmemora a Sequoiah, un indio “cherokee” educado en Georgia, que entre los siglos XVIII y XIX inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu. La especie originaria del Pacífico de los Estados Unidos y se asocia, en condiciones naturales, con el pino de Oregón, arces y robles.
Se trata de un árbol muy robusto, de copa piramidal, que rebrota de raíz, superando con facilidad el centenar de metros. El tronco es derecho, muy grueso, de corteza oscura, esponjosa y profundamente fisurada. Las acículas, planas y de tono verde oscuro, se asemejan a las del tejo y presentan como particularidad dos bandas blanquecinas por el envés-
Quizá las dos características más definitorias de esta conífera, más allá del tamaño, sean su longevidad –puede superar el millar de años– y su rapidez de crecimiento, –1,80 metros por año entre los cuatro y los diez años de edad–.
Las secuoyas son famosas por su capacidad de resistencia al fuego, y los incendios naturales ocasionados por las tormentas eléctricas son sus aliados: queman las plantas que les hacen competencia, abren el bosque para que entre la luz solar y dejan una capa de ceniza rica en minerales que favorece su nutrición. El calor del fuego reseca y abre las piñas de los árboles produciendo una lluvia de semillas nuevas que cae sobre el manto perfectamente preparado.
Texto tomado de la web de turismo de Cabezón de la Sal
https://turismocabezondelasal.com/bosque-de-secuoyas/
Situado en una parcela denominada Monte Cabezón perteneciente al Monte Corona, fue declarado Monumento Natural en 2003, pasando así a formar parte de la red de Espacios Protegidos de Cantabria.
La historia del bosque se remonta a los años 40 del siglo XX. En el año 1942 se constituyó el consorcio del monte Corona con el Patrimonio Forestal del Estado, dando comienzo al proceso de ordenación del mismo. Durante tres décadas la mayor parte de los terrenos de este monte, que incluían masas frondosas de árboles y áreas de pastizal y matorral, fueron repoblados por especies foráneas, fundamentalmente Eucalyptus Globulus y Pinus radiata y de forma experimental y en parcelas más reducidas, con Quercus rubra (Roble Americano), Castanea crenata (Castaño Japonés), o Pseudotsuga menziezii (Abeto de Douglas). La política forestal vigente en ese momento, quería reducir al mínimo las importaciones de madera, y en este contexto se plantan las secuoyas del Monte Cabezón, que perviven hoy como reflejo de aquella política forestal, de aquel momento económico y de aquellas actividades experimentales de búsqueda de las especies madereras más adaptadas a las necesidades de producción industrial.
El bosque de secuoyas tiene una extensión de 2,5 hectáreas y cuenta con unos 850 ejemplares de Secuoyas de una altura media de 40 metros y un perímetro medio de los troncos de 2 metros. Se trata de un bosque de “secuoyas bebé”, ya que esta especie puede alcanzar más de 1.000 años y medir unos 115 metros de altura, como el ejemplar más alto con 115,55 metros llamado Hyperion, localizado en el Parque Nacional Redwood, al norte de San Francisco (California).
Una red de senderos e itinerarios nos permite realizar pequeños recorridos y admirar su espectacularidad y disfrutar del ambiente mágico que crean estos gigantes. La verticalidad de las secuoyas nos empequeñece y obliga a mirar hacia arriba para ver el cielo entre sus frondosas capas.
La especie aquí plantada es la Sequoia sempervirens, nombre genérico que conmemora a Sequoiah, un indio “cherokee” educado en Georgia, que entre los siglos XVIII y XIX inventó un alfabeto para el dialecto de su tribu. La especie originaria del Pacífico de los Estados Unidos y se asocia, en condiciones naturales, con el pino de Oregón, arces y robles.
Se trata de un árbol muy robusto, de copa piramidal, que rebrota de raíz, superando con facilidad el centenar de metros. El tronco es derecho, muy grueso, de corteza oscura, esponjosa y profundamente fisurada. Las acículas, planas y de tono verde oscuro, se asemejan a las del tejo y presentan como particularidad dos bandas blanquecinas por el envés-
Quizá las dos características más definitorias de esta conífera, más allá del tamaño, sean su longevidad –puede superar el millar de años– y su rapidez de crecimiento, –1,80 metros por año entre los cuatro y los diez años de edad–.
Las secuoyas son famosas por su capacidad de resistencia al fuego, y los incendios naturales ocasionados por las tormentas eléctricas son sus aliados: queman las plantas que les hacen competencia, abren el bosque para que entre la luz solar y dejan una capa de ceniza rica en minerales que favorece su nutrición. El calor del fuego reseca y abre las piñas de los árboles produciendo una lluvia de semillas nuevas que cae sobre el manto perfectamente preparado.
Texto tomado de la web de turismo de Cabezón de la Sal
https://turismocabezondelasal.com/bosque-de-secuoyas/
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