Cajigar - Casa Fornó - Iscles - Iscles Alto - Coll del Vent, circular

Ruta circular en el entorno de Cajigar, municipio de unos 72 habitantes que es una de las zonas menos pobladas de la comarca de La Ribagorza.

El entorno es en cierto modo excepcional, entendiendo que no goza ni de buenas comunicaciones ni de grandes empresas ni fábricas. Es un sitio donde perderse, donde es poco probable cruzarse con nadie y cuyo entorno natural, aparentemente de relativa aridez, sorprende por sus barrancos, sus montañas, el robledal, algunos pinares, y sobre todo por sus fabulosas vistas hacia el Pirineo, ejerciendo de atalaya por su altitud (sobrepasa en buena parte del municipio los 1000 m. sobre el nivel del mar).

Durante el recorrido he podido comprobar que o pisas margas o pisas piedras, así es este territorio fuertemente erosionado por sus características geológicas. Es un lugar donde precisamente esta ciencia puede abrazar en un momento una gran variedad de épocas y de vestigios. Todo un Circo geológico.

Los barrancos frecuentemente llevan agua, debe ser un lugar lluvioso pero es que otras veces que he estado por los alrededores me he dado cuenta que es normal ver pozas en los cauces y también que el agua sea casi permanente en los barrancos. Lo cual debió ser en tiempos un importante valor añadido para la ganadería y para el asentamiento de la población.

En el día de hoy, como ha llovido hace poco, además de los barrancos chorreaba todo: bancales, caminos, cunetas... todo empapado.

El punto de partida es el barranco de Fornó, justo al lado de la abandonada casa de idéntico nombre. Para acceder al mismo tomaremos una pista que parte de Cajigar, pasando junto a la iglesia y siguiendo el camino asfaltado hasta donde termina el alquitranado.

Estacionamos en una bifurcación lo suficientemente amplia como para qeu el coche no estorbe ni siquiera a los tractores con aperos anchos.

Desde éste cruce de caminos, tomaremos el principal que se dirige al Este.

Atravesaremos un pequeño pinar y rebasaremos primero una casa abandonada y después un corral de idéntica suerte.
A partir de este corral, el camino comienza a descender con fuerza, atravesaremos un terreno muy erosionado, de margas y areniscas de formas extrañas a veces formando muñones y alternando los grises con otras partes negras, blancuzcas e incluso margas rojas como la sangre.

No paro de hacer fotos porque donde vivo es difícil ver un entorno tan áspero y a la vez bello. No parece acogedor porque irrumpe en la mente con agresividad, sin embargo estas tierras ejercen un fuerte magnetismo hasta el punto que cuesta irse de allí, vamos que no deja a nadie indiferente.

Camino descendente, montañas con una fortísima acción geológica que las pliega y colorea, y abajo de todo esta Iscles, un núcleo que llegó a quedars completamente deshabitado y que fue comprado por una asociación digamos "neorural" , dedicándose a rehabilitar y reconstruir las casas con técnicas del pasado. El fin de esta asociación, si no me equivoco, (leí en una ocasión su pagina web) es devolver la vida a este lugar y dar la oportunidad a sus moradores a "escapar" de la moderna y a la vez decadente civilización.

En el caos que me toca, vi al menos tres casas rehabilitadas, una muy chula, y por lo que delatan sus chimeneas, actualmente hay varios moradores. El resto lleva una marcha un poco corta, y si no se acometen mejoras en las vias de comunicación (el camino está en pésimo estado) dudo que tengan un futuro relevante.

Desde Iscles se toma un sendero (PR-HU 46) que baja al barranco, con mucha agua por cierto, se cruza como se puede y se asciende con decisión hasta Iscles Alto, también llamado casa Bonet. No he visto ni un vestigio de vida en este lugar, todo abandonado e invadido de maleza. No obstante el lugar es para mí más bonito que Iscles. Mas alto, mejores vistas y grandes praderas alrededor.

Desde Iscles se continúa en fuerte subida pero la senda se convierte en un camino, el cual va trazando lazadas y rodeando por la cara sur-este el llamado monte Aspra, una enorme montaña cuyas paredes de caliza se levantan mas de 100 metros sobre nuestra traza.

A medida que ganamos altura se adivina un collado, el terreno está poblado de carrascal en la cara sur y cuando se cambia de vertiente (algo mas arriba del collado, a media ladera) entramos en un buen pinar. El camino se hace más mullido hasta alcanzar el amplísimo collado que queda enmarcado al fondo por el Mallo Brocoló y la Sierra de Sis.

En este punto todo cambia: El terreno llanea, ligero descenso hasta el coll del Vent (Collado del Viento). Corre el aire, refresca. Y grandes vistas, al estar en el cordal superior.

Descendemos hasta el ultimo collado y tomaremos el camino que baja directo al encuentro de la pista por la que partimos. Es de un piso alterno, a veces algo arcilloso pero casi siempre pedregoso y duro.

Sin novedad, enlazaremos con el camino de ida y llegaremos al coche, ya un poco tarde porque no tuve oportunidad de madrugar (el trabajo manda)