Calar de las Buitreras (Moratalla, Caravaca de la Cruz)

Siguiendo la ruta de JuanMG58, quien en la descripción resume a la perfección los cinco segmentos en que se divide esta preciosa ruta.

La ruta parte del kilómetro 12 de la carretera de Archivel a Campo de San Juan, a la altura de una casa de peones camineros, muy cerca del Cortijo del Paletón. Desde aquí, donde encontramos un amplio espacio para aparcar, iniciamos la caminata por la pista perpendicular a la carretera y que se apunta directamente hacia las sierras.

Y en efecto, allí nos introducimos tranquilamente, primero con la compañía del Arroyo del Puerto a nuestra derecha, y más adelante por la Rambla de las Buitreras.

El paisaje al que nos dirigimos es más que prometedor, destacando el Cerro de las Muelas, una cumbre plana de la Sierra de la Garra, desde donde contemplé por primera vez el Calar de las Buitreras al que me dirijo hoy. También sobresale la Molatica, otro cerro más pequeño y singular. Más adelante veremos el Pajarón, de inconfundible silueta.

Mucho más cerca, a nuestra derecha, se eleva el cinturón rocoso del Calar de las Buitreras, de aspecto agreste y solitario. Avanzamos bajo su vigilancia por la pista forestal hasta que ésta gira a la izquierda. Aquí arranca un camino menor a la derecha, en paralelo a la rambla y que bordea el calar. Es nuestro camino a seguir.

El camino se convierte en senda que frecuentemente sale del lecho para cruzar la rambla en una línea más o menos recta, evitando seguir su serpenteante itinerario.

Es importante seguir el track para ubicar la salida de la rambla por la Senda de Los Triviños, ya que el principio de la misma es visible pero no evidente. Eso sí, una vez en el sendero los mojones y lo pisado del suelo hacen que sea muy fácil de seguir. Aunque ojo, que tenemos que salvar unos doscientos metros de desnivel y la senda es bastante empinada en algunos puntos.

Creo que este sector de la ruta es el más hermoso. Al menos es el que más he disfrutado, porque las vistas hacia atrás son maravillosas.

La pendiente decrece, y el último tramo de la senda es un reconfortante paseo sin exigencia física. Aquí es más fácil despistarse, así que muy atentos a los mojones de piedras que nos llevan a la cumbre del día, donde ya se dibuja el camino que toca seguir.

El primer tramo de bajada, en dirección oeste, es bastante pronunciado, aunque no tanto como la subida por la senda. A la derecha discurre el Barranco de la Media Fanega (me parece un nombre precioso), que acabaremos vadeando en su parte baja.

Tras hacerlo, y con la mitad del desnivel de bajada ya hecho, nos unimos a un camino y giramos a la izquierda. Otro tramo tranquilo, con la sensación de que un alma en kilómetros a la redonda (no me he cruzado con absolutamente nadie en toda la mañana). Desde luego es ideal para desconectar unas horas.

De nuevo es importante llevar el track para localizar el desvío que hemos de tomar. Está en una curva que el camino hace a la izquierda, debiendo salir de él para girar a la derecha. No hay senda hasta pasados unos metros, donde encontramos los primeros hitos.

El sendero no siempre es claro, y más de una vez iremos fuera del trazado. Aquí toca nuevamente ir pendiente de los mojones y del track para no desviarnos demasiado. A mitad de bajada salimos del pinar a un terreno más abierto, de coscojas y pinos diseminados, y con firme rocoso. Es un tramo muy divertido de caminar.

De esta forma llegamos a unos campos cerealistas en los que no siempre hay camino. Atravesamos uno de ellos, salvo que esté en cultivo, en cuyo caso lo bordearemos. Saltamos de un campo de cereal a otro, pasamos junto a un viejo corral en desuso (o eso me ha parecido) con aljibe enfrente. Aquí ignoramos el camino para entrar en la pinada y salir a otros campos verdes, ahora sí con un camino en condiciones.

Las vistas de las montañas son evocadoras, y vemos a un nutrido grupo de buitres planear sobre nosotros.

Dejamos atrás los campos cultivados para adentrarnos en otro pinar que nos sacará al lecho del Arroyo del Puerto, que guiará nuestros pasos en el tramo final de oa ruta. Es el más insulso de todos, la verdad. No presenta mucho atractivo y ya hay ganas de llegar al coche. Avanzamos a buen ritmo, sin sendas definidas pero sin complicaciones.

Los últimos metros, ya por camino, nos devuelven al punto de partida. Ha sido una ruta muy hermosa y accesible, solitaria y llena de rincones seductores y paisajes soberbios.