Caldas de Monchique

Ponemos el broche a nuestra aventura caminera con esta pequeña ruta circular que ha sido un compendio de todo lo que se puede pedir de un relajado día de senderismo.
Seguimos la mitad de los 18 km del “ Caminho das Caldas-Picota” (PR2 MCQ) obviando visitar Monchique, en donde terminamos la jornada de ayer, y prescindiendo de la subida al Picota (773 m) que para eso casi subimos ayer al Fóia (902 m), el techo del Algarve.
Comenzamos nuestro periplo en las Caldas de Monchique, ya famosas en el mundo romano, y seguimos el curso del agua que ya se ha enfriado y genera una exuberante vegetación de ribera en el eje de un valle siempre verde.
Comenzamos la primera subida del día por una pista que en cuanto se sale del valle nos enseña el mundo de la garriga y la jara, mientras el sol de febrero nos enseña qué calor no pegará cuando llegue el verano.
Seguimos subiendo y aparece, como siempre en Portugal, el eucalipto, que en este caso nos complace aprovecharnos de su sombra y sus vahos.
Si pasamos por carretera, sin tráfico, asfaltada, vamos viendo lo que queda del mundo rural y lo que va surgiendo del incipiente sector turístico en torno a las aguas termales y este microclima casi húmedo.
Nos aventuramos a dejar la protección y seguridad de las marcas amarillas y rojas del sendero PR para coger un par de sendas no homologadas, caminos de herradura, entre vegetación que nos hacía pensar en el riesgo de tener que desandar lo andado.
Sorteando árboles caídos o bajando alguna pendiente un tanto violenta en un peñascal y desistiendo de un intento de pasar, como el arroyo, por debajo del puente, terminamos en 4 horas esta pequeña ruta circular de casi 10 km y 336 m de desnivel.
Y como siempre, cuando la aventura termina bien, estamos felices de haberla vivido.
Ahora sí, después de 290 km en los pies y 14 días con la mochila al hombro nos merecemos un homenaje: nos metemos en la piscina de las Caldas a darnos un buen baño termal disfrutando del spa, y transpirando el poco sudor que nos queda en las saunas seca y húmeda (o finlandesa y turca) y maquinando en la sala de relax ¿y ahora qué?