Camino de Santiago del Norte. Etapa 3: Zarautz - Getaria - Zumaia - Itziar

Chubasqueros a escena, mañana gris con una agradable temperatura que se agradece. Solitario el paseo marítimo de Zarautz, excepciones: 2 surfers que no sabemos si se han acostado porque es una pasión la que aquí se vive con la tabla y el mar, 2 ó 3 mesas ocupadas con desayunos y una mujer zarautztarra mayor con albornoz blanco dispuesta a bañarse como supongo hace durante todo el año cuando el oleaje y la marea demuestran sus poderes; no podemos quedarnos a observar a la casi octogenaria y su entrada en el mar. El paseo marítimo se estiliza y acaba convirtiéndose en uno mini que nos conduce hacia Getaria. Serpenteando nos alejamos de Zarautz y muy pronto todo nos parece pequeño, minúsculo. Domina el gris en el cielo y debido a la curvatura del recorrido las poblaciones vecinas aparecen y desaparecen como por arte de magia. En el trayecto siempre el mar a nuestra derecha y asientos para el distrute de unas vistas fabulosas incluso a pesar del txirimiri. Getaria, patria del marino Juan Sebastián Elcano y del modisto Balenciaga, se popularizó por la exitosa película “Ocho apellidos vascos”, rodada en parte en la localidad. No le hacía falta. Un imponente monumento pétreo con una inscripción en latín hace referencia a la gesta de completar la primera vuelta al mundo, del modisto y sus otras gestas en el mundo de la moda da constancia su Casa Museo. Getaria tiene un magnífico aspecto y recorremos sus calles y sus rincones, preciosas y lujosas casas como la de Villa Embil ( en la entrada a la población). Saliendo del pueblo el andar se endurece, toboganes, el campo se abre y la vista alcanza caseríos lejanos. Verde por doquier. Nos sorprende una señal claramente casera pero realizada con esmero que convida al caminante a no hacer deposiciones, parece ser que la obedecen. Las de vaca forman parte de lo habitual y sabemos de sus beneficios. Pasamos junto a la Parroquia de San Martín de Azquizu, un conjunto histórico-artístico con restos arqueológicos que datan del siglo VI d.c. El panel informativo anexo habla del lugar como el principal testimonio de la primitiva cristianización de Euskadi. Al paisaje se incorporan bellos caseríos ( parece difícil encontrar alguno que no nos agrade ) y unos curiosos campos de cepas productoras de txakoli. El estilo clásico de este vino es un blanco con acidez alta, de color amarillo pálido, alcohol medio-bajo y aromas de fruta cítrica, siendo el gran tesoro del Txakoli la Hondarrabi Zuri, su uva principal. Zumaia ya está próxima, y accedemos a esta ciudad atravesando un puente sobre la ría de Urola. Actividad portuaria y localidad viva, un paseo con mucha sombra nos conduce al centro de la población, después la Ermita de San Telmo, también escenario cinematográfico y el singularísimo y extraordinario paisaje de flysch; formaciones geológicas de hace millones de años que sajan la costa y se extienden en acantilados grises de este a oeste durante kilómetros. La abundancia de turistas y curiosos no delata si su presencia se debe a uno u otro atractivo. Bajando de San Telmo observamos un caserío imponente con una huerta aneja matemáticamente diseñada y con una pulcritud y perfección que parece irreal. A partir de aquí el camino comienza a separarse del mar y a endurecerse con porcentajes respetables a los que se suma el barrizal producido por la intermitente lluvia. Paisaje solitario a partir de este punto donde se combinan asfalto y senderos en zonas abiertas. Pronto el ruido del tránsito lejano pero intermitente resta encanto a retales de bosques de robles, avellanos, pinos e incluso plátanos de sombra. Llegando a la zona recreativa de Elorriaga, con furgoneta de avituallamiento previo pago, favorecemos el descanso y la recuperación de energía. Atravesamos un par de carreteras y después de una subida muy dura llegamos a nuestro destino en Itziar. Aunque cansado por lo acumulado ya en varias jornadas comparo mi viaje con el de Elcano y sonrio.