Camino de Santiago del Norte. Etapa 4: Itziar - Deba - Markina/Xemein
near Itziar, País Vasco (España)
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Trail photos
Itinerary description
Un descenso prolongado con el mar como telón de fondo nos conduce hasta Deba. La localidad guipuzcoana de cuestas increibles y con escaleras mecánicas y ascensores para vencer una orografía hostil se abalanza sobre su ría y puerto deportivo mirando al mar de cara. Actividad frenética en esta primera hora de la mañana donde en terrazas y cafeterías la gente lee la prensa local y desayuna gozosamente. Después de recorrer la margen derecha de la ría la atravesamos. Iniciamos un fuerte ascenso sobre un suelo húmedo por las lluvias de ayer pero que en ningún caso se nos atraganta a pesar de las primeras pendientes del día. Debo decir que la etapa de hoy es la más montañosa de cuantas discurren por territorio vasco.
Saludamos la pequeña capilla dedicada a San Roke de un azúl chillón y dimensiones infantiles y adornada con dos maceteros. Sorprenden la esveltez de los pinos y la extensión de los prados, no tanto las ligeras pinceladas de mar que muy pronto dejaremos de ver dado que la ruta se adentra en el interior de Euskadi, en la frontera casi de Gipuzcoa y Bizcaia.
Vemos muchos cercados a lo largo de este tramo que da la espalda al mar y que no deja de ascender. Nuevos inquilinos botánicos en esta parte occidental de Gipuzcoa, los eucaliptos. A ellos se suman los ya habituales avellanos, robles, hayas, plátanos de sombra… Una variedad arbórea rica y exuberante; a sus pies como rindiendo pleitesía el abrumador imperio del helecho. Ocupante de los espacios cercados como siempre ganado vacuno de aspecto inmejorable con muchas crías, pelaje rojizo mayoritariamente. Más avanzada la etapa los bóvidos son sustituidos por manadas de equinos, algunas con decenas de ejemplares, aunque con la misma equipación rojiza que sus vecinos. En la zona ganadera de Olatz y junto a algunos caseríos dispersos nos refrescamos y probamos unos pintxos de tortilla y chorizo en una Taberna que parece salirnos al paso. Estamos frescos, a pesar de los más de 10 km recorridos ya, el relieve todavía no ha mermado nuestras facultades. Después de reponer fuerzas nos adentramos en una zona boscosa, ascendente y por pista asfaltada. Momentos de gran silencio a medida que cogiendo altura nos vamos alejando de Olatz. Hay alguna que otra fuente y zonas donde gallinas, ocas y muchos caballos poderosos retozan en el prado. Nunca encontramos superficies impracticables, se anda bien aunque la subida hasta los 500 metros de altitud se hace larga. Muy pocos peregrinos en este mediodía ahora brumoso y con una brisa que por esta altitud resulta muy agradable. Merecen nuestra atención un caserío abandonado fagocitado por la vegetación y unos arroyos de agua rojiza que nos dejan más de una pregunta en el haber. Después de andar unos pocos kms sobre un ondulado terreno un brusco descenso nos precipita sobre el valle en el que Markina -Xemein se hace escuchar, primero con una cantera de dimensiones colosales, después con la propia actividad de esta población de 5000 habitantes geográficamente cercana al mar pero vitalmente en otros menesteres. En el descenso entre pinos hasta la población, muestras de una actividad forestal importante. Huellas en la montaña evidentes del impacto antrópico, tanto en la tala como en la repoblación mediante unos eucaliptos alevines de un monte que no se quiere quedar solo. El epílogo a la etapa lo constituye el misterio de las piedras de San Miguel de Arrexinaga que bien merece una visita. El templo está ubicado en la entrada del nucleo urbano, no es tanto la espectacularidad del edificio como lo que guarda en su interior, un baldaquino formado por tres grandes bloques de piedra, ¿un dolmen prehistórico tal vez?
Saludamos la pequeña capilla dedicada a San Roke de un azúl chillón y dimensiones infantiles y adornada con dos maceteros. Sorprenden la esveltez de los pinos y la extensión de los prados, no tanto las ligeras pinceladas de mar que muy pronto dejaremos de ver dado que la ruta se adentra en el interior de Euskadi, en la frontera casi de Gipuzcoa y Bizcaia.
Vemos muchos cercados a lo largo de este tramo que da la espalda al mar y que no deja de ascender. Nuevos inquilinos botánicos en esta parte occidental de Gipuzcoa, los eucaliptos. A ellos se suman los ya habituales avellanos, robles, hayas, plátanos de sombra… Una variedad arbórea rica y exuberante; a sus pies como rindiendo pleitesía el abrumador imperio del helecho. Ocupante de los espacios cercados como siempre ganado vacuno de aspecto inmejorable con muchas crías, pelaje rojizo mayoritariamente. Más avanzada la etapa los bóvidos son sustituidos por manadas de equinos, algunas con decenas de ejemplares, aunque con la misma equipación rojiza que sus vecinos. En la zona ganadera de Olatz y junto a algunos caseríos dispersos nos refrescamos y probamos unos pintxos de tortilla y chorizo en una Taberna que parece salirnos al paso. Estamos frescos, a pesar de los más de 10 km recorridos ya, el relieve todavía no ha mermado nuestras facultades. Después de reponer fuerzas nos adentramos en una zona boscosa, ascendente y por pista asfaltada. Momentos de gran silencio a medida que cogiendo altura nos vamos alejando de Olatz. Hay alguna que otra fuente y zonas donde gallinas, ocas y muchos caballos poderosos retozan en el prado. Nunca encontramos superficies impracticables, se anda bien aunque la subida hasta los 500 metros de altitud se hace larga. Muy pocos peregrinos en este mediodía ahora brumoso y con una brisa que por esta altitud resulta muy agradable. Merecen nuestra atención un caserío abandonado fagocitado por la vegetación y unos arroyos de agua rojiza que nos dejan más de una pregunta en el haber. Después de andar unos pocos kms sobre un ondulado terreno un brusco descenso nos precipita sobre el valle en el que Markina -Xemein se hace escuchar, primero con una cantera de dimensiones colosales, después con la propia actividad de esta población de 5000 habitantes geográficamente cercana al mar pero vitalmente en otros menesteres. En el descenso entre pinos hasta la población, muestras de una actividad forestal importante. Huellas en la montaña evidentes del impacto antrópico, tanto en la tala como en la repoblación mediante unos eucaliptos alevines de un monte que no se quiere quedar solo. El epílogo a la etapa lo constituye el misterio de las piedras de San Miguel de Arrexinaga que bien merece una visita. El templo está ubicado en la entrada del nucleo urbano, no es tanto la espectacularidad del edificio como lo que guarda en su interior, un baldaquino formado por tres grandes bloques de piedra, ¿un dolmen prehistórico tal vez?
Waypoints
Panorama
46 ft
Panorámica
Panorama
650 ft
Panorámica
Panorama
1,611 ft
Panorámica
Panorama
1,119 ft
Panorámica
Comments (1)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Yo he hecho esta ruta y me ha parecido dura, pero muy bonita.