Camino de Santiago - Palas de Rey a Arzúa

Etapa bonita pero larga y rompepiernas. Salimos a las 6 con frontales, la señalización es buena. Vemos dos bares en A Graña, uno ya abierto. En Ponte Campaña, el camino hace un quiebro que casi nos despista. En Casanova, encontramos otro bar abierto. Descansamos en Porto de Bois; hay dos buenas opciones con terraza exterior. Hasta aquí, por ser tan temprano, hemos ido con el Camino muy despejado, sin las colas de gente de la ruta anterior. Por cierto, en O Coto hay una tienda de ultramarinos donde se puede comprar alimentos para la jornada. Leboreiro nos aguarda con una joya gótica (con matices románicos): la capilla de Santa María de Leboreiro. Ya en la entrada nos regala un arco y archivolta ojivales; al entrar te embriaga el ambiente cálido y el olor a vela. Guarda una Virgen del s. XIV y un sorprendente mural del s XVI.
Seguimos camino y antes de cruzar la N-547 hay una de las pocas fuentes que veremos. Antes de cruzar el puente medieval de Furelos, hay un bar y, tras pasar el pueblo, otra de las pocas fuentes. Ya entramos en Melide y apostamos por la pulpería Ezequiel, la segunda que hay al pie del mismo Camino. Delicado pulpo aderezado con acertado pimentón y aceite; todo regado con un oloroso albariño.
Con fuerza renovada, seguimos hasta Boente, pasamos una área de descanso y tres bares y optamos por un parque con mesas, ya bien pasado el pueblo, en una fresca arboleda con acceso al río Boente, al lado del Camino, justo antes de cruzar el río. Absolutamente recomendable: les mandamos fotos a unos amigos y nos devuelven una parecida en el mismo sitio (posición de siesta) de un mes antes, cuando ellos hicieron el Camino.
En Fraga, vemos otros dos bares y, a partir de Ribadiso, se suceden los albergues, supongo porque es buena idea ahorrarse 3 kilómetros y una cuesta urbana de cuidado. A la llegada a Ribadiso hay un empinado atajo si uno quiere evitarse la cuesta suave de la carretera.
Llegamos al cartel de entrada a Arzúa pero todavía nos queda alrededor de medio kilómetro hasta la zona propiamente urbana, que nos recibe con numerosos bares y termina nuestra etapa. Un poquito más adelante encontramos la Iglesia de Santiago, donde fuimos luego. El día lo terminamos con unos entrañables irlandeses y unas estupendas cervezas de bodega. ¡Buen Camino! ¡Ultreia!