Camino de Santiago portugués desde Oporto por la costa. Duodécima etapa (y última): Padrón-Santiago de Compostela

Llegar a Santiago desde Padrón por el camino portugués tiene el aliciente de que supuestamente es el mismo recorrido que hicieron los restos del apóstol por tierra hasta Compostela, donde fueron enterrados en el año 44 en el monte Libredón.

Partimos desde la iglesia de Santiago de Padrón y en apenas diez minutos llegamos a Iria Flavia. Ahí es donde se encuentra la sede del museo dedicado a Camilo José Cela, por ser el lugar donde nació. Su tumba está justo enfrente, una sencilla lápida bajo un olivo centenario en el cementerio de Adina. Este cementerio también acogió los restos de otra ilustre que vivió en esta población, Rosalía de Castro, hasta que fueron trasladados al Panteón de Gallegos Ilustres, en Santiago. Hoy se conserva en el cementerio, no obstante, una placa en su honor. El camposanto rodea la iglesia de Santa María. Esta iglesia es originaria del s. XI aunque poco queda ya de ese período. Tiene el mérito de haber sido catedral hasta que la sede episcopal se trasladó a Santiago a finales del s. XI.
A partir de este punto, el Camino se separa del antiguo trazado de la Vía romana XIX, que sigue en dirección a Lugo. El Camino, en cambio, va paralelo al trazado de la carretera nacional 550, cruzando diversas pequeñas poblaciones a izquierda y derecha de la misma.
En las últimas etapas, ha sido
frecuente encontrar máquinas expendedoras de bebidas y de snacks a largo del recorrido, muchas veces en pueblos que no cuentan con ningún establecimiento de restauración. En esta última etapa, nos topamos con una de esas máquinas que vendía incluso “peregrinas con su correspondiente cruz de Santiago”. ¡Vivir para ver!
Cerca del kilómetro siete, se pasa por la iglesia de la Escravitude, de traza barroca; y casi inmediatamente, la más sencilla parroquia de Santa María de Cruces, originaria del s. XII.
Transcurridos unos 11 km, el Camino entra en el Concello de Teo. Esta zona es interesante porque cerca se encuentra el lugar donde la leyenda dice que se ubicaba el castillo de la reina Lupa. Según la mitología, los discípulos de Santiago que recogieron sus restos de la barca de piedra que arribó en Padrón, pidieron a la reina celta Lupa, que dominaba el territorio, que les diera animales para facilitar su traslado en carreta. Esta, con el deseo de frustrar la idea, les entregó dos toros bravos. Pero los toros se convirtieron milagrosamente en bueyes mansos por obra del apóstol.
En Teo, el Camino pasa por uno de los cruceiros más antiguos, datado entre los s. XIV y XV.
Junto al mismo, puede disfrutarse de una apacible área de descanso bajo una carballeira.
La última población por la que se transita antes de llegar a destino es O Milladoiro. Esta es una de tantas localidades españolas que no se entendería si la existencia del Camino. Ubicada en un cerro, era el punto desde donde los peregrinos que hacían el Camino portugués divisaban por fin la catedral de Santiago. Se construyó entonces aquí un humilladero para que los peregrinos rezasen y diesen gracias a Dios, que es de dónde procede el término “O Milladoiro”.
Con el tiempo, alrededor del humilladero, se desarrolló el actual núcleo de población. Hoy día ya no es posible ver desde aquí la catedral porque lo impiden altos bloques de pisos, pero sí un poco más adelante, al salir de la población.
A la entrada a Santiago, cuando quedan unos 2 km y medio, el Camino te ofrece dos opciones: la primera, ir por la iglesia de Santa Marta y la segunda, hacia la derecha, por el barrio histórico del Concho. Nosotros optamos por la primera y así lo refleja este track.
Justo antes de entrar en el casco antiguo, rendimos tributo a las dos Marias, frente a la estatua que las inmortaliza en el parque de la Alameda, símbolos de la represión y resistencia al franquismo (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Las_Dos_Mar%C3%ADas).

Y ya estamos aquí, tras doce días, en la gran plaza del Obradoiro, frente a la catedral de Santiago con su imponente fachada barroca, sin saber si reír o llorar, embargados por la emoción.
Tras las fotos de rigor, nos dirigimos al Centro de Acogida al Peregrino, en rúa das Carretas, 33, para obtener la Compostela y el certificado de distancia (este último, opcional, cuesta 3€). En la actualidad, el proceso está un poco más tecnificado que cuando todo empezó en el s. IX: es necesario escanear un QR para acceder a un formulario donde consignar tus datos personales. Tras ello, en el centro te asignan un número y cuando llega tu turno, ya puedes pasar a que te estampen en la credencial el último sello, el de la catedral de Santiago, y a recoger la Compostela y, si lo has solicitado previamente, el certificado de distancia. Volvemos, entonces, a la catedral para completar los ritos del peregrino. Como estamos en Año Santo Jacobeo (correspondía al 2021, que fue cuando el 25 de julio cayó en domingo, pero, debido al coronavirus, se ha prolongado hasta este 2022), podemos entrar por la Puerta Santa (de lo contrario, estaría cerrada). Esto permite a los católicos obtener la indulgencia plenaria por los pecados cometidos (frente a la indulgencia parcial que se obtiene en años no jacobeos), eliminando el tiempo de purgatorio. Descendemos, entonces, a la cripta bajo el altar mayor donde se encuentra el sepulcro del Apóstol en una urna de plata. No nos es posible subir a abrazar la imagen románica del santo porque se ha suspendido ese rito debido al coronavirus. Nos dirigimos, ahora, a la pequeña capilla románica de la Corticela, que es la de los peregrinos y, tras ello, asistimos a la misa del peregrino, que, por ser año jubileo, incluye el movimiento del botafumeiro a lo largo del crucero de la catedral impregnando de olor a incienso todo el templo. En año jubileo, hay varias misas del peregrino al día. De no ser así, solo hay una, a las 12:00. Contar como anécdota que el botafumeiro original, del s. XVI, fue saqueado por las tropas napoleónicas a principios del s. XIX y nunca fue recuperado. Por último, salimos de la catedral por la puerta de las Platerías, la más antigua del templo, de bella fachada románica, y nos fijamos en su crismón con el alfa y el omega intercambiados en su orden, símbolo de que el principio es el fin y el fin, el principio y que, por tanto, el Camino nunca termina. No podemos abandonar la catedral sin visitar su obra maestra, el Pórtico de la Gloria, del maestro Mateo, la más importante fachada románica del mundo, pero ello requiere entrar por otra puerta exterior, y “pasar por caja” (existe un cupo limitado de visitantes al día).
Y la ciudad monumental, declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO, se ofrece ante nosotros. No podemos dejar de pensar que aquí no había nada más que un cerro despoblado hasta que en el 825 el pastor Pelayo, guiado por unas misteriosas estrellas, dijo haber descubierto los restos del apóstol supuestamente enterrados en el año 44 d. C. (de ahí el nombre de “Compostela”, que significa “campo estrellado”). Alfonso II “el Casto”, rey de Asturias, dio credibilidad al relato del pastor, visitó la tumba (por eso se le considera el primer peregrino) y mandó construir sobre la misma una capilla. Han pasado más de 1100 años y donde estuvo esa primera capilla se alza hoy la majestuosa catedral de Santiago y a su alrededor nos encontramos una ciudad de cerca de 100.000 habitantes que es la capital de Galicia y, junto con Jerusalén y Roma, una de las ciudades santas del Cristianismo.
Si estuviésemos en el s. XVI, podríamos dirigirnos al hospital de los Reyes Católicos, en plena plaza del Obradoiro, tras maravillarnos ante su fachada plateresca, mostrar la Compostela y poder alojarnos allí tres noches en régimen de pensión completa sin pagar un solo Real. De hecho, en este privilegio está el origen de la Compostela. Pero me temo que hoy día eso ya no es posible. Lo que no muchos saben es que este actual Parador Nacional sigue honrando la tradición y sirve comida gratuita (desayuno, almuerzo y cena) a los diez primeros peregrinos que acuden al establecimiento cada mañana.

Track de la etapa undécima: https://www.wikiloc.com/hiking-trails/camino-de-santiago-portugues-desde-oporto-por-la-costa-duodecima-etapa-y-ultima-padron-santiago-de-111681992

Resumen del recorrido “Oporto-Santiago por la costa”:
- Días: 12.
- Distancia teórica total: 289 km
- Distancia real recorrida: 311 km
- Distancia diaria: 26 km (aprox.).