Camino de Vegacervera a Oviedo (Cuarta etapa: Pola de Lena - Mieres)

Después de los paisajes bucólicos de los días pasados los que hemos visto hoy son mucho más corrientes debido a que poco a poco se van humanizando.
A medida que nos acercamos al final del Camino el verde de los campos se va transformando en el rojo de los ladrillos y en el gris del asfalto.
Por si fuera poca la transformación el silencio de las montañas cantábricas es invadido por un ensordecedor rugido de los coches que entran con tremenda prisa en la civilización y escapan de ella de forma enloquecida.

La etapa es completamente llana. Apenas 94 m de desnivel lo que comparando con los 1.200 m y la montaña rusa de ayer hace que estos 12 km nos parezcan un suave paseo.

La primera parte discurre por una carretera sin arcenes. Ésto sería peligroso en caso de haber mucho tráfico pero felizmente no es así. Pasan pocos coches.

A la altura de Villayana el camino cruza al otro lado del río y de la A-66 y nos mete en un andadero que ya no abandonaremos hasta Mieres. Por esta pista andar es fácil y llegamos a nuestra meta de hoy antes de lo previsto no sin antes hacer una visita a Santa Eulalia de Ujo una iglesia románica en una bonita localidad llena de mansiones tan blasonadas como abandonadas.

Por fin, Mieres.
Una ciudad bien diseñada con todo tipo de servicios y con bastante encanto. Mucho más de lo que promete por su aspecto desde la carretera. Si por esa parte es una mole de bloques de ladrillo por dentro nos sorprende como una villa tranquila y próspera.

Como crítica de hoy al Camino hay que destacar lo mismo que en días anteriores: la ausencia de señales claras. Por veces ni existen o son dudosas y casi siempre fruto de la buena voluntad de alguna persona de buen corazón. La mano institucional brilla por su ausencia.