Camino del Cid con Autocaravana/Senderismo: 34ª.Etapa Daroca-Acered
near Daroca, Aragón (España)
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Itinerary description
34ª. Etapa entre Daroca y Acered, día de contrastes entre ruinas del pasado y campos con diversidad de plantaciones, trigo, almendros, cerezos en flor, viñas… esta es nuestra España.
Puso tributo a Daroca antes luego a Molina, que está por la otra parte, la tercera a Teruel, que está más adelante... Versos 866 y ss. CMC.
Las imponentes murallas de Daroca dan una idea aproximada de la ciudad medieval que fundaron, con el nombre de Daruqa, árabes del Yemen en el siglo VIII. La Daroca musulmana formó parte durante el Califato de la Marca Superior de Al-Andalus y, tras la desmembración del mismo, en el primer tercio del siglo XI, de la Taifa de Zaragoza.
El Cid histórico fue, a finales del siglo XI, una pieza importante en el tablero geopolítico del Levante español, lo que le llevó, en el año 1090, a luchar contra las tropas del conde catalán Berenguer Ramón II y del rey de la taifa de Lérida, Al Hayib, a quienes derrotó en la batalla del Pinar de Tévar, un paraje situado al norte de Castellón. Tras esta batalla y con el fin de consolidar sus inestables lazos con Al Mustaín, príncipe de la taifa de Zaragoza, el Cid, herido en la batalla, se detuvo en Daroca, donde acampó durante muchos días, ya que según la Historia Roderici, había allí gran cantidad de víveres y ganado. Fue precisamente en Daroca donde, días después, el conde catalán y el Cid firmaron un acuerdo por el que Berenguer Ramón cedía en favor del Cid el protectorado, incluidas las parias, que ejercía sobre los reinos de Al Hayib: Lérida, Tortosa y Denia.
En el Cantar de mio Cid Daroca es una de las poblaciones zaragozanas a las que Rodrigo cobra tributo.
Manchones La existencia de un yacimiento celtíbero aún sin estudiar, es la presencia humana más antigua en el término de Manchones. Conocemos poco sobre el origen de la actual población y de su pasado islámico. El mismo origen etimológico es incierto y se confunde con los manchones o mancusos, un tipo de monedas de oro en circulación en Aragón durante el siglo XI. Es posible la existencia en los alrededores de Manchones de un punto fortificado: según Pascual Crespo, el rey Alfonso el Batallador donó al caballero López de Lobera las fortificaciones de Manchones, Murero y Munébrega por su ayuda en las conquistas de Calatayud, Daroca y el valle del Jiloca en 1120. Precisamente Alfonso, cuando contaba con 24 años, acompañó a su hermanastro Pedro y al Cid en una expedición militar por la provincia de Valencia. Manchones quedaría en el siglo XIII adscrito a la Comunidad de aldeas de Daroca: estas aldeas estaban integradas por hombres libres que respondían principalmente ante la propia corona de Aragón. La Comunidad de Daroca se instituyó en 1248, quedando Manchones integrada en la sesma (una especie de distrito administrativo) de Gallocanta, y así continuó hasta su disolución en 1838.
Murero se encuentra en valle del Jiloca, rodeado de agrestes montañas entre las que se encaja el río Jiloca esculpiendo uno de los paisajes más sugerentes de todo su recorrido. La población se ubica en un extremo de la margen derecha del río, reservando las tierras más fértiles para su cultivo. En torno al río se extienden frondosos sotos en los que el visitante del Camino del Cid encontrará una agradable sombra donde resguardarse del sol estival.
Desde mediados del siglo XIX, Murero y su yacimiento del barranco de Valdemiedes, reciben la visita de cientos de paleontólogos y amantes de la geología para estudiar sus estratos y fósiles de trilobites, de los cuales se han catalogado cerca de setenta especies. Este yacimiento cuenta con un recorrido interpretado que introducirá a los más profanos en los misterios de las piedras y fósiles de hace 520 millones de años.
Atea se ubica entre la Sierra y el Valle del Jiloca, Atea da la bienvenida al viajero con los numerosos peirones que jalonan su término. Los cultivos de cereal se alternan con frutales y viñedos, ofreciendo su fruto a los esforzados agricultores que durante siglos han cultivado estos suelos de enorme aspereza.
Atea se encuentra a los pies de la Sierra de Santa Cruz; macizo paleozoico de cuarcitas y pizarras, que alcanza su mayor altura en el monte de Santa Cruz, junto a la pequeña Ermita de Santa Elena (1.423 metros): un impresionante mirador desde donde se disfrutan de unas excepcionales vistas del entorno, rodeado por un extenso bosque mediterráneo de carrascas, quejigos y rebollares.
Puso tributo a Daroca antes luego a Molina, que está por la otra parte, la tercera a Teruel, que está más adelante... Versos 866 y ss. CMC.
Las imponentes murallas de Daroca dan una idea aproximada de la ciudad medieval que fundaron, con el nombre de Daruqa, árabes del Yemen en el siglo VIII. La Daroca musulmana formó parte durante el Califato de la Marca Superior de Al-Andalus y, tras la desmembración del mismo, en el primer tercio del siglo XI, de la Taifa de Zaragoza.
El Cid histórico fue, a finales del siglo XI, una pieza importante en el tablero geopolítico del Levante español, lo que le llevó, en el año 1090, a luchar contra las tropas del conde catalán Berenguer Ramón II y del rey de la taifa de Lérida, Al Hayib, a quienes derrotó en la batalla del Pinar de Tévar, un paraje situado al norte de Castellón. Tras esta batalla y con el fin de consolidar sus inestables lazos con Al Mustaín, príncipe de la taifa de Zaragoza, el Cid, herido en la batalla, se detuvo en Daroca, donde acampó durante muchos días, ya que según la Historia Roderici, había allí gran cantidad de víveres y ganado. Fue precisamente en Daroca donde, días después, el conde catalán y el Cid firmaron un acuerdo por el que Berenguer Ramón cedía en favor del Cid el protectorado, incluidas las parias, que ejercía sobre los reinos de Al Hayib: Lérida, Tortosa y Denia.
En el Cantar de mio Cid Daroca es una de las poblaciones zaragozanas a las que Rodrigo cobra tributo.
Manchones La existencia de un yacimiento celtíbero aún sin estudiar, es la presencia humana más antigua en el término de Manchones. Conocemos poco sobre el origen de la actual población y de su pasado islámico. El mismo origen etimológico es incierto y se confunde con los manchones o mancusos, un tipo de monedas de oro en circulación en Aragón durante el siglo XI. Es posible la existencia en los alrededores de Manchones de un punto fortificado: según Pascual Crespo, el rey Alfonso el Batallador donó al caballero López de Lobera las fortificaciones de Manchones, Murero y Munébrega por su ayuda en las conquistas de Calatayud, Daroca y el valle del Jiloca en 1120. Precisamente Alfonso, cuando contaba con 24 años, acompañó a su hermanastro Pedro y al Cid en una expedición militar por la provincia de Valencia. Manchones quedaría en el siglo XIII adscrito a la Comunidad de aldeas de Daroca: estas aldeas estaban integradas por hombres libres que respondían principalmente ante la propia corona de Aragón. La Comunidad de Daroca se instituyó en 1248, quedando Manchones integrada en la sesma (una especie de distrito administrativo) de Gallocanta, y así continuó hasta su disolución en 1838.
Murero se encuentra en valle del Jiloca, rodeado de agrestes montañas entre las que se encaja el río Jiloca esculpiendo uno de los paisajes más sugerentes de todo su recorrido. La población se ubica en un extremo de la margen derecha del río, reservando las tierras más fértiles para su cultivo. En torno al río se extienden frondosos sotos en los que el visitante del Camino del Cid encontrará una agradable sombra donde resguardarse del sol estival.
Desde mediados del siglo XIX, Murero y su yacimiento del barranco de Valdemiedes, reciben la visita de cientos de paleontólogos y amantes de la geología para estudiar sus estratos y fósiles de trilobites, de los cuales se han catalogado cerca de setenta especies. Este yacimiento cuenta con un recorrido interpretado que introducirá a los más profanos en los misterios de las piedras y fósiles de hace 520 millones de años.
Atea se ubica entre la Sierra y el Valle del Jiloca, Atea da la bienvenida al viajero con los numerosos peirones que jalonan su término. Los cultivos de cereal se alternan con frutales y viñedos, ofreciendo su fruto a los esforzados agricultores que durante siglos han cultivado estos suelos de enorme aspereza.
Atea se encuentra a los pies de la Sierra de Santa Cruz; macizo paleozoico de cuarcitas y pizarras, que alcanza su mayor altura en el monte de Santa Cruz, junto a la pequeña Ermita de Santa Elena (1.423 metros): un impresionante mirador desde donde se disfrutan de unas excepcionales vistas del entorno, rodeado por un extenso bosque mediterráneo de carrascas, quejigos y rebollares.
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