Camino Los Gracioseros. Risco de Famara. YE. Lanzarote
near Ye, Canarias (España)
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Itinerary description
Más que camino de Los Gracioseros, debemos llamarlo Camino de Las Gracioseras , porque fueron las mujeres de La Graciosa, las que recorrían cada día al alba, esta vereda empinada y resbaladiza, con las palanganas de hasta 30 kilos de pescado fresco sobre sus cabezas, para venderlo en forma de trueque, casa por casa en el pueblo lanzaroteńo de Haría tradicionalmente agrícola. El pescado se intercambiaba por otros artículos de primera necesidad, ( gofio, verduras, ropa y enseres para la casa), que cargaban de vuelta ya anocheciendo a Caleta de Sebo. El Río, así se denominan al kilometro de mar que los separa de Lanzarote, los cruzaban en las barquillas de sus maridos , dedicados en pleno a la pesca.
Así cada día , estas heroínas rompían su aislamiento con Lanzarote y hacían posible la supervivencia en la octava isla canaria .
Este enclave costero pertenece al Parque Natural del Archipiélago Chinijo, la reserva marina más extensa de Europa con más de 700 km cuadrados de superficie.
El sendero lo iniciamos en la iglesia de Ye, por la fama de inseguridad que tiene el aparcamiento creado en Las Rositas, cerca del acantilado.
Desde el pueblo ponemos rumbo Oeste por la carretera hasta el hotelito Finca La Corona, poco después a la izquierda por una pista empedrada llegamos al citado aparcamiento y desde allí las seńales te llevan sin margen de error a la Playa del Risco.
Lo más emocionante del recorrido está justo al comienzo , cuando te asomas al imponente acantilado de Famara. Unas vistas sobrecogedoras a La Graciosa, Roque del Oeste, Alegranza y Montańa Clara, impactan al visitante. Tal es su espectacularidad que en las inmediaciones se creó el Mirador del Río, que diseñó el artista Cesar Manrique, construido por y para el disfrute de esta bella panorámica.
Después de recrearnos con esta excepcional vista al Archipiélago Chinijo, bajamos en zig zag hasta la Playa del Risco, que nos recibe de inicio con unas ondulantes dunas de arena rubia tan fina que se te escapa entre los dedos. El sendero aquí ya es un río de arena , lo que te lleva a lanzar las zapatillas al aire y patearlo descalzo.
Tras las dunas, nos recibe la hermosa Playa del Risco, un fenomenal arenal (850 metros de largo), de color amarillo gofio que te hace olvidar el cansancio, saliendo de tus mejillas una amplia sonrisa de pura felicidad.
Tras la gran sonrisa , toca el refrescante bańo en sus transparentes aguas de azul turquesa.
Una vez recuperadas las fuerzas , ponemos rumbo a Las Salinas del Río, las más antiguas de Canarias (documentadas ya en el siglo XV, en tiempos de Sancho de Herrera “el viejo” ) abandonadas a su suerte en 1970, con la llegada de los aparatos de refrigeración. Pensamos que eran unas pequeńas salinas pero al llegar vemos unos enormes charcos perfectamente alineados que inducen a pesar que en su momento fue una gran industria salinera.
Caminar por los senderos que la rodean , te llevan al pasado, a un pasado donde la sal era el conservador universal de los alimentos al no existir los frigoríficos.
Entre las transparentes pozas y secaderos la tranquilidad inunda el espacio, el silencio solo lo interrumpe el burbujeante mar cercano.
En los fondos de los estanques , algunas garzas , en constante vigilia por nuestra presencia furtiva , sumergen su pico en busca de alimento, en el mismo lugar donde antes el salinero buscaba el sustento.
Al atardecer, los Riscos de Famara prestan su reflejo a las lagunas de sal que ańoran la presencia del sabio salinero que las creo y labró en este idílico rincón.
Volvemos al terminar la tarde , con el andar sosegado , pues la puesta de sol que se recreaba a nuestras espaldas nos hacía parar en cada remanso del camino.
Finalizamos dando homenaje como otros compańeros/as , a las heroicas mujeres gracioseras, que antańo crearon este sendero para evitar el aislamiento y sobrevivir a las duras condiciones de vida de la época. Sería justo levantar al inicio del sendero una escultura que las represente en forma de homenaje.
Así cada día , estas heroínas rompían su aislamiento con Lanzarote y hacían posible la supervivencia en la octava isla canaria .
Este enclave costero pertenece al Parque Natural del Archipiélago Chinijo, la reserva marina más extensa de Europa con más de 700 km cuadrados de superficie.
El sendero lo iniciamos en la iglesia de Ye, por la fama de inseguridad que tiene el aparcamiento creado en Las Rositas, cerca del acantilado.
Desde el pueblo ponemos rumbo Oeste por la carretera hasta el hotelito Finca La Corona, poco después a la izquierda por una pista empedrada llegamos al citado aparcamiento y desde allí las seńales te llevan sin margen de error a la Playa del Risco.
Lo más emocionante del recorrido está justo al comienzo , cuando te asomas al imponente acantilado de Famara. Unas vistas sobrecogedoras a La Graciosa, Roque del Oeste, Alegranza y Montańa Clara, impactan al visitante. Tal es su espectacularidad que en las inmediaciones se creó el Mirador del Río, que diseñó el artista Cesar Manrique, construido por y para el disfrute de esta bella panorámica.
Después de recrearnos con esta excepcional vista al Archipiélago Chinijo, bajamos en zig zag hasta la Playa del Risco, que nos recibe de inicio con unas ondulantes dunas de arena rubia tan fina que se te escapa entre los dedos. El sendero aquí ya es un río de arena , lo que te lleva a lanzar las zapatillas al aire y patearlo descalzo.
Tras las dunas, nos recibe la hermosa Playa del Risco, un fenomenal arenal (850 metros de largo), de color amarillo gofio que te hace olvidar el cansancio, saliendo de tus mejillas una amplia sonrisa de pura felicidad.
Tras la gran sonrisa , toca el refrescante bańo en sus transparentes aguas de azul turquesa.
Una vez recuperadas las fuerzas , ponemos rumbo a Las Salinas del Río, las más antiguas de Canarias (documentadas ya en el siglo XV, en tiempos de Sancho de Herrera “el viejo” ) abandonadas a su suerte en 1970, con la llegada de los aparatos de refrigeración. Pensamos que eran unas pequeńas salinas pero al llegar vemos unos enormes charcos perfectamente alineados que inducen a pesar que en su momento fue una gran industria salinera.
Caminar por los senderos que la rodean , te llevan al pasado, a un pasado donde la sal era el conservador universal de los alimentos al no existir los frigoríficos.
Entre las transparentes pozas y secaderos la tranquilidad inunda el espacio, el silencio solo lo interrumpe el burbujeante mar cercano.
En los fondos de los estanques , algunas garzas , en constante vigilia por nuestra presencia furtiva , sumergen su pico en busca de alimento, en el mismo lugar donde antes el salinero buscaba el sustento.
Al atardecer, los Riscos de Famara prestan su reflejo a las lagunas de sal que ańoran la presencia del sabio salinero que las creo y labró en este idílico rincón.
Volvemos al terminar la tarde , con el andar sosegado , pues la puesta de sol que se recreaba a nuestras espaldas nos hacía parar en cada remanso del camino.
Finalizamos dando homenaje como otros compańeros/as , a las heroicas mujeres gracioseras, que antańo crearon este sendero para evitar el aislamiento y sobrevivir a las duras condiciones de vida de la época. Sería justo levantar al inicio del sendero una escultura que las represente en forma de homenaje.
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