Camino Visigodo 2: Almoharín-Alcollarín

Si te interesa esta ruta, te recomiendo que leas la crónica de la misma en mi blog, dado que Wikiloc no permita introducir en este espacio más que un texto limitado a un número de caracteres determinados, por lo que he tenido que recortar sustancialmente dicha crónica.

Puedes encontrarla, completa, en mi blog:

http://enfilando.blogspot.com.es/2013/05/caminos-de-guadalupe-camino-visigodo-2.html

N hemos levantado a las siete en punto y, tras desayunar, hemos iniciado la marcha a las 8,15.

De camino hacia la salida del pueblo pasamos por delante de una ermita dedicada a la Virgen de Sopetrán, Patrona de Almoharín y enfilando el Camino de las Zorreras nos topamos con el Crucero de la Vega y un poco más allá, el Parque dedicado a la Constitución Española con motivo de su 25 aniversario.

Apenas recorridos 600 metros, la Charca del Tejar y ya en ruta, sobre postes de hormigón, nidos de cigüeñas.

En un recodo del camino una señal de “precaución obras” nos sorprende y nos divierte. Suponemos que puede tratarse de alguna señal olvidada. Un poco más allá otra señal indica “prohibido circular a más de 30 por hora”. Ni corriendo creo que alcancemos esa velocidad. Aún más allá una tercera señal de salida de camiones. Y según avanzamos comenzamos a escuchar, pero muy lejos, ruido de máquinas.

De improviso, tras un giro de 90º, encontramos que el camino está, literalmente, cortado por la construcción de un canal de agua. Existe un puente de nueva construcción, pero para subir al mismo el desnivel es de algo más de un metro.

Se trata del canal por el que discurrirá el agua que salga de la presa del río Búrdalo.

Tras cruzar al otro lado para seguir nuestro camino nos encontramos con los restos del Molino de Telesforo, al que entramos para curiosear.

Tras un recodo del camino, el río Búrdalo. Va crecido, y tiene una anchura de doce o catorce metros, una profundidad de entre 20 y 25 centímetros y no hay piedras que nos ayuden a cruzar. Logramos hacerlo a base de imaginación: con bolsas de basura cubriendo las botas.

Continuamos la marcha por una breve y repinada cuesta, en varios trozos bien empedrada, vestigio de lo que fue un camino carretero sin duda bastante frecuentado.

A tres kilómetros del paso canadiense, tras un pequeño alto y a mitad de una curva del camino, Miajadas queda a la vista. Faltan cuatro kilómetros para llegar.

Otras curva, en un cruce de caminos y a la derecha, un pozo circular de unos cuatro o cinco metros de diámetro. Por fuera es de cemento y por dentro de ladrillo. En su parte exterior, en la cara que mira hacia Miajadas, una inscripción del que se ha borrado una parte. Debajo de la borrada inscripción, una fecha: 1931. Un hortelano que hay un poco más allá nos dice que se trata del “Pozo de la República”.

Llegamos a Miajadas al mediodía. Tomamos un refresco y nos proveemos de sustento para la comida. Cruzando el pueblo nos llama la atención un escudo episcopal.

A la salida de Miajadas encontramos un crucero en el que la cruz no es de piedra, sino de hierro. En el mismo jardín un cartel de metal relativo a los “Caminos a Guadalupe”. junto al que nos fotografiamos.

Entre Miajadas y Escurial hay poco más de kilómetro y medio de carretera que superamos por el acerado que discurre junto a la carretera.

En Escurial, el familiar crucero sale a nuestro encuentro. Dejamos a nuestra derecha la Laguna de los Patos y cruzamos Escurial pasando por delante de su Iglesia de Nuestra Sra. de la Asunción y del Ayuntamiento. A la salida encontramos otro crucero de más bella factura que el de la entrada.

El Arroyo de la Encinilla cruza lo que es la salida misma del pueblo y al otro lado del mismo y a la izquierda del camino, dos estupendos pozos de piedra, de planta cuadrada, separados una treintena de metros el uno del otro.

El pozo situado junto al camino es de mayores dimensiones que el otro. Todo alrededor del pozo pequeño es de piedra, lo que se debió hacer para una mayor comodidad de quienes estaban sacando agua y de quienes esperaban turno.

Justo donde están los pozos se unen los cauces del Arroyo de la Encinilla, que viene por nuestra izquierda, con el Arroyo del Prado, que viene del norte. Para salvar a este último arroyo y poder pasar de un pozo a otro, un puente construido con once grandes lanchas de piedra.

Recuperamos fuerzas con sendos plátanos y volvemos al camino y en dos horas y cuarto recorremos la distancia hasta Abertura, que queda a nuestra vista desde el punto más alto de toda la etapa de hoy.

Al fondo venimos viendo, prácticamente desde que salimos, pero en especial durante las últimas horas, un gran pico. Se trata de la Sierra de Santa Cruz, en cuyas faldas se encuentran Puerto de San Cruz y Santa Cruz de la Sierra. Ahora, según ha avanzado el día hemos comenzado a verlo de lado y ya no parece un pico sino lo que es: una sierra.

Llegamos a Abertura en torno a las tres y media de la tarde. Las calles están desiertas. Decidimos comer nuestros bocadillos a la sombra de la Iglesia de San Juan Bautista, en un banco de hierro.
La Iglesia tiene dos fachadas, una románica y otra gótica. Frente a la románica, una cruz conmemorativa.

En la Plaza del Ayuntamiento una fuente de cuatro vasos. En toda la plaza no hay más que tres o cuatro árboles de muy pequeñas dimensiones que apenas dan sombra alguna.

Al salir del pueblo cruzamos la carretera EX-354 y encontramos, en lamentable estado de conservación lo que queda de un crucero al que algún salvaje ha despojado de la cruz de su parte superior. También su entorno aparece descuidado.

Desde que salimos de Abertura nos queda enfrente y un poco a nuestra izquierda, bien a la vista, una localidad que tomamos por Abertura. Solo después sabremos que en realidad se trata de Zorita. A su espalda, en primer plano, la Sierra de la Peña y más al fondo, la de Guadalupe, a la que comenzaremos a acercarnos de verdad a partir de mañana.

En la siguiente hora y cuarto caminamos algo más de 6 kilómetros y, Tras una vuelta del camino nos encontramos, a unos cuatrocientos metros, un muro inmenso de hormigón. Nos parece que puede ser una presa. Sin embargo, sus paredes son completamente verticales, lisas y las presas suelen tener una inclinación para que el agua, al caer, se deslice.

Al acercarnos más comprendemos que nos encontramos justo en el terreno que, una vez terminada la presa, será completamente inundado por las aguas. Comentamos que, dado lo avanzado de las obras que vemos, posiblemente comience a embalsarse agua en poco tiempo y concluimos que podemos ser los últimos peregrinos a Guadalupe que, haciendo este Camino Visigodo, hayan realizado el trayecto que traemos desde Abertura.

Al llegar junto a la presa tomamos un camino a nuestra derecha que nos lleva a la altura de coronación de la misma. Desde allí ya podemos ver Alcollarín (oculto hasta este momento) a nuestra derecha y la obra de ingeniería, en toda su extensión, frente a nuestros ojos.

La entrada al pueblo la hacemos por carretera, al haber quedado cortado por la presa el camino que traíamos, pasando sobre el puente sobre el río.

Nos vamos hospedar, también aquí, en una casa rural ubicada al otro lado del pueblo. Hemos quedado con la dueña que al llegar al puente la llamamos por teléfono y ella sale a buscarnos. Enseguida se dirige a nosotros:

- Con mochilas y la pinta de caminantes que traéis, sin duda sois vosotros, ¿verdad?
- Verdad, nosotros mismos.

Nos acompaña los 400 metros que nos separan de la Casa Rural, que encontramos a plena satisfacción. Como la del día anterior, bien dotada, un cuarto de baño amplio, salón-comedor, frigorífico, televisión… Son 60 euros por los dos. Como le habíamos pedido, nos tiene preparado lo suficiente para que desayunemos al día siguiente y ahora pactamos con ella que nos traerá la cena. Nos dice que serán 8 euros cada uno por ambas cosas. Nos parece muy razonable y aceptamos.

He de decir que sumado el importe del hospedaje al del desayuno y cena, nos sale todo por el mismo importe que ayer en Almoharín, donde cena y desayuno fue bastante más caro que aquí.

Y para ser justos tengo que agregar también que lo que esta señora nos preparó de cena excedió, sobradamente, a lo que se había comprometido. Y, además, excelentemente cocinado, lo que siempre es de agradecer.

Entre lo que nos trajo para la cena había una estupenda tortilla de patatas que decidimos llevarla como comida para el día siguiente.

Alcollarín no tiene demasiado que visitar: la parroquia de Santa Catalina, que encontramos cerrada, y la placita que está delante. También al Palacio de Pizarro-Carvajal, del siglo XVI, que tampoco pudimos visitar.

Cuando la dueña de la Casa nos trajo la cena comentamos con ella nuestra visita. Nos dijo que, de habérselo dicho, ella podía habernos facilitado el acceso, sin problema, tanto a la Iglesia como al Palacio. Pero ya era tarde y teníamos ganas de descansar.

Por si a alguien le interesa y como hice respecto a la Casa Rural de ayer, esta de Alcollarín también consideramos que es absolutamente recomendable. El teléfono de contacto es 927 340 203.

A las 10 de la noche, como troncos.