Campanario - La Haba

En día ventoso, como pocos, dejamos Campanario y compartimos camino con el Tramo IV del GR 115 Transerena, con la Vereda del Camino de Castuera y Senda del Rey entre campos enormes desarbolados esperando a que llueva para que aparezcan los brotes del cereal antes de cubrirse de nieve, escarcha y hielo.
El día se presta a la arqueología y a la historia: nos sorprende toparnos con el yacimiento tartésico de La Mata del S.IV a.c. y agradecemos a Ana de Campanario que nos lo explicará a lo largo de 45 minutos con toda ilusión y lujo de detalles sobre los molinos barquiformes para el cereal y las bellotas, las ánforas para el aceite, el lagar para el vino y nada que se le parezca al tesoro de Carambolo.
Y mientras vamos pensando en el caolín del encalado en las paredes de tapial y adobe del yacimiento nos señala Google los hornos de cal del S.XVI; al abrigo de uno de ellos, nos sentamos a comer algo de fruta, protegidos del fuerte viento.
Llevamos en todo el recorrido la vista puesta en el peñasco en que se ubica el castillo, que fue de la Orden de Alcántara, con vista a toda la Serena y Vegas Altas del Guadiana. No subimos a verlo; nuestra mochila pesa demasiado para este tipo de turismo y entre las dos opciones que nos marcan las flechas del Camino Mozárabe, optamos por la de menor pendiente.
Y en estas, luchando contra el viento, volviendo la mirada para contemplar la peña y el castillo, imponente, que no subimos a ver, entramos en La Haba, un pueblo precioso, de escudos heráldicos y casas solariegas como corresponde al lugar de nacimiento, que nos contaron los lugareños, de al menos, 13 conquistadores de América.
Esta noche iremos a presenciar una obra de teatro en la soberbia Casa de Cultura de un pueblo que no cuenta ni con 2000 habitantes.