Canal Guañaque - Valle Seco - Valle Grande E-1475

- Esta excursión forma parte de un conjunto de cuatro excursiones entre los barrancos de Valle Seco, Valle Grande y Valle Crispín
- Canal de Guañaque E-1475
- Lomo de en Medio (barranco Valle Grande) E-1477
- Lomo Los Berros (barranco Valle Crispín) E-1479
- Lomo de en Medio (barranco Valle Grande) E-1489
- Los topónimos los obtengo del Mapa Topográfico Integrado del visor web del Gobierno de Canarias (Grafcan)
- ATENCIÓN: Los tracks son orientativos, no uso ningún dispositivo gps durante las travesías. Los tracks los compongo, a posteriori, con el Mapa Topográfico Integrado, y otros.
- Puede acceder a más excursiones en mi página web “El Aventurero Doméstico de Tenerife” en la dirección https://sites.google.com/view/adotf


• Excursión 1475. 24 Abril de 2023. Lunes. (Anaga 228ª)
Canal Guañaque. Valle Seco. Valle Grande.
Municipio: Santa Cruz
ENP: Parque Rural Anaga
De 15.40 a 19.50h. De 15 a 270 a 15m.
Distancia: 11k. Duración: 4h 10m

Resumen:
Desde Valle Seco (Las Canteras) subida muy vertical al lado de una tubería y cruce por un túnel al barranco de Valle Grande, para continuar por sendero al lado de un canal (Guañaque) hasta su bocamina y regreso por sendero y carretera hasta María Jiménez

Crónica:
Hace casi un año que se me ocurrió la idea para esta excursión. Por diversos motivos la he ido retrasando. Hoy, por fin, la voy a hacer. Ya hice, más o menos, el mismo recorrido en otra excursión (la 1047), hoy la voy a hacer en sentido contrario. Se trata de recorrer el canal de Guañaque, desde su cruce (en forma de gran tubería) por el barranco de Valle Seco hasta la galería de donde procede el agua que transporta, en el barranco de Valle Grande. En la 1047 la hice desde Valle Grande. Este recorrido tiene dos partes especialmente emocionantes, aunque toda ella lo es: uno es subir por las tuberías de cemento y la otra cruzar un túnel largo.

Tomo la 916 en el intercambiador de Santa Cruz y me bajo de la 916 en la Avenida Marítima a la salida del barranco de Valle Seco. El día está despejado, estupendo, no caluroso. Es lunes y ya tengo ganas de hacer una buena excursión. Recorro la primera parte del barranco al lado del cauce estrecho y encauzado que todavía conserva algunos charcos y donde hay muchas juncias paragüitas que le dan un toque de frescor y salud al entorno más bien seco y adusto de las paredes altas del barranco. Al final de la gran recta llego a las primeras casas de La Cardonera donde hay una empresa de limpieza de ropas en donde siempre hay mucha actividad y emana un olor muy agradable. Sigo subiendo pasando un pequeño barrio (La Quebrada) encaramado en la ladera. Las casas unas sobre otras hacia arriba. Me intriga el origen de este barrio. Progreso y llego al último barrio en el barranco (Las Cuevas) donde hay unas impresionantes canteras. También tiene unos preciosos dragos, no son grandes, no son copudos, sus ramificaciones forman una capa densa y plana en la parte superior, como un gran paraguas. Hay otros dragos, más pequeños, que parecen originales, silvestres, no plantados. Tienen las ramas más finas y un aspecto más delicado.

Casi en el último grupito de casas llego, bastante emocionado, a la tubería. En realidad, son dos tuberías que suben muy verticales, a la derecha, y van sobre una base de cemento. (Hay otras a la izquierda que suben hacia La Cardonera, pero esas no son mi objetivo hoy, al menos.) La otra vez pude bajar entre ellas y en su último tercio (más inclinado) lo tuve que hacer por la ladera. Vamos a ver hoy. Observo bien la disposición del canal y el terreno y se me ocurre un plan, cruzar el cauce del barranco (estrecho y profundo) por un puente que hay unos metros después de las tuberías, echarme a la derecha por un caminillo y después subir por una canal en la ladera hasta alcanzar (como unos 40 metros más arriba) las tuberías. Pero el puente lleva al patio de una casa particular y no me permiten acceder. Regreso a donde las tuberías (cruzan por encima de mi) y al lado de una gran cesta metálica sobre un saliente de cemento, me deslizo por la pared bastante lisa del cauce, cruzo un charquito y trepo por la pared de enfrente hasta un caminillo que todavía conserva algo de su estructura original. Lo sigo a la derecha unos 15 metros y entonces empiezo a trepar por las rocas rojizas y oscuras, entre las tabaibas, los cornicales, los rabos de gato y unas pocas pencas. Subo la canal. Es trabajoso, pero no me resulta especialmente complicado, sólo hay que ir despacio. Cuando llego a las tuberías me doy cuenta de que no puedo ir por su base de cemento, se desprende, está suelto, no agarra, y las tuberías son muy lisas y no hay mucho donde agarrarse. Así que sigo subiendo trepando por las rocas, oscuras y rojizas y preciosas, medio ocultas por el rabo de gato. Trepo apoyándome en los salientes de las rocas y en los troncos gruesos de las tabaibas. Y así, poco a poco, voy ganando altura y espectáculo. Me paro cada cierto tiempo a contemplar la vista, y la manera en que poco a poco el entorno parece la postal ideal de un sitio plácido y armonioso, con sus casitas cuidadas, sus huertos de líneas rectas, sus árboles frutales, y los ecos apagados de voces. No es que exista un sendero, pero casi lo parece en varias ocasiones por que subo en zigzag de una manera muy natural. Le tenía pánico a esta subida, pero está resultando muy fácil en comparación con lo que había imaginado. Y antes de lo pensado llego a una estructura de cemento grande, un pequeño depósito de agua, en donde se vacía el canal que ya veo y después baja vertiginoso por las tuberías. Desde lo alto del depósito la vista es fantástica. Una ligera brisa me refresca después de la subida esforzada. No puedo estar más contento. Me quedo un rato mirando y con la cámara de fotos haciendo fotos panorámicas.

Sigo al lado del canal, ancho y cubierto. A la izquierda voy viendo un posible antiguo camino para bajar a Las Cuevas que va por el cauce de un barranquillo. Debe estar tupido abajo. Enseguida llego a la entrada al túnel. Me echo el sombrero hacia atrás y me pongo el casco con luz que he traído, ex profeso, para atravesar el túnel. El túnel es largo (quizás 200 metros) y corre una brisa fresca muy agradable que siento contra la cara y en los brazos. Hay partes donde no sé ve la luz la final del túnel. Voy cabeceando para ir viendo alternativamente el techo y el suelo, donde no hay charcos, sólo algunas partes ligeramente húmedas. Se me hace largo, sobre todo cuando dejo de ver la luz al final. Cuando me acerco a la salida veo que hay una puerta de rejas que cierra la salida y estoy emocionado hasta que llego a ella y compruebo que no tiene ningún candado. La abro y la vuelvo a dejar cerrada. El barranco de Valle Grande parece darme la bienvenida en este día luminoso. Al otro extremo se alzan los dos picos del Chiguel y otro a la derecha que es un risco, que parece estar alineado, junto a los otros dos, pero que está unos cientos de metros por delante. No me puedo sentir mejor después de pasar el túnel con esta vista. Sigo hacia la izquierda al lado del canal cubierto de Guañaque. Hay abundantes cagadas de cabras. Debe ser que las traen por aquí a pastar y la puerta está cerrada para que no se vayan al otro barranco, aunque con lo medrosas que son las cabras me cuesta trabajo pensar que se quieran adentrar por un túnel.

Ahora tengo por delante un largo recorrido, el canal se va ajustando a todos los pliegues de las montañas y describe grandes curvas. En la vegetación destacan los guaydiles en flor, arbustos de unos dos metros de altos, de varas finas, hojas alargadas y con florecitas blancas en forma de campanillas. (Abril es el mes de esta planta. En el barranco de Porlier (la semana anterior) también estaban en todo su apogeo. También por donde vivo en Tacoronte destacan en las laderas.) El pasaje al lado del canal es muy cómodo, por el recorrido llano y el sendero ancho. En muchos sitios puedo ver cómo corre el agua por dentro y en varios puntos veo grifos adosados al canal, de los que hay que apretar y dan agua mientras lo mantienes pulsado. Hay una brisa fresca algo fuerte en algunas esquinas. Todo el rato voy extasiado por las formas de las montañas, hacia adelante y por encima de mí, las formas y los colores de las rocas, las plantas con buen aspecto. Localizo un sendero que baja hasta la carretera por la arista de una loma y que creo que va a dar, más o menos, al principio del barranco de Valle Grande, es decir, un poco más arriba de la bifurcación que separa Valle Grande de los barrancos de Crispín y Brosque (Dos Barrancos). Hay una esquina emocionante donde hay que ir por encima de un puente de cemento, aunque tiene barandilla. En los cruces de los cauces de los barranquillos suele haber puentes anchos. Me gusta todo el rato. Me gusta mucho la sensación de estar como en el aire viendo la carretera por abajo serpenteando y los grupitos de casas (El Cabo y otros).

A medida que voy recorriendo el canal me empiezo a interesar y a escrutar la arista de la loma de enfrente. Tengo la intuición de que se puede recorrer. Tomarla desde donde un túnel cruza desde el barranco de Valle Grande hasta el barranco de Valle Brosque (por dónde va el canal de Guañaque). Habría que subir desde el otro lado a la loma y después seguirla hacia abajo, hasta la bifurcación de los Dos Barrancos. Aunque desde tanta distancia no puedo apreciar los detalles. A partir de un cierto punto el sendero al lado del canal está más cerrado por las plantas y se hace un poco más complicado, pero nunca llega a ser preocupante. Y así llego hasta la carretera que recorre el barranco por un sitio donde hay un depósito de agua.

Mi plan de hoy es seguir el canal por todo su recorrido hasta la galería de donde sale el agua y después atravesar por un túnel y, al otro, lado subir a la loma, echarme a la derecha y confluir con el sendero que comunica Valle Grande con La Cancelilla en la carretera de Anaga. Ya veremos.

Subo por la carretera y enseguida me meto por detrás de una casa, que parece recién renovada, o nueva, y que está en una esquina. Me meto por el patio porque el canal va por debajo de la casa. Pronto sale un hombre que me dice que es privado. Yo a lo mío. Le digo que estoy tratando de ver si puedo seguir por el canal, que vengo de otro barranco y que he subido por una tubería y pasado un túnel. Le interesa, me dice que son nuevos aquí y que todavía no conocen los alrededores. Compruebo que no se puede seguir por el canal, está cubierto de plantas, me disculpo por haber entrado en su terreno y sigo hacia arriba por la carretera. En un minuto o dos veo un camino que sale a la derecha, lo tomo, pero en su confluencia con el canal, veo que sigue estando muy cubierto de plantas. Así que tengo que volver a la carretera y seguir subiendo. Llego a una finca donde hay una casa de comidas (que debe funcionar con horario extraño, quizás los fines de semana), subo por la derecha por una pista y a la altura de una habitación de la casa con bombonas encuentro a la derecha un camino que baja. Me meto por él. Está muy cerrado por pencas y candelabros. Pero se puede pasar con mucho cuidado evitando las púas de las tuneras. Voy sorteándolas y bajando por el único sitio posible entre ellas y pasando por una placa rocosa llego de nuevo al canal. Que empiezo a recorrer hacia la izquierda. (En la excursión 1025, hace unos tres años, recorrí este tramo del canal y la salida a la carretera fue muy fácil, se ha debido tupir desde entonces). Por aquí ir al lado del canal es muy cómodo. El canal recorre dos barranquillos y los cruza sobre puentes anchos. Dos perros me huyen al verme. Un poco después paso un cercado con gallinas. El paisaje es extraordinario. Hay una fuerza tremenda en estos barrancos pequeños. Por debajo atisbo huertas en este lado y otras pegadas a la ladera de enfrente. Y una vegetación muy densa que lo cubre todo por debajo de mí hasta el cauce del barranco (Valle Grande). Hay un par de sitios algo expuestos y hay que hacer un pequeño rodeo por donde el canal se mete en un túnel. Después de pasar las cuencas de los dos pequeños barrancos llego a la del barranco más grande (Valle Grande) y aquí me entusiasma descubrir que está totalmente ocupado su cauce de sauces, grandes y hermosos sauces que se mecen con la brisa que viene de arriba. Estos árboles necesitan mucha agua y en los cauces la encuentran. El paso del cauce es por un puente grande y al otro lado hay un saliente de roca rojiza muy atractivo y llamativo. Desde el centro del puente hago fotos panorámicas mirando hacia arriba, hacia las montañas. Estoy extasiado en el puente. Qué lugar más fantástico. Sigo al otro lado y hay zonas donde voy alejado del canal por un sendero prácticamente oculto por las plantas, pero que atravieso y sigo intuitivamente. Hasta que llego a las inmediaciones de la galería y descubro un farrobo (algarrobo) de tronco nudoso y raíces derramándose por las rocas. De tronco ancho y formado por columnas tiene una copa frondosa. Tiene una plasticidad enorme. Me quedo un rato bajo el árbol. Después enseguida llego a la bocamina de la galería (Guañaque) donde hay un gran laurel de indias, también un hermoso árbol. La longitud de la galería es de mil metros, lo dice el cartel de la entrada. Se oye el agua saliendo. Hay una caseta cerrada con bonitas ventanas. Después sigo por un sendero, el canal va enterrado, y por tramos muy cubiertos de plantas y de nuevo paso por dos sitios algo expuestos en un risco de arenisca de formas caprichosas. Por debajo hay una finca con huertos plantados pero una puerta con cerrojo impide el paso. El camino que vi antes, tras la casa nueva, puede que llegue hasta aquí.

Estoy exhausto de emociones cuando llego a un llanito, donde pasa el camino que comunica Valle Grande con la Cancelilla, aquí hay pintada en blanco en la pared una gran psi (ψ). Dudo si seguir por el canal que, más o menos, se ve por la ladera, y que va hacia un túnel. Pero decido darlo por concluido y otro día volver hasta aquí por el recorrido que voy a hacer ahora para bajar hasta María Jiménez. Y ese día tratar de hacer la travesía por la arista de la loma que separa Valle Grande de Valle Brosque. El sendero de bajada es cómodo, aunque lo pierdo una vez, después no, después es fácil. Pasa al lado de algunas huertas y va a dar, tras pasar bajo unos preciosos farrobos, que han regado de hojas una escalera de piedra, a una casa de bloques rojizos de tosca desde cuya terraza tres perritos me ladran, más curiosos que otra cosa. Cuando bajo veo otro cachorrito precioso que busca mis piernas. Paso el cauce seco del barranco y empato con la carretera. Bajo por ella. Y esta bajada, que ya he hecho muchas veces, se convierte en algo especial cuando empiezo a ir fijándome con detalle en todos los picos de la loma a mi izquierda para ir evaluando si es posible o no recorrerla. No llego a ninguna conclusión concreta, pero al menos no veo ningún obstáculo imposible. Es más, hacia la mitad de esa arista, veo que hay cuevas en lo alto de una montaña de color rojizo. Y si hay cuevas debe haber habido un sendero para subir a ellas. Es apasionante esta bajada, tengo una curiosidad insaciable. En la confluencia con el barranco de Brosque (Dos Barrancos) hay una finca sin vallas ni muros, así que si logr bajar hasta ahí, podría salir afuera fácilmente, aunque probablemente ese sea el menor de mis problemas.

Más relajado ya sigo bajando por la izquierda del cauce del barranco hasta María Jiménez. Tomo una guagua en la avenida Marítima que me lleva hasta el intercambiador.