Canales del Ducado Ablanquejo Tajo Pico Alar Ocentejo

Canales del Ducado, Río Ablanquejo, Río Tajo, salinas de La Inesperada, Ocentejo
Lugares visitados:
Canales del Ducado
Río Ablanquejo
Junta de los ríos
Río Tajo
Salinas de La Inesperada.
Altos de La Coja
Pico Alar 1.092 m.
Vista del Hundido de Armallones
Ocentejo

Comentario:
¡Excitante, Emocionante, Impresionante! Este podría ser el comentario y la conclusión de la ruta de hoy. No obstante, no me resisto a explicar las razones de estas conclusiones.
Hemos comenzado la marcha a las 10 de la mañana en Canales del Ducado, bebiendo agua de su estupenda fuente que tiene un letrero de agua vigilada. Nos hemos encaminado por el paraje de El Vallejo, hacia el Barranco del Ceño que, deberá bajarnos hasta el Río Ablanquejo. Tras pasar por un cobertizo al que rodea el camino, ya se ha puesto de manifiesto la gran diferencia del paisaje entre la zona alta, y la violencia del paisaje del barranco, que hemos debido bajar por diversos zigzags.
Abajo, hemos entrado en el valle, (cañón), del río Ablanquejo. Caudaloso, transparente, suave en su discurrir, pero enseguida se torna cantarín, con corrientes saltos y rápidos. Nuestra marcha es por el margen derecho. En gran parte del recorrido, el camino va tan cerca del río que es necesario pisar las hierbas y los juncos con cuidado de no entrar en el agua, no hay duda de que este tramo del camino es excitante y emocionante. Un poco más abajo, hay que colocar los pies en algunas piedras que sobresalen del río y además agarrarse a las rocas laterales para avanzar, aquí ya comienza a tornarse en impresionante. Al menos en dos ocasiones, sobre todo a partir de la última curva del rio antes de su desembocadura, hemos de trepar por la ladera, buscando un camino superior. El río tiene ahora más cascadas y rápidos y es mucho más bullicioso, pero siempre se conserva especialmente transparente.
Al llegar a su final, no nos resistimos a ver su desembocadura, la junta de los ríos. Esto si es impresionante, ¡que fuerzas de la naturaleza! El Ablanquejo, con sus avenidas, ha creado una isla en el centro del río Tajo, dividiéndose este último en dos. El Ablanquejo entra con gran fuerza, mezclándose las aguas en un espectáculo sin igual. Tras ser testigos de este espectáculo, retrocedemos un trozo del camino, para enfocarnos por la margen derecha del Tajo.
Un poco más abajo, el Tajo baja manso, caudaloso, señorial, impresionante. Continuamos camino por las lastras del margen derecho, un buen tramo, hasta llegar a las salinas de La Inesperada. Aquí, un edificio en ruinas es el testigo en el tiempo de lo que fue una explotación salina. En su bonita explanada, donde se evaporaba el agua, paramos, bebemos y comemos para recuperar fuerzas. El paisaje hasta ahora ha sido muy satisfactorio.
Comenzamos ahora una empinada subida por las cuestas del Picozo hasta llegar a Las Pedrizas, donde hay un edificio que resulta ser el almacén de la sal. Continuamos por la loma del Carrascal, giramos a la izquierda para llegar a los Altillos de la Coja, y los atravesamos para encaminarnos por La Morra y el Morro Cebadero hacia el Pico Alar. Este pico es la zona más alta frente al Hundido de Armallones, desde la que se divisa Absolutamente todo el paisaje, Río Tajo, Hundido de Armallones, Estrecho de La Tormellera, etc. Al llegar, la impresión es tan grande que es necesario esperar unos minutos a que la vista se acostumbre a tal grandiosidad y también que el sentido del equilibrio se adapte para evitar el vértigo que produce, además de la gran altura, el apreciar tanta belleza. En este momento, siento haberme quedado tan corto en los calificativos iniciales de este comentario. Baste decir que el contemplar el vuelo de muchísimos buitres a una altura inferior a la nuestra, es imposible de calificar desde el punto de vista de la belleza y majestuosidad.
Comemos y bebemos en tan singular espacio y retornamos por el camino hasta encontrar un portillo que rompiendo el acantilado de rocas nos permita bajar hasta Ocentejo. Encontramos el camino que, en cuanto comenzamos el descenso también nos produce gran impresión. Es muy vertical, en algunos lugares con cierto peligro. Procuramos seguir la senda perfectamente marcada con hitos de piedras, que a veces nos lleva por el centro de la vaguada y a veces nos saca a un lateral por ser el centro intransitable. Dura bajada que tras mucha paciencia nos lleva a Ocentejo, pueblo que nos causa una excelente impresión y que resulta ser el fin de nuestra ruta.
Hemos andado 16,92 Km llenos de dificultades y belleza. Hemos realizado una subida acumulada de 515 metros y unas bajadas de 719 metros.
Seguro que repetiremos esta ruta.