Cañón de Añisclo, de San Úrbez a La Ripareta y Molino de Aso

El cañón de Añisclo es uno de los cuatro valles que conforman el Parque Nacional del Ordesa y Monte Perdido, junto con el valle de Ordesa, las Gargantas de Escuaín y la cabecera del valle de Pineta.

La cabecera de este valle se sitúa en el collado de Añisclo, entre el Monte Perdido y la Sierra de las Sucas, paso a 2500 metros de altitud que comunica con el Valle de Pineta.
Todo su recorrido se conforma en un impresionante cañón, que en su cabecera tiene un circo glaciar pero que posteriormente se encajona en un profundo surco fruto de la acción kárstica del agua del río sobre la roca caliza, en una sucesión de cascadas, toboganes y pasos muy angostos bajo gigantescas murallas a ambos lados.

Debido a la gran humedad y casi permanente sombra, la vegetación en todo el recorrido crece tupida y llega a formar bosques como el de Selva Plana, creciendo gigantescas hayas y abetos en ocasiones en lugares inverosímiles, agarrándose las raíces en la escasa tierra que disponen para su desarrollo.

A la altura de la ermita de San Úrbez, el cañón del río Bellos se encajona más si cabe y toma dirección NW-SE hasta la localidad de Escalona. En ese tramo está la carretera de acceso al valle y el pequeño estacionamiento de unas 16 plazas que será nuestro punto de partida. Conviene, por tanto, subir pronto si se desea tener el coche lo mas cerca posible del punto de inicio.

El recorrido a realizar es muy sencillo, se trata de bajar por un sendero perfectamente señalizado hasta el puente sobre el río Bellos, cruzar por el mismo (Hay dos puentes, el antiguo muy hermoso de hechura en piedra como románico y el nuevo de hormigón) y avanzar hasta el ermita de San Úrbez.

Visitada la ermita rupestre, seguimos la senda del valle adentrándonos en un cañón espectacular en todo su recorrido, pasando junto a cascadas, siempre a nuestro lado el curso del agua y rodeados de frondosísima vegetación, de un verdor primaveral casi embriagador, y el atronador rugido del agua proveniente del deshielo en un 80 por ciento del recorrido. Sólo nos libraremos del rugido de las sucesivas cascadas cuando se asciende en fuerte pendiente hasta la Selva Plana, quedando el río mucho mas abajo y por tanto evitando el sonoro caudal.

Los puntos que se suceden tienen diversos nombres que permiten identificar el punto hasta el cual vamos llegando: Cumaz, Selva Plana y finalmente La Ripareta, punto de retorno ya que la distancia recorrida es más que suficiente para disfrutar del valle.

Para los más avezados se puede continuar hasta la llamada Fuen Blanca, un manantial muy hermoso que todavía no he podido ver nunca salvo en fotos.

De regreso, cerca de San Úrbez se encuentra un desvío para visitar la cascada y el Molino de Aso, que no nos quisimos perder.