163. Cañón del Ebro entre Pesquera y el Rudrón
near Pesquera de Ebro, Castilla y León (España)
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Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 37 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 55 metros (algo inferior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
El impacto llegó en diferido. Hacía sólo 6 días que habíamos hecho una excursión cercana (*). Fue bordeando el cañón y los meandros del Ebro entre las proximidades de Quintanilla-Escalada y Pesquera de Ebro. Pero siempre por arriba y por su lado norte.
En esa ocasión, para recorrer esa parte, elegimos la carretera BU-V-5143 (desierta), en lugar del sendero por el fondo de la cortadura. Pretendíamos así evitar los previsibles charcos y terreno embarrado junto al río tras muchos días de lluvia.
Entonces, desde la carretera, los paredones interiores se entreveían a ratos; el lecho, sólo desde los miradores. Fue suficiente para que nos diéramos por bien retribuidos. Nos dijimos que la carretera había sido una opción provechosa.
Aparentemente, todo había terminado ahí. Además, bastante tiempo atrás, ya habíamos recorrido el cañón por la otra vertiente desde Cortiguera a Valdelateja, por encima; y también un poco de su embocadura, por debajo, desde esta última localidad.
Satisfechos, pues; en apariencia…. Pero no; un par de días después empezó el hormiguillo interior. Viendo las fotos hechas desde arriba, los profundos cortados de la garganta, angosta y revirada (a veces; otras, un tajo rectilíneo), se nos despertó un ansia:
“Hay que ir y sumergirse en los tuétanos y el alma de esa maravilla natural. No vale con contemplarla en perspectiva, desde el palco. Hay que vivirlo; dejar que su soledad y su grandeza te impregnen. Y mejor en un día gris; sin adornos. Si hay barro, nos apañaremos; la lluvia, la capearemos…. Más intensidad para la experiencia”.
Un deseo irrefrenable. Fuerte rebote con retardo; un culatazo inesperado. ¡Qué sería de la razón (‘¡ay, que puede estar embarrado, mojado, o hacer frío, o estar nublado, o…haber monstruos!’) sin la pasión para encarar escollos (‘¡a la… las contrariedades!’)!
Cargados de ánimo íbamos. A ver….
LA RUTA
24 horas después de escribir el ‘Preámbulo’ nos pusimos en marcha. El día amanecía ceniciento oscuro; y así continuó toda la mañana. Un fuerte viento barrenaba el Cañón del Ebro. Le seguimos oyendo ulular o bufar entre las rocas y los árboles a rachas, según la orientación de las hoces. Pero no llovió y los senderos se mantuvieron firmes.
Partimos de Pesquera de Ebro con intención de llegar por la margen izquierda del Ebro hasta el punto en el que sobre él desemboca el río Rudrón. Luego volveríamos por el mismo camino, con ligeros desvíos, alejándonos o acercándonos a la orilla a voluntad.
Constituye este itinerario una parte del GR-99 o Camino Natural del Ebro. No tiene complejidad alguna; no es posible salirse de él. No requiere, pues, una descripción detallada. Es muy fácil de seguir en términos de orientación y el perfil es llano.
El suelo del sendero, senda, o pista, según, se mantiene bastante seco; o sólo ligeramente húmedo, pero no encharcado ni embarrado. Parece preparado para soportar la lluvia. El terreno es sólido y en muchos tramos está blandamente alfombrado de finas hojas.
Es posible, a trechos, alternar la senda principal con los senderos de pescadores en la misma orilla. Eso hicimos. Además, para mayor diversidad, extendimos el regreso: Dimos un provechoso rodeo por la vega de Pesquera, siguiendo el curso del río.
Como alternativa, la ruta se podría iniciar en Quintanilla-Escalada. Pero los mayores alicientes no comienzan hasta 3 km después, en la desembocadura del Rudrón, cuando el cañón se cierra y se forman los hocinos. Además, así se alargaría la ruta al menos 6 km.
A pesar de ser un itinerario de ida y vuelta, esencialmente, no sacia. El regreso parece prácticamente nuevo con respecto a la ida: perspectivas diferentes, inversión en el curso del río, luminosidad diferente (por la hora del día), etc.
DESTACADO
(1)La Magia del Ambiente pos-Otoñal:
Poco más de un día después de comenzado el invierno, la colorida vestimenta otoñal había desaparecido. Apenas alguna planta aislada conservaba variedad cromática.
Todo lo demás estaba cubierto por un sayal de verdes pálidos, o verdes oliváceos, o verdes plateados, o llanamente grises, el de los troncos, ramas y varales ya desnudos de hojas.
El Ebro, contagiado, reflejaba esos mismos tonos apagados. Sólo el musgo de las rocas o la hierba de las zonas más húmedas y con tierra fértil exhibía lustre y vivacidad.
El cielo plúmbeo acentuaba la complaciente melancolía que impregnaba ese entorno. Con ello contábamos; a eso íbamos. Ya vendrían días luminosos para expansionar el espíritu…. Ahora tocaba fortalecerlo hacia adentro.
(2) El Río Ebro y el Cañón (y sus múltiples alicientes):
Hacía una semana escasa, contemplábamos desde arriba la hendidura labrada por el Ebro. Pensé entonces cómo sería sumergirse entre aquellos abruptos paredones en el apretado desfiladero. Imaginé una sensacional experiencia de soledad. Lo fue. Allí no echamos de menos otros mundos.
Es fuerte el contraste entre los escalonados acantilados y el río que los une por su base. Aquellos, con ásperas rugosidades, cuevas y salientes. Éste, a veces liso y manso; otras, revoltoso, creando pequeños saltos. Los muros rocosos de aquellos hacen de caja de resonancia de los murmullos de la corriente.
Una colonia de buitres hacía su ronda arriba de los roquedos, en aerodinámico silencio. Un par de garzas de color oscuro alzaron el vuelo sobre las aguas a nuestro paso. El sonido de su aleteo se fundió con el susurro del viento y el rumor del agua.
Los acantilados, rocosos en su parte superior y en los escalones intermedios, cobijan una espesa vegetación. A lo largo de muchos tramos de la senda se camina bajo cubierta vegetal; como a través de una galería donde los árboles se curvan hacia el río.
La ermita de Nuestra Señora de Ebro añade capital cultural entre tan excelsa naturaleza. Aún sin la raigambre histórica y artística de otras ermitas, es un muy digno tributo a este entorno.
No lejos de ella, la central hidro-eléctrica ‘El Porvenir’ desentona, pero cumple su función. Allí sigue derruida la pasarela al otro lado del río, por causa de una crecida en 2019 (–“¿Y los impuestos?’. –“A San-Edu". –"¡Ah, menos mal! Creía que eran para comprar otra cosa…”).
A un tiro de piedra de la central, una cascada entre el canal y el río proporciona un bello contraste. Entiendo que no es estrictamente natural, pero da muy bien el pego, como si lo fuera.
En el otro extremo, al noreste de Pesquera, el cañón se abre a una vega y el Ebro se remansa y ensancha. Fue una buena idea extender y finalizar la ruta en esa parte, no prevista en principio. En la revuelta del río, un peñón picudo y rojizo, atípico, aporta un sello distintivo.
Del río Rudrón no hablaré aquí (estaba en el plan de ruta llegar hasta su desembocadura sobre el Ebro). Merece un capítulo propio en esta crónica. Será en la Anécdota (debajo).
(3) Pesquera de Ebro:
Ya me he referido a varios de los atractivos de Pesquera en dos rutas recientes (* y **). Sus alojamientos rurales atestiguan la merecida atención que la zona suscita. Aunque eso debe ser en época vacacional. En esta ocasión, sus calles estaban desiertas. Era la tercera vez en tres semanas por allí; lo cruzamos sin detenernos.
Es inevitable, no obstante, enumerar al menos algunos de sus puntos de interés: las magníficas casas solariegas de piedra, sus fachadas ricamente blasonadas, el soberbio puente medieval y la ermita de San Antonio, el impactante crucero de doble cara frente a la iglesia (afeada ésta por el cablerío y los cubos de basura).
ANÉCDOTA
“¡¿Cómo nos pudo ocurrir?!”
El Rudrón es un río noble. Ahí están sus profundos virajes compitiendo con los del propio Ebro. Señales de su tenaz historia geológica. Aparte, al final del estío, he visto secarse (o casi) a muchos ríos con nombre; mientras, el Rudrón mantenía su caudal. No diré, pues, que este gran río me sea indiferente.
Conocíamos el Rudrón a lo largo de gran parte de sus 42 km. Desde abajo, recorriendo sus orillas, y por arriba, oteándolo desde las moles que enmarcan sus quebradas. Habíamos estado incluso en su desembocadura sobre el Ebro, al noreste de Valdelateja, por el otro lado, en su margen derecha (sur).
Precisamente, hasta ese punto en el que el Rudrón se abandona generoso en el seno del Ebro pretendíamos extender esta ruta ahora, pero por su margen izquierda (norte). Llegados al km 7, tuve la certeza de haber alcanzado el destino de nuestra peregrinación.
Allí, el Ebro bajaba por el noroeste. En cambio, por el oeste, a unos 45 grados, lateralmente, dos brazos briosos desaguaban en el cauce principal, con pequeñas cascadas. “!Ahí lo tenemos!”. …Era el Rudróoon….
Descendí hasta el cauce atravesando la apretada fronda; no sin dificultades y sí acarreando más de un rasponazo. Había que dejar constancia fotográfica del momento y el lugar; especiales.
Pletórico, disfruté del re-encuentro unos minutos intemporales. Era como un viejo amigo; compañero de algunas fatigas y muchas satisfacciones pasadas. “¡Misión cumplida…!”.
Algo más de 1 km después, la tormenta emocional aminoró y el juicio frío fue tomando el control. O quizá fue el espíritu del Rudrón el que me envió un aviso…. “¿Estás seguro de que…?”. “…Bueno, ahí no hay ningún otro río. ¿’Quién’ iba a ser si no el Rudrón?”.
De haber conocido en ese momento la realidad, habría vuelto sobre mis pasos, sin importar los más de 2 km extra. …Más tarde, ya en casa, comprobé que (al parecer) nos habían faltado 300 y pocos metros para alcanzar ‘las fuentes del Nilo’, el punto de fusión de ambos ríos. (‘Aviso para navegantes…’).
¡Ay, río Ebro, envidiosillo de tu aventajado y elegante afluente! ¡Cómo me engañaste, trilero! Eras tú mismo. Disfrazado de Rudrón. Con ‘brazos’ que te sacaste de la manga.
Aunque casi me niego a creerlo….
RUTAS CERCANAS
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/entre-turzo-y-pesquera-de-ebro-perimetrando-las-hoces-121391774
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valle-de-zamanzas-120353840
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-huidobro-a-cortiguera-83300200
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canon-del-rudron-de-san-felices-a-valdelateja-99377494
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canones-del-alto-ebro-desde-escalada-97422772
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 37 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 55 metros (algo inferior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
El impacto llegó en diferido. Hacía sólo 6 días que habíamos hecho una excursión cercana (*). Fue bordeando el cañón y los meandros del Ebro entre las proximidades de Quintanilla-Escalada y Pesquera de Ebro. Pero siempre por arriba y por su lado norte.
En esa ocasión, para recorrer esa parte, elegimos la carretera BU-V-5143 (desierta), en lugar del sendero por el fondo de la cortadura. Pretendíamos así evitar los previsibles charcos y terreno embarrado junto al río tras muchos días de lluvia.
Entonces, desde la carretera, los paredones interiores se entreveían a ratos; el lecho, sólo desde los miradores. Fue suficiente para que nos diéramos por bien retribuidos. Nos dijimos que la carretera había sido una opción provechosa.
Aparentemente, todo había terminado ahí. Además, bastante tiempo atrás, ya habíamos recorrido el cañón por la otra vertiente desde Cortiguera a Valdelateja, por encima; y también un poco de su embocadura, por debajo, desde esta última localidad.
Satisfechos, pues; en apariencia…. Pero no; un par de días después empezó el hormiguillo interior. Viendo las fotos hechas desde arriba, los profundos cortados de la garganta, angosta y revirada (a veces; otras, un tajo rectilíneo), se nos despertó un ansia:
“Hay que ir y sumergirse en los tuétanos y el alma de esa maravilla natural. No vale con contemplarla en perspectiva, desde el palco. Hay que vivirlo; dejar que su soledad y su grandeza te impregnen. Y mejor en un día gris; sin adornos. Si hay barro, nos apañaremos; la lluvia, la capearemos…. Más intensidad para la experiencia”.
Un deseo irrefrenable. Fuerte rebote con retardo; un culatazo inesperado. ¡Qué sería de la razón (‘¡ay, que puede estar embarrado, mojado, o hacer frío, o estar nublado, o…haber monstruos!’) sin la pasión para encarar escollos (‘¡a la… las contrariedades!’)!
Cargados de ánimo íbamos. A ver….
LA RUTA
24 horas después de escribir el ‘Preámbulo’ nos pusimos en marcha. El día amanecía ceniciento oscuro; y así continuó toda la mañana. Un fuerte viento barrenaba el Cañón del Ebro. Le seguimos oyendo ulular o bufar entre las rocas y los árboles a rachas, según la orientación de las hoces. Pero no llovió y los senderos se mantuvieron firmes.
Partimos de Pesquera de Ebro con intención de llegar por la margen izquierda del Ebro hasta el punto en el que sobre él desemboca el río Rudrón. Luego volveríamos por el mismo camino, con ligeros desvíos, alejándonos o acercándonos a la orilla a voluntad.
Constituye este itinerario una parte del GR-99 o Camino Natural del Ebro. No tiene complejidad alguna; no es posible salirse de él. No requiere, pues, una descripción detallada. Es muy fácil de seguir en términos de orientación y el perfil es llano.
El suelo del sendero, senda, o pista, según, se mantiene bastante seco; o sólo ligeramente húmedo, pero no encharcado ni embarrado. Parece preparado para soportar la lluvia. El terreno es sólido y en muchos tramos está blandamente alfombrado de finas hojas.
Es posible, a trechos, alternar la senda principal con los senderos de pescadores en la misma orilla. Eso hicimos. Además, para mayor diversidad, extendimos el regreso: Dimos un provechoso rodeo por la vega de Pesquera, siguiendo el curso del río.
Como alternativa, la ruta se podría iniciar en Quintanilla-Escalada. Pero los mayores alicientes no comienzan hasta 3 km después, en la desembocadura del Rudrón, cuando el cañón se cierra y se forman los hocinos. Además, así se alargaría la ruta al menos 6 km.
A pesar de ser un itinerario de ida y vuelta, esencialmente, no sacia. El regreso parece prácticamente nuevo con respecto a la ida: perspectivas diferentes, inversión en el curso del río, luminosidad diferente (por la hora del día), etc.
DESTACADO
(1)La Magia del Ambiente pos-Otoñal:
Poco más de un día después de comenzado el invierno, la colorida vestimenta otoñal había desaparecido. Apenas alguna planta aislada conservaba variedad cromática.
Todo lo demás estaba cubierto por un sayal de verdes pálidos, o verdes oliváceos, o verdes plateados, o llanamente grises, el de los troncos, ramas y varales ya desnudos de hojas.
El Ebro, contagiado, reflejaba esos mismos tonos apagados. Sólo el musgo de las rocas o la hierba de las zonas más húmedas y con tierra fértil exhibía lustre y vivacidad.
El cielo plúmbeo acentuaba la complaciente melancolía que impregnaba ese entorno. Con ello contábamos; a eso íbamos. Ya vendrían días luminosos para expansionar el espíritu…. Ahora tocaba fortalecerlo hacia adentro.
(2) El Río Ebro y el Cañón (y sus múltiples alicientes):
Hacía una semana escasa, contemplábamos desde arriba la hendidura labrada por el Ebro. Pensé entonces cómo sería sumergirse entre aquellos abruptos paredones en el apretado desfiladero. Imaginé una sensacional experiencia de soledad. Lo fue. Allí no echamos de menos otros mundos.
Es fuerte el contraste entre los escalonados acantilados y el río que los une por su base. Aquellos, con ásperas rugosidades, cuevas y salientes. Éste, a veces liso y manso; otras, revoltoso, creando pequeños saltos. Los muros rocosos de aquellos hacen de caja de resonancia de los murmullos de la corriente.
Una colonia de buitres hacía su ronda arriba de los roquedos, en aerodinámico silencio. Un par de garzas de color oscuro alzaron el vuelo sobre las aguas a nuestro paso. El sonido de su aleteo se fundió con el susurro del viento y el rumor del agua.
Los acantilados, rocosos en su parte superior y en los escalones intermedios, cobijan una espesa vegetación. A lo largo de muchos tramos de la senda se camina bajo cubierta vegetal; como a través de una galería donde los árboles se curvan hacia el río.
La ermita de Nuestra Señora de Ebro añade capital cultural entre tan excelsa naturaleza. Aún sin la raigambre histórica y artística de otras ermitas, es un muy digno tributo a este entorno.
No lejos de ella, la central hidro-eléctrica ‘El Porvenir’ desentona, pero cumple su función. Allí sigue derruida la pasarela al otro lado del río, por causa de una crecida en 2019 (–“¿Y los impuestos?’. –“A San-Edu". –"¡Ah, menos mal! Creía que eran para comprar otra cosa…”).
A un tiro de piedra de la central, una cascada entre el canal y el río proporciona un bello contraste. Entiendo que no es estrictamente natural, pero da muy bien el pego, como si lo fuera.
En el otro extremo, al noreste de Pesquera, el cañón se abre a una vega y el Ebro se remansa y ensancha. Fue una buena idea extender y finalizar la ruta en esa parte, no prevista en principio. En la revuelta del río, un peñón picudo y rojizo, atípico, aporta un sello distintivo.
Del río Rudrón no hablaré aquí (estaba en el plan de ruta llegar hasta su desembocadura sobre el Ebro). Merece un capítulo propio en esta crónica. Será en la Anécdota (debajo).
(3) Pesquera de Ebro:
Ya me he referido a varios de los atractivos de Pesquera en dos rutas recientes (* y **). Sus alojamientos rurales atestiguan la merecida atención que la zona suscita. Aunque eso debe ser en época vacacional. En esta ocasión, sus calles estaban desiertas. Era la tercera vez en tres semanas por allí; lo cruzamos sin detenernos.
Es inevitable, no obstante, enumerar al menos algunos de sus puntos de interés: las magníficas casas solariegas de piedra, sus fachadas ricamente blasonadas, el soberbio puente medieval y la ermita de San Antonio, el impactante crucero de doble cara frente a la iglesia (afeada ésta por el cablerío y los cubos de basura).
ANÉCDOTA
“¡¿Cómo nos pudo ocurrir?!”
El Rudrón es un río noble. Ahí están sus profundos virajes compitiendo con los del propio Ebro. Señales de su tenaz historia geológica. Aparte, al final del estío, he visto secarse (o casi) a muchos ríos con nombre; mientras, el Rudrón mantenía su caudal. No diré, pues, que este gran río me sea indiferente.
Conocíamos el Rudrón a lo largo de gran parte de sus 42 km. Desde abajo, recorriendo sus orillas, y por arriba, oteándolo desde las moles que enmarcan sus quebradas. Habíamos estado incluso en su desembocadura sobre el Ebro, al noreste de Valdelateja, por el otro lado, en su margen derecha (sur).
Precisamente, hasta ese punto en el que el Rudrón se abandona generoso en el seno del Ebro pretendíamos extender esta ruta ahora, pero por su margen izquierda (norte). Llegados al km 7, tuve la certeza de haber alcanzado el destino de nuestra peregrinación.
Allí, el Ebro bajaba por el noroeste. En cambio, por el oeste, a unos 45 grados, lateralmente, dos brazos briosos desaguaban en el cauce principal, con pequeñas cascadas. “!Ahí lo tenemos!”. …Era el Rudróoon….
Descendí hasta el cauce atravesando la apretada fronda; no sin dificultades y sí acarreando más de un rasponazo. Había que dejar constancia fotográfica del momento y el lugar; especiales.
Pletórico, disfruté del re-encuentro unos minutos intemporales. Era como un viejo amigo; compañero de algunas fatigas y muchas satisfacciones pasadas. “¡Misión cumplida…!”.
Algo más de 1 km después, la tormenta emocional aminoró y el juicio frío fue tomando el control. O quizá fue el espíritu del Rudrón el que me envió un aviso…. “¿Estás seguro de que…?”. “…Bueno, ahí no hay ningún otro río. ¿’Quién’ iba a ser si no el Rudrón?”.
De haber conocido en ese momento la realidad, habría vuelto sobre mis pasos, sin importar los más de 2 km extra. …Más tarde, ya en casa, comprobé que (al parecer) nos habían faltado 300 y pocos metros para alcanzar ‘las fuentes del Nilo’, el punto de fusión de ambos ríos. (‘Aviso para navegantes…’).
¡Ay, río Ebro, envidiosillo de tu aventajado y elegante afluente! ¡Cómo me engañaste, trilero! Eras tú mismo. Disfrazado de Rudrón. Con ‘brazos’ que te sacaste de la manga.
Aunque casi me niego a creerlo….
RUTAS CERCANAS
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/entre-turzo-y-pesquera-de-ebro-perimetrando-las-hoces-121391774
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valle-de-zamanzas-120353840
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-huidobro-a-cortiguera-83300200
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canon-del-rudron-de-san-felices-a-valdelateja-99377494
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/canones-del-alto-ebro-desde-escalada-97422772
Waypoints
Panorama
2,073 ft
3
River
2,108 ft
18
'Supuestamente', el desagüe del río Rudrón sobre el Ebro. Las 'ganas' de que fuera así me nublaron la mente en aquél momento. Aunque aún me resisto a aceptarlo, creo que ese punto (la desembocadura) se hallaba 300 metros más allá, río arriba. Pero antes nos volvimos 'satisfechos' sin haberlo confirmado.
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