Cañón del Río Lobos.

Visitar Soria en pocos días es un objetivo que pronto conduce al desánimo. El único remedio que funciona bien es pensar en cómo volver para seguir explorando los muchos lugares interesantes que naturaleza, historia y la antropización del entorno han creado para cautivar nuestra atención. Tras dos días de estancia por estas tierras las siguientes rutas a realizar han sido una elección difícil, que ha sido influenciada fuértemente por la climatología de las zonas altas y el deseo de maximizar el número de lugares que queríamos visitar. Ayer, a última hora, decidimos que el destino para hoy sería el Cañón del Río Lobos y las vecinas tierras del obispado de Osma.
Visitar el Cañón del Río Lobos tiene una premisa indispensable, en nuestra opinión. Antes de iniciar el recorrido por el interior del cañón es necesario subir al Mirador de La Galiana. Desde allí, donde se disfruta de una extraordinaria visión de conjunto del Cañón y su entorno, es muy fácil hacerse una idea exacta de lo que nos espera. Luego se puede optar por muchas variantes de recorrido, casi todas excelentes, aunque hoy hemos escgido hacer un recorrido flexible, y estirable a voluntad, en ida y vuelta por la parte más visitada del Cañón, entre el nacimiento del río Ucero y los meandros que se encuentran una vez pasadas la Ermita y las Cuevas de San Bartolomé. Es un recorrido llano, sin dificultad técnica apreciable, que se puede hacer en familia pero también en solitario, o en grupos dirigidos por expertos medioambientales.
El punto donde comenzamos a caminar está en el último aparcamiento antes de la ermita, en Valdecea (dejamos antes otro coche en el inicio del cañón, en el aparcamiento de Fuente Engómez, muy cerca del nacimiento del río Ucero, con la idea de facilitar que uno de nosotros, que tenía que marcharse, pudiera hacerla lo más pronto posible, pero al final hemos dejado la ruta limitada a esa parte porque sólo uno de nosotros fué a recoger el otro coche). El camino, prácticamente llano, es muy agradable y en un kilómetro nos lleva hasta el paraje de la Ermita de San Bartolomé, tras atravesar por un puente el río Lobos. Es muy notable la pared rocosa situada a la izquierda, en la que se pueden ver varias ventanas naturales tallladas en la piedra, pero la más interesante es la pared de nuestra derecha, a la que se accede por un puente sobre el río Lobos, y donde están las Cuevas de San Bartolomé; hace bastantes años, cuando vine por primera vez a verlas, había un gran número de murciélagos, pero ahora no hemos visto ninguno.
Seguimos después unos cientos de metros, por el meandro que hace el río por encima de la Ermita, y que es otra zona muy bonita, y a continuación emprendemos la vuelta por el mismo camino hasta la Ermita, para luego continuar por la derecha del río, sin cruzarlo, siguiendo el itinerario de la senda Gullurías por una corta distancia, para luego separarnos y continuar por un camino no asfaltado, pero bien definido y cómodo, hacia Valdecea. A partir de aquí el camino sigue en la vecindad del río hacia la Cueva Fría y luego al área recreativa de la Fuente Engómez, vecina a los riscos donde se considera que nace el río Ucero. Este es el camino más cómodo a pie y se puede completar, si se desea hacer una ruta circular, con la subida por la pista asfaltada que lleva hasta la Cueva Fría y luego a Valdecea, o con la antes citada senda Gullurías (esta última en una ruta más amplia que sube por los cerros vecinos).
En conjunto, una futa muy fácil y cómoda, que permite hacerse una buena idea de lo que es el Cañón y visitar los parajes más conocidos de su entorno.