Carande - Valle de Salio

Con los primeros días del otoño, la berrea y la gran variedad cromática del paisaje hacen acto de presencia. Y una de las zonas más bonitas para disfrutar es la zona de Riaño, llena de montañas y bosques de ensueño, ideal para perderse unas horas y disfrutar de la naturaleza. Carande, un pequeño pueblo superviviente, nos puede brindar todos estos alicientes!

INICIO:

El comienzo de la ruta lo tendremos en Carande, pueblo al que llegamos a lo largo de la carretera que se dirige hacia Riaño. Tras desviarnos en coche, aparcamos en el centro del pueblo, donde vemos suficiente espacio para dejar el vehículo.

DESCRIPCIÓN:

La idea es recorrer el Valle de Salio, cruzando bosques preciosos e intentando ver y escuchar al ciervo. Nos preparamos bien para iniciar la jornada y comenzamos a caminar hacia el sur, siguiendo un desvío y dejando atrás Carande. Los primeros pasos los damos a lo largo de una pista forestal sin complicaciones.

El día es muy bueno para caminar, no hace ni frío ni calor, así que se está muy a gusto. Seguimos otro desvío más para iniciar el corto y exigente tramo en ascenso que se dirige hacia las antenas. Dafne va dormidina y empezamos a escuchar al ciervo! Absoluto silencio... También empezamos a encontrar zonas más boscosas, con gran variedad de árboles.

Completada la primera parte del ascenso, llegamos a un pequeño collado, donde continuamos con el mismo rumbo. Las vistas son muy bonitas, pudiendo divisar el Pico Gilbo y Peñas Pintas, montaña que no vemos por la nubosidad que hay.

Seguimos el trazado adentrándonos en un precioso robledal, lugar donde seguimos escuchando al ciervo. Alguno se encuentra muy cerca, pero no conseguimos ver ningún ejemplar.

Ya hemos finalizado la subida, corta y pindia! La altura ganada nos brinda unas vistas muy bonitas hacia la Sierra de Riaño. Iniciamos el descenso y comenzamos a ver ejemplares de hayas, un bosque precioso y que vamos disfrutando muchísimo!

Continuamos la ruta en descenso, sin mayores complicaciones. El hayedo va dando paso a una zona más abierta, donde encontramos una fuente. Apenas un hilo de agua... El entorno es precioso! Aparece el majestuoso Pico Espigüete!

Dafne se cansa de la mochila y decide andar, así que perfecto. EL ritmo es algo más lento, pero lo disfrutamos mucho. La pista forestal no tiene complicación ninguna. Llegamos a la Caseta de Enar, donde debemos desviarnos para seguir por la senda que recorre el Valle de Salio.

Completado el descenso, llegamos nuevamente a un desvío. El valle se abre y debemos girar hacia la izquierda. Cruzamos un puente, vemos una fuente, también con un hilo de agua, y seguimos hacia el norte, rumbo a las Invernales de Salio, nuestro siguiente hito en el camino.

Tras 5 kilómetros de ruta, de momento muy bien señalizada y sin dificultades, llegamos a las Invernales de Salio, donde nos encontramos con un lugareño. El valle se estrecha y debemos rodear la ladera que tenemos a nuestra izquierda. Atención para seguir la senda buena!

Llegamos a la altura de una de las lenguas del Embalse de Riaño, aunque se encuentra seca y no tenemos problemas en caminar. La idea es ir a media ladera a lo largo de un estrecho sendero. No es necesario ganar altura, por lo que el camino es bastante evidente.

Finalizado este tramo, nos adentramos en un pequeño hayedo. Lo cruzamos y acabamos a la altura del Valle Pujedo. Aquí mismo, en el valle, veremos la última marca de ruta visible. A partir de este punto, sin ningún tipo de señalización ni hito, habrá que apañárselas para conectar con la pista forestal que nos devuelve a Carande, cerca de la Collada de la Carrizosa.

Ante la falta de marcas para seguir, echamos un ojo al mapa, con el fin de ver por dónde avanzar mejor. Parece que la mejor opción será pasar por un pequeño collado, a la altura del punto en el que el Valle Pujedo se estrecha y gira hacia el Cueto de Valdecolina. Por tanto, continuamos el Valle Pujedo y empezamos a ganar altura hasta llegar al collado.

Desde el collado, debemos descender por el hayedo, rumbo al Embalse de Riaño. El descenso es pindio y siempre tendremos que buscar los pequeños senderos y trochas que vemos. No tiene demasiada dificultad, pero será un punto a tener en cuenta, siendo más cómoda la bajada en zig-zag. Dafne de la mano de su papi y dando consejos para bajar con cuidado! En pocos minutos y con la debida atención, llegamos a la altura del embalse.

Una vez en el Embalse de Riaño, se acabaron los problemas, aunque seguimos sin ver ningún tipo de señalización. La idea será ir remontando los pocos metros de desnivel que nos separan de varios senderos que se dirigen hacia la Collada de la Carrizosa. Cuando llegamos a la altura de dichos senderos, volvemos a ver la ruta señalizada. Vistas espectaculares del Pico Yordas y del Pico Gilbo, dos emblemas de la Sierra de Riaño.

Disfrutando de las vistas que tenemos de la zona, llegamos a la Collada de la Carrizosa, donde ya sólo nos resta continuar por la pista forestal hacia Carande, paseando tranquilamente y disfrutando del maravilloso entorno que nos rodea!

La pista forestal, en su parte final, llega a la altura de una fuente y un arroyo que cruzamos a lo largo de un pequeño puente de hormigón. Dafne se divierte tirando alguna piedra al arroyo! Ya estamos cerca de Carande!

Finalmente, tras unos minutos más, llegamos a la calle donde habíamos dejado el coche en Carande y donde ponemos punto y final a la ruta.

CONCLUSIÓN:

Los bosques y valles cercanos a Carande son preciosos, y la prueba de ello es la magnífica ruta que recorre el Valle de Salio. Principalmente, los bosques de robles y hayas serán los protagonistas de una jornada preciosa. Es una pena que la ruta no esté completamente señalizada, faltando marcas en el tramo más complicado de la ruta. Es muy fácil perderse! Por lo demás, un trazado ideal para hacer en familia, disfrutar de la berrea, del otoño y de las montañas que se aprecian desde muchos puntos de la ruta. Muy recomendable!

MÁS INFORMACIÓN:

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Rubén Wanderlust (www.rubenwanderlust.com)