Caravaca de la Cruz y las Fuentes del Marqués

Han sido muchos años pensando en ir a conocer Caravaca de la Cruz y, por fin, llega el tiempo apropiado, tras un intento de visitar La Alcudia y pasar por el Yacimiento de San Esteban. Y me ha encantado esta ruta, aunque debo reconocer que, sobre todo y desde hace muchos años, Caravaca es para mí el pueblo de un médico ilustre, Don Luciano Ferrer, uno de los mejores médicos con los que he tenido la suerte de colaborar a lo largo de tantos años. El fue la primera persona que me habló de Caravaca, de la belleza de su entorno y de la excelencia de sus monumentos, en las profundidades de ese Reino de Murcia donde la historia no escrita o interpretada (lo que cada vez me parece mucho más apropiado que el término Prehistoria) comienza muchos años antes que en otros sitios.
En su término municipal está la Cueva Negra, donde se conservan los restos de los fuegos más antiguos del Paleolítico europeo. Mucho más céntrico, en el mismo núcleo urbano de Caravaca, se han encontrado restos de un enterramiento masivo del Calcolítico, el mayor de España y uno de los más grandes de Europa, del tercer milenio a.C. Y en el cerro de La Encarnación se puede encontrar lo que queda de un antiguo templo romano, ahora bajo el santuario cristiano de ese nombre. Pero tal vez lo más notable sea el mismo casco antiguo de Caravaca, medieval, y coronado por los restos de la fortaleza islámica, del siglo X, que fue ocupada después por la Orden del Temple y luego por la de Santiago. En el siglo XIV comenzó una etapa de crisis, que se superó un siglo después, para llegar en el XVI a ser la tercera villa más poblada del Reino de Murcia, coincidiendo con un notable desarrollo urbanístico y monumental del que hoy hemos podido ver numerosas evidencias. Los franceses sitiaron y asolaron el territorio, robando entre otras cosas la custodia de la Cruz de Caravaca.
Llegamos a Caravaca, desde Murcia, por la A-7 y la RM-15 y nos dirigimos hacia el centro en busca de aparcamiento, sin mucho éxito, por lo que tuvimos que retroceder hasta que, en un lateral de la calle de acceso, encontramos un sitio para dejar el coche. Ahí está el comienzo de esta ruta, aunque sería más adecuado empezarla en el Templete, o Capilla del Dolor, frente a la Iglesia Monasterio de Nuestra Señora del Carmen.
Desde ahí nos dirigimos hacia el Cortijo de las Fuentes, por una calle que, al principio no parece augurar nada bueno, pero un cartel parece preparado para ayudarnos a supear esa primera impresión. Dice así: "Sigue caminando y llegarás a un paraje donde reina la magia". Seguimos y llegamos a un Centro Asistencial, poco más adelante nos encontramos con un túnel excavado en la piedra (luego sabremos que estas son las Cuevas del Marqués, y que fueron excavadas en época islámica) y cuando lo atravesamos vemos que está conectado con cuevas y otras bocas laterales, por las que se puede acceder a diferentes puntos de un bosque con grandes encinas pluricentenarias y otras especies arbóreas igualmente de notable tamaño, en su mayoría caducifolias. Pronto encontramos un pequeño arroyo, por el que corre una buena cantidad de agua, que explica la notable vegetación del lugar, enclave húmedo en el seno de una comarca donde no parece llover demasiado. Para entonces resulta muy claro que el sendero que seguimos es uno de tantos en el paraje, algunos de los cuales se continúan por pistas forestales que se internan en las Sierras del Gavilán, al oeste, o.del Buitre, al norte (donde se encuentra la Cueva Negra).
Un indicador nos apunta el lugar del Nacimiento del Arroyo, y para allá vamos. Es una zona donde vemos varios muros de piedra y hay varios grupos de personas sentados al sol. Entre un muro redondeado vemos una gran surgencia de agua, afloramiento de la capa freática de las sierras vecinas, y algunos metros más allá vemos otros afloramientos similares, hasta 4, aunque tal vez de menor volumen estos últimos, y todos juntos forman un auténtico rio que discurre plácidamente por un paisaje de otoñal belleza, donde está muy claro el por qué de la magia lugareña. ¡Bellísimo rincón!. Los lugares donde se producen los afloramientos se conocen como sartenes, y fueron construidas por los árabes. Se considera que este conjunto de manantiales y riachuelos es el mayor de la provincia de Murcia por la cantidad de agua (320 litros por segundo, en promedio), y el mejor por la calidads de las mismas, en la que podemos ver algunos grandes peces nadando. Y el suelo está cubierto en muchos sitios por las hojas caídas típicas de la otoñada.
Seguimos a la vera del riachuelo y una construcción de piedra llama nuestra atención, por encima de las construcciones blancas del cortijo. Es la Torre del Marqués (de los Vélez, aunque los que ordenaron la construcción fueron sus herederos), o Torreón de los Templarios, construída en el siglo XVI sobre una edificación templaria del siglo XIII e incluída en el Patrimonio Histórico Español. Y poco más adelante, siguiendo por un estrecho sendero, bordeamos el lugar de las Cuevas para volver a salir al camino por el que llegamos sin pasar esta vez por el túnel.
Ahora escogeremos irnos por la izquierda, por un camino asfaltado por el que circula algún coche, el Camino de Mairena, por el que vamos directamente hacia la Calle Nueva y luego a la Calle Mayor. Poco después encontraremos una gran Iglesia, la de El Salvador, del siglo XVI y con un notable interior, que merece una visita. El casco urbano muestra en esta zona abundantes, y bien poblados, bares y restaurantes, pero seguimos adelante por las calles de trazado medieval hacia el Museo Arqueológico, antigua Iglesia de la Soledad, actualmente desacralizada, y desde aquí seguimos subiendo hacia el Alcázar, en cuyo interior se ha edificado la Basílica Menor de la Vera Cruz, del siglo XVII, donde se custodia la Cruz de Caravaca y que es uno de los pocos centros que puede celebrar perpetuamente un año jubilar, junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana. Llama la atención la portada barroca de la Basílica, en mármol jaspeado, pero la iglesia actual fué edificada sobre otra medieval, del siglo XIII, donde se custodiaba una reliquia del Lignum Crucis; ya por entonces los creyentes peregrinaban a este lugar, lo que se ha mantenido hasta nuestro tiempo, con algunas interrupciones, como cuando tras la Guerra Civil fué utilizada como campo de concentración.
El Castillo o Alcázar tiene su origen en edificaciones islámicas de los siglos X-XII, pero su configuración moderna es el resultado de las modificaciones realizadas por los templarios tras el establecimiento de la bailía en la segunda mitad del siglo XII, y luego por los Caballeros de la Orden de Santiago.
A la salida del Alcázar seguimos un camino de ronda, que nos lleva al núcleo urbano, donde escogemos seguir por diversas calles medievales, en las que de vez en cuando se encuentran casas blasonadas, hasta acabar llegando a la Gran Vía. Una posibilidad alternativa, que puede ser aconsejable aunque nosotros no la utilizamos, hubiera sido seguir hacia la calle Mayor y bajar por ella, pudiendo ver algunas otras edificaciones de cierta antigüedad como el Convento de San José o el Edificio de la Tercia.
En la Gran Vía paramos en una cafetería para comer algo (esto dejó como resto algunos artefactos en el trazado GPS), para luego seguir hacia la Iglesia del Carmen, la calle San Simón y la Avenida de Juan Carlos I antes de salir a la calle/carretera donde dejamos estacionado el coche, y termina la ruta.
En conjunto una bonita ruta gracias a que incluye dos puntos de gran interés: las Fuentes del Marqués y el centro medieval de Caravaca, con el Alcázar y la Basílica. El resto tiene escaso, si alguno, interés pero esos dos puntos lo valen todo y consideramos nuestro viaje como plenamente justificado y la visita como muy satisfactoria. En estas fechas, de frío aunque lucía el sol, y muy cerca del nucleo urbano en todo momento, se necesita poco, aunque un buen calzado y el abrigo suficiente son muy importantes. El resto se puede encontrar cerca.