Carrascal de Bajil - Puntal de Cárdenas - Rincón de los Huertos - Barco - Dolmen (Moratalla)
near Zaén de Arriba, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Moratalla es un paraíso natural y rural, perfecto para los aficionados al senderismo, la bicicleta, la escalada, la ornitología, y todo lo que tenga que ver con la naturaleza.
Llevo bastante tiempo viniendo a estas tierras, y es imposible aburrirse. Desde luego no es la primera vez que visito el Carrascal de Bajil, el Rincón de los Huertos, el Barco, el Dolmen, y por supuesto las cercanas Cuevas de Zaén.
El hecho de volver aquí se debe, primero, a la belleza del entorno, es de esas rutas que no importa repetir. Pero lo que me ha traído es que quería hacer un par de tramos que no había pisado aún.
Aparco en Bajil. Hoy no voy a subir a las Cuevas de Zaén, tengo que volver a tiempo para recoger a mi pareja en el aeropuerto, así que voy directo al carrascal. Eso sí, no accedo por los Cenajos de Bajil, las casas que hay adosadas a las paredes de enfrente. El paso de tanto senderista ha animado al dueño a poner carteles de propiedad privada por todos lados, así que por la carretera llego a la curva donde hay una casa y tomo el camino de la izquierda.
Antes de que éste gire a derecha veremos un nogal que preside una pequeña balsa de riego, también vallada desde hace un tiempo. Aquí dejo el camino, que ya he recorrido otras veces, y me introduzco por la izquierda, haciendo caso omiso de las placas de privado (no voy a hacer nada malo, sólo caminar).
Quiero recorrer el cinturón rocoso por el borde y aprovechar este balcón sobre el Campo de San Juan. En algunos pasos iremos pegados al precipicio, en otras ocasiones nos tendremos que meter unos metros, y será difícil salir indemne de arañazos, pues en el primer tercio de esta parte de la ruta las vegetación está muy cerrada.
Enseguida acaban las dificultades y el tránsito se hace cómodo. Es una gozada tener a la izquierda el Carrascal de Bajil, un mar de encinas, y a la derecha el Campo de San Juan. Lástima que no haya tenido un día más luminoso.
Sin darnos cuenta hemos llegado al Puntao de Cárdenas, techo de la ruta. Bajamos por un sendero marcado que nos deja en un collado. Aquí es donde haré la otra parte que no conozco: en lugar de bajar al Rincón de los Huertos por el Camino de la Fuente del Escaramujo, buscaré el Barranco de Los Toriles.
Es conveniente llevar el track, ya que al principio no hay sendero (al menos yo no lo vi). Iremos encontrando mojones y una vez en el cauce del barranco todo se hace muy sencillo.
A veces iremos por el mismo lecho, otras el sendero va a uno u otro lado, pero siempre en las entrañas del carrascal. Algunos rincones son mágicos. Cuando llegamos a un salto brusco del barranco, lo sorteamos por la derecha para descender de nuevo a su cauce siguiendo los hitos. No tiene ninguna complicación técnica, de hecho es muy divertido, y además entraremos en el llamado bosque encantado de Los Toriles. Sin duda merece este nombre. Una pena que se haga tan corto.
Y es que estamos a punto de salir a unos aterrazamientos. La roca caliza tan característica de la zona ha modelado numerosos abrigos, y encontramos un redil a la derecha. Nogales, una bonita balsa de agua, un pequeño huerto, hierba, y al fondo, casi a tiro de piedra, el Rincón de los Huertos.
Llegamos a esta aldea, en la que no me encuentro con nadie. Pura esencia rural. La carretera se convierte en camino de cemento junto a los alojamientos de Aguablanca (tienen una pinta excelente). El sonido del agua y el del viento remarcan la quietud de estos parajes.
El cemento ya es una camino de tierra y piedras. Transito a media ladera del Puntal del Zunco, un promontorio de grandes rocas calizas de formas singulares y atractivas.
Tras el paso por las profundidades del Carrascal de Bajil, de nuevo los paisajes se abren sin medida. A la derecha contemplamos los últimos terrenos murcianos y el inicio de los montes de Albacete, otro paraíso cercano.
En el Collado Blanco empezamos a descender, con el Cortijo del Toral de Arriba destacando enfrente. Bajamos hasta un gran nogal y seguimos nuestro camino, ignorando los que salen a nuestra derecha y que se dirigen al cortijo.
Estamos en la Cañada de Bajil, el tramo final de la ruta, y no va a decepcionar. A la izquierda se eleva el cinturón de piedra del Puntal del Zunco, a la derecha la Cuerda del Manco y el Cerro Tomagal. En ese lecho caminamos junto a choperas, un arroyuelo, nogales, balsas de agua, huertos…
De parada obligada es la Fuente del Esquilo (o de Isabel García, según el grabado). Tiene lavadero y la sombra de un nogal y de una sarga. Hoy la balsa estaba casi vacía, cuando está llena es para deleitarse.
Unos metros más adelante desemboca por la izquierda el Barranco del Zunco o del Esquilo. Entremos a él para visitar el Barco de Bajil, que se encuentra a escasos doscientos metros, siguiendo un sendero marcado y sin pérdida. El barco está dibujado en la pared a la derecha de un cuidado y gran redil. Estamos en otro lugar que merece que nos recreemos bajo el frescor de sus paredes.
Otra vez en el camino, estaremos atentos a la conexión con otro que sale a la derecha en dirección opuesta a la que llevamos. Lo tomamos para ascender al Cerro de las Víboras y visitar el Dolmen de Bajil, dos elementos patrimoniales de primer orden.
Los últimos metros, por sendero, nos conducirán a Bajil pasando por una sabina y una encina centenarias.
Para hacer la gracia completa hubiera sido preciso acercarnos a las Cuevas de Zaén y a las de la Iglesia y Murciguillos (éstas en pleno Carrascal de Bajil), pero como había que cortar lo dejaremos para una próxima visita.
Llevo bastante tiempo viniendo a estas tierras, y es imposible aburrirse. Desde luego no es la primera vez que visito el Carrascal de Bajil, el Rincón de los Huertos, el Barco, el Dolmen, y por supuesto las cercanas Cuevas de Zaén.
El hecho de volver aquí se debe, primero, a la belleza del entorno, es de esas rutas que no importa repetir. Pero lo que me ha traído es que quería hacer un par de tramos que no había pisado aún.
Aparco en Bajil. Hoy no voy a subir a las Cuevas de Zaén, tengo que volver a tiempo para recoger a mi pareja en el aeropuerto, así que voy directo al carrascal. Eso sí, no accedo por los Cenajos de Bajil, las casas que hay adosadas a las paredes de enfrente. El paso de tanto senderista ha animado al dueño a poner carteles de propiedad privada por todos lados, así que por la carretera llego a la curva donde hay una casa y tomo el camino de la izquierda.
Antes de que éste gire a derecha veremos un nogal que preside una pequeña balsa de riego, también vallada desde hace un tiempo. Aquí dejo el camino, que ya he recorrido otras veces, y me introduzco por la izquierda, haciendo caso omiso de las placas de privado (no voy a hacer nada malo, sólo caminar).
Quiero recorrer el cinturón rocoso por el borde y aprovechar este balcón sobre el Campo de San Juan. En algunos pasos iremos pegados al precipicio, en otras ocasiones nos tendremos que meter unos metros, y será difícil salir indemne de arañazos, pues en el primer tercio de esta parte de la ruta las vegetación está muy cerrada.
Enseguida acaban las dificultades y el tránsito se hace cómodo. Es una gozada tener a la izquierda el Carrascal de Bajil, un mar de encinas, y a la derecha el Campo de San Juan. Lástima que no haya tenido un día más luminoso.
Sin darnos cuenta hemos llegado al Puntao de Cárdenas, techo de la ruta. Bajamos por un sendero marcado que nos deja en un collado. Aquí es donde haré la otra parte que no conozco: en lugar de bajar al Rincón de los Huertos por el Camino de la Fuente del Escaramujo, buscaré el Barranco de Los Toriles.
Es conveniente llevar el track, ya que al principio no hay sendero (al menos yo no lo vi). Iremos encontrando mojones y una vez en el cauce del barranco todo se hace muy sencillo.
A veces iremos por el mismo lecho, otras el sendero va a uno u otro lado, pero siempre en las entrañas del carrascal. Algunos rincones son mágicos. Cuando llegamos a un salto brusco del barranco, lo sorteamos por la derecha para descender de nuevo a su cauce siguiendo los hitos. No tiene ninguna complicación técnica, de hecho es muy divertido, y además entraremos en el llamado bosque encantado de Los Toriles. Sin duda merece este nombre. Una pena que se haga tan corto.
Y es que estamos a punto de salir a unos aterrazamientos. La roca caliza tan característica de la zona ha modelado numerosos abrigos, y encontramos un redil a la derecha. Nogales, una bonita balsa de agua, un pequeño huerto, hierba, y al fondo, casi a tiro de piedra, el Rincón de los Huertos.
Llegamos a esta aldea, en la que no me encuentro con nadie. Pura esencia rural. La carretera se convierte en camino de cemento junto a los alojamientos de Aguablanca (tienen una pinta excelente). El sonido del agua y el del viento remarcan la quietud de estos parajes.
El cemento ya es una camino de tierra y piedras. Transito a media ladera del Puntal del Zunco, un promontorio de grandes rocas calizas de formas singulares y atractivas.
Tras el paso por las profundidades del Carrascal de Bajil, de nuevo los paisajes se abren sin medida. A la derecha contemplamos los últimos terrenos murcianos y el inicio de los montes de Albacete, otro paraíso cercano.
En el Collado Blanco empezamos a descender, con el Cortijo del Toral de Arriba destacando enfrente. Bajamos hasta un gran nogal y seguimos nuestro camino, ignorando los que salen a nuestra derecha y que se dirigen al cortijo.
Estamos en la Cañada de Bajil, el tramo final de la ruta, y no va a decepcionar. A la izquierda se eleva el cinturón de piedra del Puntal del Zunco, a la derecha la Cuerda del Manco y el Cerro Tomagal. En ese lecho caminamos junto a choperas, un arroyuelo, nogales, balsas de agua, huertos…
De parada obligada es la Fuente del Esquilo (o de Isabel García, según el grabado). Tiene lavadero y la sombra de un nogal y de una sarga. Hoy la balsa estaba casi vacía, cuando está llena es para deleitarse.
Unos metros más adelante desemboca por la izquierda el Barranco del Zunco o del Esquilo. Entremos a él para visitar el Barco de Bajil, que se encuentra a escasos doscientos metros, siguiendo un sendero marcado y sin pérdida. El barco está dibujado en la pared a la derecha de un cuidado y gran redil. Estamos en otro lugar que merece que nos recreemos bajo el frescor de sus paredes.
Otra vez en el camino, estaremos atentos a la conexión con otro que sale a la derecha en dirección opuesta a la que llevamos. Lo tomamos para ascender al Cerro de las Víboras y visitar el Dolmen de Bajil, dos elementos patrimoniales de primer orden.
Los últimos metros, por sendero, nos conducirán a Bajil pasando por una sabina y una encina centenarias.
Para hacer la gracia completa hubiera sido preciso acercarnos a las Cuevas de Zaén y a las de la Iglesia y Murciguillos (éstas en pleno Carrascal de Bajil), pero como había que cortar lo dejaremos para una próxima visita.
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Comments (2)
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Hola Elcaminador la ruta es apta para niños ? Hay dificultad o perdida de senda ?
Hola, Juan Antonio. El tránsito por el borde del Carrascal de Bajil es a veces incómodo, sin sendero y con vegetación cerrada, además del hecho de que a menudo se acerca al borde mismo del precipicio, así que yo te recomendaría mejor la ruta que tengo en mi perfil llamada Bajil: dolmen, yacimiento, barco, balsas, Rincón Huertos, bosque encantado, carrascal, cuevas Iglesia y Murciguillos (Moratalla)
Además es más completa, ya que va a las cuevas y todo. Ésta sí que no presenta ningún tipo de dificultad y es apta para todos los públicos. Ya me contarás si os decidís a hacerla, seguro que la disfrutáis, la zona vale la pena.
Un abrazote.