Carrascal del Río- Castrojimeno-Carrascal

Esta ruta tiene un encanto especial y asegurado en cualquier época del año, pero si se hace en el mes de marzo, su belleza se multiplicará con la multitud de almendros en flor que se exhiben en todo el recorrido.
La ruta es circular, empezamos y terminamos en Carrascal del Río. Está muy bien señalizada con postes orientativos y paneles informátivos. Estos están incluidos en las fotos del recorrido. Se inicia al final de la Calle Solanilla tomando el camino de la Ovejera o del Horcajo, que nos lleva por el interior de un primer bosque de sabinas, al Mirador de las Duernas, nombre con el que se refieren a las formaciones de los barrancos que recuerdan a las artesas o duernas. La llegada a Castrojimeno es espectacular pues va apareciendo progresivamente al tiempo que bordeamos enormes paredes verticales, con una falla y un desprendimientos de rocas muy visibles. Es el Cañon del Arroyo de la Hoz, que debemos atravesar para acceder a este precioso pueblo asentado en un castro, un cerro plano, protegido por dos barrancos, cuyo caserío está construido sobre las rocas de un arrecife cretácico, hecho que podremos comprobar observando fósiles en infinidas de rocas, incluso en las de las viviendas, de modo que bien podríamos decir que es un pueblo-arrecife. Antes de entrar a él observamos grandes rocas de forma cilíndrica, la más llamativa la denominan El Encuentro, un símbolo incluido en el escudo de la localidad.
Para volver, desandamos parte del recorrido hasta un desvío indicado que nos llevará hasta el Arroyo de la Hoz y el Cañon de Valdehornos, por una senda que, primero los bordea a media altura, de modo que podemos disfrutar del cromatismo y las singulares formaciones de la paredes calizas y, después, nos introduce en el fondo de su valle relleno de un mágico bosque de sabinas, con restos de viejas tenadas, refugio de rebaños que aún hoy podemos ver pastando por la zona. Toda ella mantiene una variada y aromática flora, así como una rica fauna, destacando los buitres, alimoches y corzos. Llegando ya a Carrascal vemos como detrás de su caserio aparecen los pinares que cubren las gigantescas dunas de arenas que enmarcan al pueblo por el Oeste.