Cascada de Cercio
near Badilla, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Cascada de cercio
Sencillo camino excepto en su confuso tramo final. La senda lleva desde la carretera que une Fariza y Badilla con el cruce de la carretera internacional.
Es un camino para realizar en invierno o primavera, en época de lluvias y sobre todo tras lluvias fuertes. El arroyo cae desde el lado portugués, en las cercanías de la aldea mirandesa de Cercio. Es un arroyo muy corto, así que la cascada es bastante temporal aunque puede llegar a ser espectacular.
Es un salto vertical de más de ochenta metros hasta una especie de olla rocosa y una secundaria de una veintena de metros antes de caer al río Duero. Es brevemente visible desde la carretera de Zamora a Miranda poco antes de llegar a la aduana española, puede servir como referencia para saber si acercarse a verla de cerca o no. Por lo demás esta ruta tiene la mejor vista al ser de frente, completa y a corta distancia.
La ruta comienza en un camino junto a la carretera que baja a un vallecito arbolado. El camino no tiene pérdida, tras bajar el primer valle asciende una pequeña pendiente hasta abrirse al amplio valle del arroyo Canceréis. Lo cruza por un pontón y asciende dejando a la izquierda a un centenar de metros una encina enorme aislada en medio de un campo.
Finalmente el camino llega a un alto donde se divide en tres caminos, el principal hacia la izquierda. Queda delante un valle con una laguna.
Pronto el camino se adentra en una zona de bosque y desciende paulatinamente, hay que seguir el camino principal ignorando los que salen a derecha e izquierda, siguiendo una dirección Oeste.
Se llega finalmente a una zona de bosque donde encontramos una cabaña de piedra situada junto a un corral de cabras. Tras la cabaña, en un altozano, sobresale una serie de rocas que dan buena vista hacia la parte superior de la cascada, los bosques circundantes y Miranda de Duero, así como hacia la orilla portuguesa.
Lo curioso del corral es que está en perfecto uso, el cabrero guarda allí su rebaño y sigue utilizando las chiviteras en las que se guarda a los cabritillos recién nacidos para evitar que se accidenten o sean atacados por el lobo y otros animales. Para obtener unas mejores vistas hay que buscar un mirador mejor ya que desde esta zona el bosque y las paredes del lado español del cañón lo dificultan mucho.
Rodeamos el corral para acercarnos hacia una loma más próxima a la cascada, sobre ella encontramos una casa en ruinas, probablemente un puesto de vigilancia fronteriza de los antiguos carabineros. Hay varias sendas de animales que descienden entre los árboles, es una zona con pendiente fuerte en la que se mezclan las rocas, los arbustos y los árboles. En esta bajada, conseguimos ver parcialmente la cascada y alcanzamos unas rocas elevadas sobre el terreno desde las que la visión era perfecta al sobresalir de los árboles y caer en picado hacia el cañón, sin interferencias delante, un lugar perfecto para sentarse a disfrutar de la cascada que cae apenas 250 metros delante, al otro lado del Duero.
La cascada se ve íntegra desde su salto en la llanura portuguesa, vertical, sobre la roca desnuda, hasta alcanzar la base del paredón, seguir cayendo y fluir en una cascada menor hasta desembocar directamente en el Duero, estrecho y profundo, los bosques cubren los barrancos del cañón hasta la misma orilla, 120 metros más abajo del mirador.
El propio mirador, realmente, no es tal. Es una roca plana que sobresale del terreno y cae en picado una treintena de metros, de ahí que haya que ser cauto, especialmente si se va con niños ya que puede disfrutarse sin riesgos con un mínimo de precaución. La pendiente hasta esa roca desde la casa en ruinas es dura pero breve, sencilla.
Sencillo camino excepto en su confuso tramo final. La senda lleva desde la carretera que une Fariza y Badilla con el cruce de la carretera internacional.
Es un camino para realizar en invierno o primavera, en época de lluvias y sobre todo tras lluvias fuertes. El arroyo cae desde el lado portugués, en las cercanías de la aldea mirandesa de Cercio. Es un arroyo muy corto, así que la cascada es bastante temporal aunque puede llegar a ser espectacular.
Es un salto vertical de más de ochenta metros hasta una especie de olla rocosa y una secundaria de una veintena de metros antes de caer al río Duero. Es brevemente visible desde la carretera de Zamora a Miranda poco antes de llegar a la aduana española, puede servir como referencia para saber si acercarse a verla de cerca o no. Por lo demás esta ruta tiene la mejor vista al ser de frente, completa y a corta distancia.
La ruta comienza en un camino junto a la carretera que baja a un vallecito arbolado. El camino no tiene pérdida, tras bajar el primer valle asciende una pequeña pendiente hasta abrirse al amplio valle del arroyo Canceréis. Lo cruza por un pontón y asciende dejando a la izquierda a un centenar de metros una encina enorme aislada en medio de un campo.
Finalmente el camino llega a un alto donde se divide en tres caminos, el principal hacia la izquierda. Queda delante un valle con una laguna.
Pronto el camino se adentra en una zona de bosque y desciende paulatinamente, hay que seguir el camino principal ignorando los que salen a derecha e izquierda, siguiendo una dirección Oeste.
Se llega finalmente a una zona de bosque donde encontramos una cabaña de piedra situada junto a un corral de cabras. Tras la cabaña, en un altozano, sobresale una serie de rocas que dan buena vista hacia la parte superior de la cascada, los bosques circundantes y Miranda de Duero, así como hacia la orilla portuguesa.
Lo curioso del corral es que está en perfecto uso, el cabrero guarda allí su rebaño y sigue utilizando las chiviteras en las que se guarda a los cabritillos recién nacidos para evitar que se accidenten o sean atacados por el lobo y otros animales. Para obtener unas mejores vistas hay que buscar un mirador mejor ya que desde esta zona el bosque y las paredes del lado español del cañón lo dificultan mucho.
Rodeamos el corral para acercarnos hacia una loma más próxima a la cascada, sobre ella encontramos una casa en ruinas, probablemente un puesto de vigilancia fronteriza de los antiguos carabineros. Hay varias sendas de animales que descienden entre los árboles, es una zona con pendiente fuerte en la que se mezclan las rocas, los arbustos y los árboles. En esta bajada, conseguimos ver parcialmente la cascada y alcanzamos unas rocas elevadas sobre el terreno desde las que la visión era perfecta al sobresalir de los árboles y caer en picado hacia el cañón, sin interferencias delante, un lugar perfecto para sentarse a disfrutar de la cascada que cae apenas 250 metros delante, al otro lado del Duero.
La cascada se ve íntegra desde su salto en la llanura portuguesa, vertical, sobre la roca desnuda, hasta alcanzar la base del paredón, seguir cayendo y fluir en una cascada menor hasta desembocar directamente en el Duero, estrecho y profundo, los bosques cubren los barrancos del cañón hasta la misma orilla, 120 metros más abajo del mirador.
El propio mirador, realmente, no es tal. Es una roca plana que sobresale del terreno y cae en picado una treintena de metros, de ahí que haya que ser cauto, especialmente si se va con niños ya que puede disfrutarse sin riesgos con un mínimo de precaución. La pendiente hasta esa roca desde la casa en ruinas es dura pero breve, sencilla.
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