Cascada de San Miguel, y cimas Urieta y Moscadero, desde el Puerto de Angulo (Sierra Sálvada/Gorobel)

(3:18 h. en movimiento)
Fui en busca del salto del río San Miguel y de la otoñada, y fallé con la previsión en ambos: el uno por no haber apenas caudal y la otra por haber caído ya en esta zona. Aún así, el entorno es espectacular. El cortado (que conforma el límite de Álava con Burgos) que hace Sierra Sálvada al norte nos ofrece unas vistas imponentes hacia la sierra de la Carbonilla y al Valle de Mena .
Comenzamos en el Puerto de Angulo, que separa las sierras Sálvada (o Gorobel) y la de Carbonilla. Quería ir desde el principio por el borde que da vistas al río San Miguel, pero no me dejaron los cazadores de los puestos palomeros. Por ello, tuve que desviarme un poco por un pinar, aunque pronto retomé mi itinerario, sin haberme perdido nada. Enseguida me arrimo al vallado que protege el cortado que nos va dando vistas al río San Miguel y su cascada. Remontando el tramo superior del río, nos vamos acercando a su surgimiento en la cueva de San Miguel el Viejo. El acceso a la cueva me fue fácil pero, de haber caudal, el riesgo de resbalar es evidente, con consecuencias potencialmente serias.
En todo el paseo hay tramos en los que la humedad puede complicar mucho las cosas, con un riesgo de resbalarse y pegarse un buen batacazo.
De la cueva, subimos por una ladera herbosa siguiendo una desdibujada senda que nos lleva al escalón calizo superior. Localizamos la parte en la que dicho escalón puede ser salvado con mayor facilidad. Unos cinco metros de trepada (sencilla si no hay humedad) nos aúpan a una explanada de lapiaz, tipo pavimento de caliza; que puede resultar incómodo transitar.
Vamos recorriendo el borde del cortado superior, hasta que lo abandonamos para acceder a la cima del Urieta, que no es más que el punto más alto en una pradera. El lapiaz ya se ha convertido en campas herbosas. Girando levemente a la derecha, buscamos en un alto lejano la también indefinida cima del Moscadero. De camino entre las dos cimas, a lo lejos, los mastines nos advierten de su presencia, por si se nos ocurriera acercarnos a sus protegidas.
Desde Moscadero, giramos 90º a la derecha buscando el comienzo de un pequeño barranco cuyo fondo lo cubre un hayedo. Seguimos el cauce de su fondo. El hayedo es agradable y no muy cerrado. Con agua, se incrementará su encanto, aunque el barro nos podría incomodar. Este barranco filtrará sus aguas bajo la masa kárstica, para concentrarse en el surgimiento de la cueva de San Miguel.
En el hayedo encontraremos (e iremos siguiendo) los restos de los muros que formaron la lobera de San Miguel. Estos muros acorralaban al lobo acosado, y lo iban dirigiendo hacia un foso donde, al caer, era rematado a pedradas. En la actualidad, los mastines han sustituido a estas trampas, y en principio solo a efecto disuasorio.
Desde el citado foso, ya fuera del bosque, retomamos el borde inicial hasta el lugar de inicio, recorriendo el tramo perdido al principio.
Está claro que volveré en primavera.